"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090420

SEMINARIO II, CLASE 9: PULSIÓN SÁDICA Y NEUROSIS OBSESIVA


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Matisse: Bonheur-vivre

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CLASE DEL 10/01/06

La asimilación devoradora
La expulsión destructiva
La retención posesiva
Oblatividad y goce anal
Compulsión y goce fálico
Auto-contemplación y goce escópico


En ese recorrido que la pulsión hace en torno a esos objetos privilegiados, estamos ahora subrayando los niveles oral y anal como aquellos más primarios, aquellos primeros que tienen enorme importancia en la constitución de la subjetividad, del deseo.
Y vamos a ver como se articula el deseo, y consecuentemente la demanda, porque deseo y demanda van en un mismo vehículo, donde el significante de la demanda pide por algo pero al mismo tiempo cuela, cava un más aca de la demanda que es el lugar del deseo. Y, paralelamente se va constituyendo un más allá de la demanda del objeto de la necesidad, que pide por el amor.

¿Qué es la demanda oral? Resumiendo lo que veíamos la clase anterior, la demanda a nivel oral es un encuentro de demandas: entre el niño y su madre no hay encuentro de tendencias naturales sino encuentro de demandas. Este encuentro deja una hiancia que dará lugar al deseo.
Entre el bebé y la madre hay esta complejidad: la necesidad está inevitablemente recubierta por la demanda. Claro, la demanda es ya un juego dialéctico entre el sujeto y el Otro. Hay una combinación que no cierra, como cerraría la llamada instintiva entre un perrito hambriento y su madre. Entre el cachorro humano y su mamá hay un encuentro de demandas.
Hay que subrayar la ambivalencia primordial de la demanda, que por un lado busca la satisfacción y por otro lado la evita.

Una manifestación en la clínica que pone en evidencia esta especie de falta de congruencia o de complementariedad, este círculo que no cierra entre la demanda de alimento y la demanda de dejarse alimentar, son todos los trastornos llamados de la alimentación, la anorexia-bulimia. Allí lo que hay es algo del orden de la demanda y el deseo. Si decimos que la demanda no cierra es porque lo que hay, además de la demanda, es el deseo. Y no debe cerrar nunca, porque si la demanda de ser alimentado se clausura con la demanda de dejarse alimentar, se elimina el deseo. Y eso es lo que la anoréxica intenta evitar a toda costa, que se clausure el deseo. Negándose a la demanda intenta salvaguardar el deseo. Porque hay un Otro alimenticio que traduce la demanda como una mera necesidad. La anorexia es entonces el intento desesperado de dejar que el circuito permanezca abierto para que se reavive el deseo, y que sobreviva la posibilidad de desear algo más.

El pezón objeto del hambre primitiva es de entrada objeto del hambre articulada, esto es, de la demanda que con su trabajo significante recargará al objeto de valor erótico.
La vida es en el fondo asimilación devoradora, dirá Lacan, del hambre a la glotonería, la pulsión oral en su vertiente sádica dará lugar al fantasma canibalístico.
Es el efecto del significante el que más allá de la demanda proyecta el amor, y el que más acá de la demanda cava el lugar del deseo invistiendo así al pezón con el valor de agalma y posibilitando la emergencia del sujeto/deseo oral, es decir, la identificación del sujeto con el objeto de absorción.

¿Qué es la demanda anal? Es fundamentalmente demanda desde el exterior, con la complejidad esencial que a veces demanda retener y a veces demanda evacuar. El sujeto sólo satisface una necesidad para la satisfacción del Otro.
Y la pulsión anal en su vertiente sádica oscilará entre la expulsión destructiva y la retención posesiva. “El deleite que va de sufrir haciendo fuerza hasta aliviarse con el don” Aquí tenemos el erotismo anal.
¿Qué consecuencias tiene esto? Por un lado que el deseo será simbolizado por el excremento: el sujeto se designa en el objeto evacuado. Y por otro, es el punto de inflexión donde se decide la proyección del deseo del sujeto en el Otro.

Desde aquí intentaremos pensar la neurosis obsesiva, desde la construcción del fantasma en el que el sujeto se identifica con el “petit a” excremencial, mierda que no pide sino ser eliminada.

¿Qué es la neurosis? Es una manera de defenderse de algo. Según la modalidad de defensa tenemos la histeria o la neurosis obsesiva.
Vamos a ver a partir de este momento de la constitución de la subjetividad anal, o el deseo anal, como se pone en juego este sistema defensivo particular que llamamos neurosis obsesiva.

