"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090420

SEMINARIO I, CLASE 23:EL MALESTAR EN LA CULTURA Y EL DESAMPARO INFANTIL


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David del Real: Mujer con pulpo



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CLASE 1/3/07: EL MALESTAR EN LA CULTURA Y EL DESAMPARO INFANTIL

La génesis de la religiosidad
Sentimiento oceánico y narcisismo primitivo
La nostalgia por el padre omnipotente
Un tratado sobre la felicidad
Las muletas contra el malestar
La pulsión y su insatisfacción

Hoy vamos a empezar con “El Malestar en la Cultura”. Este texto interesa encuadrarlo dentro del momento del desarrollo de la teoría y también de la realidad social en que está escrito. Ya iremos subrayando los distintos niveles del texto.
Como primera cuestión resaltar que este texto está escrito en 1929, aparece publicado en 1930, que es el año en que Freud recibe el Premio Ghoete, que es el premio de literatura alemana más importante. Este es un factor relevante, nos indica que su escritura, su estilo literario, es muy apreciado; y la cuestión del estilo es consustancial, y no secundario, a su destino de ensayo científico. Ya hace cuarenta años que el está escribiendo sobre su materia, cada vez más entrelazada con la realidad social, histórica, humana en definitiva; con lo cual, él, que siempre ha sido un explícito reconocedor de la deuda que tiene con los poetas y novelistas, en su esfuerzo estilístico lo refleja, alcanza un estilo que llena el sabor o el disfrute literario, además del científico.
Por otro lado la realidad contundente social, y es que los nazis son cada vez más dominantes en el panorama alemán, y Freud será uno de los intelectuales judíos víctima de su cacería.
Años difíciles, tiene que huir a Londres pues la Gestapo cae sobre su familia, varios de cuyos miembros mueren en campos de concentración.

Este texto, trata ni más ni menos que sobre la cultura, en el sentido de la civilización, lo opuesto a la naturaleza. La pregunta que nos va a plantear es: ¿por qué el malestar en la cultura? Vamos a ir viendo que camino sigue para responder.

No se trata del malestar individual, que él ve en su consulta. Se pregunta por el sufrimiento colectivo. ¿Qué lleva a la cultura alemana, europea, a vivir con un grado de malestar tan insoportable? Han pasado por la Gran Guerra del 14 y tienen encima otra.
Este es uno de los niveles del trabajo, si quieren, el nivel sociológico. El otro nivel de abordaje del “Malestar” que tenemos que precisar es acerca de la posición en que se coloca Freud en relación a la cuestión del padre, a la cuestión del Nombre-del-Padre, a la cuestión de su ser judío, a la cuestión del judaísmo, a la cuestión de todos los sistemas religiosos.
Entonces, está la cuestión del malestar en la cultura en relación a lo que es el conflicto más descarnado, el de las grandes guerras; y el de los fanatismos nacionalistas. Pero también está la cuestión del fanatismo religioso.
“El malestar…” empieza con una referencia al tema religioso. Cita una carta que recibe de su amigo, el escritor y premio Nobel Romain Rolland, quien le escribe después de leer el texto freudiano “El porvenir de una ilusión” Y este escritor lo que le comenta es que hay una cuestión que echa en falta en el escrito de Freud que cree que es muy importante para entender una de las fuentes últimas de la religión, y es lo que él llama “sentimiento oceánico”. Rolland llama así a una especie de unión mística con el todo, que inunda a ciertas mentes privilegiadas en situaciones de contemplación, el ser-uno-con-el-todo; el sentimiento de lo ilimitado, donde no hay un dentro-fuera sino un sin límite, donde el yo y el resto están unidos. Esta es la línea que va a empezar a trabajar Freud para abordar este tema del malestar en la cultura.
En relación al origen del sentimiento religioso Freud dirá que en el llamado “sentimiento oceánico”, más que de religiosidad se trata del retorno del narcisismo primitivo, del narcisismo originario, el reino del puro yo, momento mítico de este yo primitivo en que aún no se ha constituido la diferencia, en donde aún no se ha desprendido de la realidad. En los términos de lo que se llama la teoría libidinal, los objetos con los que se relaciona el bebé, lo que se llama el desarrollo de la libido, va desde un primer objeto oral conquistando los distintos posicionamientos, los distintos objetos. El primer objeto es el pezón, pero no viene de afuera, el bebé lo vive como una parte de su mismidad.
Este planteo del sentimiento oceánico lleva a Freud al terreno del narcisismo, y dirá que
Se corresponde con un retorno de eso que está reprimido.
Y aquí viene una de las consideraciones interesantes de este apartado, y es lo que tiene que ver con la peculiaridad de funcionamiento del sistema psíquico, como lo que ha sido superado, negado u olvidado, lo que ha sido reprimido reaparece. Y va a recurrir a la arqueología, y toma como ejemplo el del arqueólogo que a partir de los restos superpuestos va definiendo la historia de Roma. Y dirá que en el aparato psíquico pasa algo parecido. Así, en lo que es el proceso de constitución de la libido, los diferentes estadios lógicos siguen disponibles. Por ejemplo, el narcisismo ilimitado sigue existiendo como algo construido en su momento. Podemos estar en lo que se llamó etapa de “relación de objeto”, en la que el yo dirige su libido hacia el objeto. Pero esto coexiste con el “narcisismo”, esto es, el yo dirigiendo su libido sobre sí mismo, dispuesta a resurgir cuando la ocasión sea propicia.

