"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
.

20090420

SEMINARIO II, CLASE 19: ALGUIEN QUE NO SE HACE PREGUNTAS

.
.




-David del Real: Retrato inconcluso II





CLASE 05/09/06

La caracteropatía: un personaje en lugar del síntoma
La generosidad oral
Plus de goce y pérdida de goce
El ataque bulímico como pasaje al acto
El olvido como acting-out

La dificultad del caso que vamos a ver no está dada por su gravedad, sino por el estilo de demanda que presenta el paciente, que es casi diríamos la demanda muda. Porque la demanda más habitual es la del síntoma, el tema es cuando no trae ningún síntoma. La dificultad se le presenta al analista cuando el paciente trae una especie de queja difusa.
En el caso de esta paciente, lo que la caracteriza es que no se cuestiona.

Esta es una de las características de lo que hemos venido denominando las nuevas patologías, tema que comentamos en relación a un texto de Melman, “El hombre sin gravedad” y que hoy comentaremos en relación al texto de Rabinovich sobre “Las impulsiones”.

El sujeto que no se cuestiona podríamos suponerlo como un sujeto sin barrar. Llamamos sujeto barrado a aquel que le falta algo. Se cuestiona porque le falta algo. Mientras que el sujeto de las nuevas patologías no trae preguntas al Otro ni a sí mismo, como si no estuviera incompleto. Como si no tuviera nada sobre lo cual demandar. Esto no es tan así, si no estos pacientes no vendrían a la consulta.

El caso que comentaremos hoy se caracteriza porque trae un personaje. ¿Qué quiere decir que trae un personaje? Esto nos va a servir para hacer una aproximación al tema de las caracteropatías. Character en inglés significa personaje. Un caracterópata es aquel que no trae un síntoma sino un carácter, un personaje. En este caso el personaje es “la buena persona”. Esta es una mujer de unos 40 años, con 3 hijos, que tiene un desempeño brillante. Es una buena esposa, muy buena madre, es además una exitosa profesional. No tiene quejas con su marido, ni con sus hijos ni con su trabajo.
En realidad la queja es muy difusa, una especie de descontento consigo misma sin poder determinar porqué. Está descontenta con el personaje, pero no tiene planteada la pregunta.
Nos enfrentamos, entonces, a un paciente que no sabe muy bien porqué viene a vernos, más allá de una queja difusa, sin ningún síntoma, más allá de estos indicios de síntoma que son lo que llamamos caracteropatía, ese carácter de la buena persona perfecta, generosa, que está siempre dispuesta a hacer lo que el otro necesita, aún antes de que se lo pidan.
Los analistas post-freudianos lo referían como carácter oral. Usando una expresión sudamericana, ella siempre se ofrecía a “ser pasto para el otro”, entregada como alimento al Otro, para llenar al Otro. En ese sentido hablamos de generosidad oral: estar siempre dispuesto a llenar al Otro.

Y aquí está la estrategia de la caracteropatía: llenar al Otro para ocultar su falta, la del Otro y también la propia. Por eso es que no hay queja explícita hacia el Otro, ni tampoco hay pregunta sobre lo que a ella le puede faltar.
Este carácter, este personaje, el de la generosidad oral, le permite mantener consistente al Otro, es decir, darle soporte material.

Entonces, cuando nos enfrentamos a esta falta de demanda, tenemos que abundar en las entrevistas preliminares, ofertando lo mejor que tenemos, que es la escucha. Porque ofertar la escucha es la mejor manera de promover la pregunta. Acompañar al paciente confirmando que estamos allí para escucharlo evitando caer en la trampa de ser nosotros los que hagamos las preguntas. Porque es la única manera de que empiece a producirse un corrimiento desde ese lugar de “yo soy la que no necesito nada” a que empiece a vislumbrarse de qué se queja.

El otro aspecto de la generosidad oral que tenemos que resaltar es el tema de la pulsión y del goce. Y aquí quiero puntualizar la diferencia entre este fenómeno llamado caracteropatía y el síntoma como formación del inconsciente. En su momento hablando de la anorexia-bulímia decíamos que era un fenómeno que no siempre lo podíamos leer como síntoma, ya que generalmente no está inscripta la pregunta por el deseo. Es diferente a lo que nos trae una histérica que generalmente en su síntoma ya está madura la pregunta por su deseo. Recordemos el Caso Dora y cómo Freud le plantea “¿Cuál es la parte que a ti te toca en esto de lo que te quejas?”
La caracteropatía, al igual que cierta anorexia-bulimia, son manifestaciones, no del orden del deseo, sino, del orden de la pulsión y del goce. Lo que en la caracteropatía tenemos es el trabajo de la pulsión, en este caso, de la pulsión oral.