La teoría freudiana sobre las representaciones intolerables de la neurosis obsesiva tiene distintos momentos. En un momento dice que su contenido es sexual con la característica de actividad precoz.
En otro momento también dice de la neurosis obsesiva que es una defensa contra representaciones intolerables de la pulsión sexual, específicamente, una defensa contra la sexualidad fálica que irrumpe en el niño.
Ante la irrupción de estas representaciones fálicas, se pone en marcha el aislamiento como mecanismo de defensa.
Aislar es desconectar la representación conflictiva del afecto. Una representación está constituida por una idea más un afecto, por una imagen más un contenido emocional: asco, vergüenza, miedo, eso es aislado. En vez de recurrir, como es el caso en la histeria, a la represión que es un mecanismo drástico que lo que hace es borrarlo, te hace olvidar del episodio, en la neurosis obsesiva es el aislamiento. No lo borra pero lo neutraliza, le quita el afecto. Tu te acuerdas del episodio y eso no te trae conflicto.

La neurosis obsesiva, entonces, como una estrategia que lleva al sufriente, en un primer paso, a utilizar el aislamiento, es decir, a desactivar una imagen de su actividad sexual precoz quitándole el afecto.
Lo que ocurre es que ese aislamiento tiene una eficacia muy limitada, porque la representación se vuelve a cargar con ese afecto y retorna. Y entonces se hace necesario, en un segundo paso, una intervención diferente, utilizando la formación de compromiso, esto es construyendo el síntoma obsesivo. Se transforma en algo que más que tener un efecto de economía psíquica, tiene el efecto contrario, antieconómico, porque transforma una representación intolerable en una idea obsesiva. Idea obsesiva que está desplazada de la representación sexual precoz.

Ahora bien, en un tercer paso, para defenderse de las ideas obsesivas recurre a una serie de ceremoniales, de medidas protectoras anti-obsesivos, que son los actos compulsivos.
Lo que interviene como defensa en este tercer tiempo es la anulación retroactiva.
Lavarse las manos cambiando de pastilla de jabón cada vez, en el ejemplo de la película de Jack Nicholson, son anulaciones retroactivas. Con ese acto de lavarse las manos quiere anular retroactivamente un sucedido anterior, un acontecido, y que de acuerdo con la teoría freudiana nosotros sabemos que remite a la emergencia de la pulsión fálica.


Veamos en un hipotético niño como se desarrolla la emergencia de lo pulsional. Imaginemos un niño de 4-5 años, hace su caquita cuando tiene que hacerla, come cuando tiene que comer, duerme cuando tiene que dormir. Además, va al jardín de infantes y aprende cosas cada día. Perfecto. Ahora, resulta que, en torno a los 5-6 años se desespera, y empieza con una actividad compulsiva a tocarse los genitales, a meterse el dedo en la nariz, de comérselo todo, o compulsivamente a encender cerillas, a romper objetos, a tirar cosas. ¿Qué le ha pasado? Ha emergido algo. En lo real de su cosita de hacer pipí ha emergido algo, la sexualidad fálica. ¿Y porqué la emergencia de esa pulsión fálica es intolerable? Porque lo convierte en un competidor del padre. Y el niño en este momento del recorrido edípico tiene que colocarse ante el padre en una posición que, superando la hostilidad y la sumisión, pueda hacer de él su objeto de amor para poder identificarse al padre. Porque si no se identifica al padre después no podrá tener otras mujeres.

Esto dura un tiempo, y en torno a los 6 años, este niño se calma. ¿Y porqué se calma?
Se calma porque tenemos una institución de la demanda del Otro que es absolutamente eficaz, que es la institución escolar. Es decir, el niño lo que necesita para calmarse es la demanda clara del Otrón escolarizante. Y a partir de allí esa institución tiene el efecto de marcar el lugar adecuado con su sistema de castigos y defensas.
El niño así encuadrado puede no obstante tener algún tipo de episodio de enuresis, de terror nocturno, pero bueno, va saliendo. Ahora, resulta que a los 11-12 años se dispara todo otra vez. ¿Qué pasa? Es el carácter bifásico de la sexualidad humana, que tiene dos emergencias: la de los 5-6 años y la de la pubertad.

El tema de la emergencia fálica, el tema de lo real de la sexualidad en el niño, lo traíamos con respecto a la representación intolerable contra la que actúa la defensa obsesiva, que Freud localiza, en un primer momento, en una actividad sexual precoz. En un segundo momento, ya con la teoría del complejo de Edipo desarrollada va a localizar estas representaciones intolerables en los deseos incestuosos respecto de la madre y la hostilidad agresiva hacia el padre. Y en un tercer momento lo va a poner en el peligro de castración.

El planteo de Lacan en relación a esta representación intolerable contra la que se levanta la defensa obsesiva, no la coloca en una actividad sexual precoz, ni en una emergencia de la pulsión fálica, ni en los deseos edípicos, pero sí en el peligro de castración, con la siguiente aclaración: no es la castración propia la que es temida sino la castración del Otro, del Otrón. Es decir, de lo que se trata es de negar la castración del Otro, y en su recorrido neurótico se busca taponar esta falta.