La otra cuestión que aparece en relación a esta comparación de los restos de Roma con el análisis del aparato psíquico, es la enunciación del concepto del inconsciente como indestructible. Este es uno de los conceptos claves que tenemos que rescatar de este texto, concepto que encierra un valor de uso, al poner de acuerdo distintos enunciados de la teoría: el de la indestructibilidad del inconsciente, la verdad siempre estará allí aunque no se pueda enunciar.
La posibilidad, como en la banda de Moebius, de que se pase sin solución de continuidad de una cara a la otra, del inconsciente al consciente. Cuando algo del orden de la toma de conciencia se hace operativa, permite que esa verdad que estaba inarticulada se pueda articular y emerja.

Y la otra cuestión que agrega en relación a la comparación con el arqueólogo, que se encuentra con distintos estratos o planos, es que el psicoanalista no tiene posibilidad de construir gráficamente las operaciones psíquicas. En la su necesidad de la transmisión se corre el riesgo de que la comprensión caiga en reducciones mecanicistas.

Retomando el tema original de la religión Freud será muy explícito y dirá que la fuente de la religiosidad hay que buscarla en un carácter específico del funcionamiento del niño que es el sentimiento de desamparo infantil.
Este es un concepto muy importante, se trabaja mucho en la clínica infantil. Remite a esa situación en la que el niño entra de pronto en la constitución de un narcisismo limitado, en donde el Otro encuentra su lugar y en donde el yo queda a expensas del Otro, ya que cuando el Otro no está lo deja en el desamparo más absoluto. Junto con el Otro aparece la dependencia. Ese desamparo es constitutivo, no es que el niño lo sufrió porque tenía una madre desamorada que lo dejaba abandonado, no. Todo niño tiene que pasar inevitablemente por el sentimiento de desamparo, es estructural. Hasta que encuentra la forma de asumir que el Otro va a volver, y va construyendo un sistema de referentes simbólicos que le permiten sostenerse cada vez más amparado. Ya no necesitará la imagen de mamá, cada vez se conforma con sostenes cada vez más simbólicos, el pensamiento y el lenguaje.
Estos conceptos no son circunstanciales, tienen que ver con puntuaciones de su teoría que se enlazan a otros conceptos y que la hacen consistente: indestructibilidad del inconsciente, sentimiento de desamparo infantil, narcisismo ilimitado.

Y volviendo al interrogante principal: ¿cuál es la fuente de la religiosidad? contesta que el sentimiento de desamparo infantil, que remite a un aspecto que tiene que ver con el padre, que es junto con la madre el primer Otro, el referente de ese todo con el cual el niño se siente tranquilizado. El segundo sostén indispensable para que el niño pueda soportar ese desamparo es la figura del padre, que al comienzo es un padre absoluto que todo lo puede, que todo lo ve, que todo lo sabe, el padre omnipotente.
Y es este el tema que Freud teoriza como concluyente, que visualiza como la fuente del sentimiento religioso: la nostalgia por el padre omnipotente.
Y esto es lo que ofrece la iglesia: la providencia del padre todopoderoso.

Pero si bien Freud es contundente acerca de lo que es el sistema de doctrinas religiosas matiza el tema de la religiosidad de cada uno. Critica que la institución religiosa se apoye en una concepción de la religión que lo que hace es explotar los sentimientos más infantiles del ser humano, que son los que tienen que ver con el sentimiento de desamparo y la nostalgia del padre omnipotente: “amparemos a estos pobre sujetos infantilizados y démosles el padre que demandan”. No critica la religiosidad de la gente, es algo inherente a su desamparo. De lo que se trata es que esa búsqueda infantil tiene que poder ser sostenida con herramientas simbólicas, y no con creencias imaginarias.
Una frase de Goethe: “quien posee ciencia y arte también tiene religión; quien no posee ni ciencia ni arte que tenga religión”. Esta diciendo que no se trata que la religiosidad de la gente se llene únicamente con la religión, que en la ciencia y en el arte pueden también encontrar el alimento para su religiosidad.

Y nos va a plantear que la cultura aporta, además de la religión como intento de responder a esa nostalgia, otras herramientas para huir del desamparo, para huir del malestar, en pos de la felicidad. Porque el malestar en la cultura no es ni más ni menos que un tratado sobre la felicidad.
¿Qué es la felicidad para Freud? El sistema psi, el sistema de funcionamiento anímico que el construye en el capítulo siete de la Interpretación de los sueños está motorizado por un gran principio que es el principio del placer. Y el principio del placer quiere decir que todo el funcionamiento anímico busca evitar el displacer. Eso es la felicidad desde Freud: evitar el displacer.
Ahora veamos como se soporta la búsqueda de la felicidad desde lo que es el espacio social, cultural, cuales son las técnicas del buen vivir, cuales son las muletas que la vida nos ofrece para soportar este malestar de la mejor manera.
Va a hablar de tres niveles de muletas: el de las distracciones poderosas, el de las satisfacciones sustitutivas, y el de los narcóticos.
¿Cuáles son las distracciones poderosas? Pues, las que se os ocurra, desde las manualidades hasta las investigaciones científicas. Con el término satisfacción sustitutiva denomina todo lo que tiene que ver con la imaginación, y, en primer lugar, el arte. Y los narcóticos, desde el alcohol hasta las drogas, farmacéuticas o de las otras.
Entonces, las muletas para hacer más soportable el malestar en la cultura son: la ciencia, el arte y los narcóticos, como caminos ante los cuales alerta los riesgos.
¿Y la religión en qué lugar queda? Para poder ubicarla tiene que plantear otra lista. Su razonamiento lo lleva a pensar que lo que la religión propone son respuestas a las preguntas máximas que tiene el ser humano: ¿cuál es la finalidad de mi vida? ¿a donde voy? ¿para qué estoy aquí? El psicoanálisis propone un nivel más prosaico a esas preguntas; la pregunta por la finalidad es la que está implícita en la búsqueda del placer.
A la pregunta ¿qué me mueve en esta vida? Freud responde: el principio del placer.

Pero, para complicar este funcionamiento, Freud en 1920 postulará un más allá del principio del placer, en donde coloca la pulsión de muerte, que es la que en última instancia nos está impulsando. Y ya no sabemos si vamos de cabeza hacia ella o alejándonos de ella. Los mecanismos no son unidireccionales.

Otro nivel de análisis de este texto es el de aquellas apreciaciones freudianas de corte filosófico plenamente vigentes, como la que nos dice que la búsqueda de la felicidad está en pugna con el macrocosmos y con el microcosmos. El individuo en su búsqueda de la felicidad no esta habilitado, no tiene todas consigo, al punto que Freud llega a decir: “el plan de la creación no incluye el propósito de que el hombre sea feliz”.
La recomendación final señala que en la búsqueda de la felicidad está el camino.
Y esto con respecto al macrocosmos y al microcosmos. El macrocosmos es la cultura, que condena al individuo a la insatisfacción de su pulsión en beneficio de lo social. Aquí hablamos en el nivel de una represión social, extrapolado sociológicamente de la represión psíquica. Freud hace una extrapolación antropológica viendo cuales son las limitaciones sucesivas que la cultura va poniendo a la sexualidad. Y la primera y fundamental es la del incesto. Después vendrán las que excluyen a los del mismo sexo. Con el otro sexo está permitido pero sólo con el cónyuge. Este sería el nivel del macrocosmos.
Y el nivel del microcosmos es el de la pulsión, a nivel de la represión de la libido, y del accionar de la pulsión de muerte.
Y aquí hay un salto muy importante: la insatisfacción pulsional que Freud pone como base para el malestar en la cultura ¿tenemos que pensarla como algo que tiene que ver con la frustración cultural o como algo estructural? El nos lo dice en una frase que a mi modo de ver es la más importante de todo el texto: “…a veces creemos advertir que la presión de la cultura no es el único factor responsable de la infelicidad, sino que habría algo inherente a la propia función sexual que nos priva de satisfacción completa.”
Esto es lo que Lacan va a desarrollar bajo el concepto “no hay relación sexual”.
El concepto de relación es un concepto matemático: relación-proporción; los dos sexos no hacen relación-proporción, no hacen completad, no hacen uno. Lo de la media naranja que me completa en una naranja es un mito que se confronta con una imposibilidad, una frustración, que es estructural, que no responde a la contingencia de tal o cual pareja. Lo que existe es relación de procreación pero no relación de satisfacción sexual.