¿Qué quiere decir la castración del Otro? La castración del Otro quiere decir el deseo del Otro, porque si el Otro está castrado, quiere decir que al Otro le falta algo, eso quiere decir estar castrado. Estar castrado quiere decir no ser completo. Si el Otro no es completo, el Otro desea. Lo que se teme y contra lo que se defiende es contra el deseo del Otro. Y la estrategia obsesiva consiste en transformar el deseo del Otro en demanda; es decir, lo que el Otro demanda es lo que el Otro desea..
Porque ¿qué es el deseo del Otro? Aquí está la trampa. El Otro es un lugar que remite a la Otra escena. Mi deseo es el deseo del Otro, de mi Otra escena. Es como si entre el sujeto del deseo y el deseo del Otro circulara una banda de Moebius que nos empalma sin solución de continuidad.

Lacan lo va especificar en relación al otro tema del obsesivo, el tema de la muerte. Dice Lacan, utilizando el “Che vuoi?” que quiere, que me quiere, qué desea el Otro? Saber que deseo a partir de qué desea el Otro. Y se va construyendo como sujeto a medida que construye su deseo.

Imaginemos un comienzo mítico donde el bebé se preguntara ¿qué deseo? Le retorna la pregunta invertida: ¿qué desea el Otro de mi? Y una de las respuestas que se da el futuro obsesivo es “¿...mi muerte?” advirtiéndonos sobre el carácter angustiante del deseo del Otro. Esta es digamos, la matriz, el alimento básico del pensamiento obsesivo, en torno de la muerte
Esta es la perspectiva lacaniana de lo que es la construcción de la defensa en la neurosis obsesiva, en torno a esta representación, este fantasma, defenderse contra el deseo del Otro, en tanto el deseo del Otro es vivido como mortífero. Y su estrategia es la de colocar en lugar del deseo del Otro, la demanda del Otro. De tal manera que, y aquí está el tema de la oblatividad, da al Otro lo que el Otro le demanda.
Lo que el obsesivo construye es que el objeto que el Otro desea y que él tiene, se confunde con el objeto de la demanda, las heces. Eso se lo da, eso es tranquilizador, porque ahuyenta el fantasma de que lo que el Otro quiere es su muerte.
“Le doy mi caquita y así salvo mi ser”. Pero es una solución muy precaria porque su fantasma fundamental se sostiene en una identificación al “petit a” excremencial .
Con lo cual su ser vuelve a estar en peligro ante el deseo del Otro.

El tema de la oblatividad Lacan lo trae con segundas intenciones. Y es que los post-freudianos en un momento dado transformaron la dirección de la cura en la construcción de la oblatividad genital. Esto es, si tu querías ser un analizante que terminaba su análisis tenías que llegar a la constitución de una sexualidad heterogenital, dando lo que se tiene. Y nos recuerda que la verdadera oblatividad no es la genital sino la que se da a nivel anal, esto es, dar las heces.

Si ustedes recuerdan, en su momento cuando trabajamos “El caso del hombre de las ratas” veíamos que el abordaje interpretativo de Freud hacía hincapié en el fantasma del odio hacia el padre. ¿Era correcto esto? Si, en la medida en que entendamos que la representación intolerable tiene un recorrido. Esa interpretación es eficaz para desarticular una de las caras del síntoma obsesivo. Pero tiene varias caras. Y tenemos que ir recorriendo distintas escenas para poder desactivarlas. Y el fantasma central es el del temor a la castración del Otro, para lo cual se inventa una estrategia colocando un Otro total, Otro completo.

Hasta aquí hemos estado viendo la estrategia anal en el obsesivo. También tenemos que subrayar el recurso obsesivo al nivel cuatro, el momento escópico del síntoma obsesivo, el posicionamiento de la omnividencia, de gozar con el espectáculo.
¿Pero con qué espectáculo? Con el de la autoconciencia. ¿y que quiere decir la autoconciencia? Es ese espectáculo que tiene que ver con el aislamiento también, con la autocontemplación, donde él se ve viendo. Está en una situación de autoconciencia permanente.
Y no olvidemos la otra cara del síntoma obsesivo que ya mencionamos, la de los actos compulsivos, que debemos encuadrarlos como el recurso al nivel tres, esto es, la pulsión fálica.

Resumiendo, las soluciones del obsesivo al problema de la castración en el Otro:
- el recurso a la oblatividad desde el nivel anal
- el recurso a la compulsión desde el nivel fálico
- el recurso a la autocontemplación desde el nivel escópico

Otra forma de referirlo es desde la perspectiva del goce, tres aspectos de la satisfacción del síntoma obsesivo: el goce anal, el goce fálico y el goce escópico.


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