En la huida del sufrimiento en pos de la felicidad la cultura nos va dando distintas herramientas, distintas actividades para alcanzarla. La más importante de todas, aquella donde los sujetos, los hombres y las mujeres ponen la mayor cantidad de impulso, es en el amor sexual. Por otra parte, otro camino muy selectivo ya que sólo unos pocos lo pueden transitar, es el de la sublimación.
La sublimación es uno de los conceptos del psicoanálisis que ha sufrido una divulgación que hay que precisar. Si bien al comienzo, antes de ser definido por Freud como uno de los destinos de la pulsión, se le daba una significación bastante elástica, su uso sin embargo tenemos que restringirlo a una situación muy específica, cuando el objeto sexual ha sido desplazado a un objeto muy específico, que es el objeto de la creación artística, en tanto es reconocido socialmente como objeto de creación artística. Para la mayoría el camino de huida del malestar es el trabajo. El trabajo ordena el caos en que caemos cuando perdemos el sentido de nuestra vida. El trabajo se convierte en brújula.
Y en este esquema se encuadra la religión como otro de los caminos de huida del sufrimiento.

En relación al amor, que es el camino que la mayoría intenta, Freud alerta que, a diferencia de la sublimación, del trabajo y de la religión, el camino del amor si bien ofrece un cuantum de placer superior al de los otros caminos, también tiene la contra del cuantum de sufrimiento que genera su inevitable pérdida. Y esto pone al sujeto al borde del desamparo. Cosa que no pasa con la sublimación, el trabajo y la religión.

Aquí Freud propone una serie de sugerencias educativas. La primera es que para huir del sufrimiento en pos de la felicidad nos aconseja diversificar los riesgos. La segunda sugerencia que nos da es que aunque la felicidad es inalcanzable no quiere decir que no tengamos que intentarlo, porque en el intento es donde se juega el verdadero sentido de toda la operación. Y la tercera es: no os dejéis llevar por el camino del vecino, cada uno debe hacer su propio camino.

Otro de los caminos hacia la felicidad es la contemplación de la belleza. Porque está por un lado el que sublima, es decir, el que aplica la libido en crear una obra de arte, una obra de reconocimiento social, de alto nivel intelectual, que nos hace creer – dice Freud- que somos un Dios con prótesis. Y del otro lado de la sublimación está el que contempla la obra. Para que sea sublimación el que crea la obra tiene que tener el que la reconoce, que la contempla. Así entiende Freud la contemplación como la otra cara de la sublimación, otra vía de huida del sufrimiento.

Desde la lectura lacaniana decimos que la insatisfacción pulsional es estructural porque lo remitimos a nuestra originalidad de seres hablantes. Caemos desnaturalizados de nuestro mundo de necesidad y pasamos a formar parte del mundo simbólico que es el que se constituye a partir del lenguaje. Esto nos coloca inevitablemente en un lugar de pérdida de satisfacción y de goce, de falta, de duda, en fin, como sujeto dividido, barrado, tachado. Ya no somos dueños de nuestro deseo. El orden significante es el que conduce todas nuestras búsquedas, mediatizándolas. El cuerpo se convierte en sede de pulsiones. Por ejemplo, lo que es la tendencia de alimentarse de un organismo animal como sería el caso de un monito, en el bebé se convierte en demanda, en donde además del alimento se genera la demanda de amor.

Seguiremos viendo el tema de la felicidad y el malestar y nos apoyaremos en el seminario de Lacan sobre el tema de la ética en psicoanálisis. Allí Lacan le da una especial relevancia al capítulo que sigue del Malestar en la Cultura donde Freud trabaja el mandamiento cristiano “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.



RESUMEN DE LA CLASE DEL 01/03/07:

¿La civilización pide demasiado al sujeto?
¿La cultura frustra la felicidad?
La insatisfacción pulsional ¿frustración cultural o estructural?

¿Qué tiene que ver la religión con este malestar?
El sentimiento de desamparo infantil y la nostalgia por el padre omnipotente. La respuesta religiosa del Padre todopoderoso.

Cómo huir del sufrimiento en pos de la felicidad o técnicas del arte de vivir:
- el amor o goce sexual
- la sublimación
- la contemplación
- el trabajo
- la religión
Conclusión: intentarlo diversificando riesgos

“No hay otro malestar en la cultura que el malestar del deseo” (Lacan, Seminario VI, Clase 23)


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