Dentro de lo que es la dirección de la cura, la pregunta por el deseo queda en espera, todavía estamos en las entrevistas preliminares, a la espera de que se produzca la falta.
Mientras todo está completo, no hay falta, no hay pregunta. Lo que hay es un “plus de goce”. En esta paciente el “plus de goce” lo entendemos como la ganancia de goce que obtiene al ser pasto para el Otro. El goce está en que de esa manera se trata de no darse por enterada de la falta del Otro y de la suya propia: el goce de ser completa.
El “plus de goce” es el goce que reemplaza al goce total irremediablemente perdido. Aquí tenemos dos caras para hablar del goce total. Si lo vemos desde la postura freudiana clásica, el goce total perdido es el de la fusión con la madre, la fusión con la Cosa, aquello que está más allá de lo simbolizable. Si hacemos la lectura del goce total desde la perspectiva lacaniana, remite a la imposibilidad de la relación sexual. El encuentro total de un sexo con el otro sexo es imposible, eso sólo es posible en los animales. A partir de que el sujeto como ser simbólico pasa a estar apoderado por el lenguaje, por lo simbólico, el cuerpo pierde el contacto con la Cosa. Y el contacto de los dos sexos sólo produce un encuentro fallido.
El concepto plus de goce remite a un goce que falta por estructura, el goce completo de la relación sexual

La estrategia del personaje caracteropático es la de querer parecer completo. El trabajo de la dirección de la cura consistirá en que este carácter se vaya transformando en un síntoma. Es decir, que pueda empezar a cuestionarse, a quejarse.
Plus de goce quiere decir ganancia de goce. Lo que el analista va a intentar producir es una pérdida de goce. Esta paciente tiene que empezar a gozar menos con su personaje de la generosa, de la que lo da todo.
Y esto es paradójico porque entonces que? ¿eso es curarla o enfermarla? Desde el criterio de la adaptabilidad la estaríamos perjudicando. Pero si ella está en análisis es porque ya está instalada una queja, aunque muy difusa, acerca de ese personaje, queja que no termina de conformar como una demanda.

Hay otra cuestión que tenemos que considerar con suma precaución y es en relación al aspecto físico de esta paciente: su obesidad. Trae su obesidad pero en su discurso no hace referencia a ella, no se queja de ella. Cuidado que nuestra función no es ser dietólogos. Mientras ella no articule una demanda en relación al tema nosotros no podemos plantearlo.

Veamos como va produciéndose poco a poco en esta paciente la aparición de las preguntas, de las demandas, de la falta. Justamente, lo que empieza a moverse es, que esta paciente después de varios meses de entrevistas empieza a hablar de sus ataques de bulimia. Esta planteando algo del orden de una queja consigo misma, y ahí , cuando aparece la queja podemos empezar a interpretarle.
¿Y cuando se dan esos ataques? ante situaciones en las que la demanda del Otro es muy masiva. Por ejemplo, cuando los niños se ponen especialmente cargantes; o cuando el marido le reclama no se qué cosa; o cuando los padres o los suegros otro tanto; esto es, ante la demanda masiva de esos otros, antes los cuales ella siempre estaba con su carácter de generosidad oral dándoles el alimento antes de que lo pidan, ante esa demanda masiva empieza a sufrir un malestar. ¿Qué ha ocurrido? Que inconscientemente ella a empezado a cuestionar su carácter o personaje y a dado lugar al surgimiento de la angustia. Tenemos la puntita de un síntoma, más bien del negativo del síntoma, el síntoma en falta que es la angustia. La angustia aparece cuando se enfrenta con el vacío, cuando no hay un síntoma que lo invista, que le de consistencia. Es el encuentro con lo real. Freud nos muestra cómo Juanito un día salió a la calle con un miedo difuso, y volvió con un miedo localizado en los caballos, pasando de la angustia a la fobia.

Así sus quejas empiezan a tener consistencia: el marido, los hijos, los suegros. Estamos en un momento crucial, porque de tener una paciente perfectamente adaptada nos empieza aparecer una analizante angustiada. Y eso es la hora de la verdad, hay que poder sostener ese lugar.

Volviendo al ataque de bulimia, lo tenemos que traducir desde otro lugar que el de un síntoma. El síntoma es aquello que tiene que ver con la demanda y con el deseo; es un mensaje en el que está cifrado algo del orden del deseo, que está generando la falta. Esta paciente no está todavía planteando la falta, tenemos que traducir el ataque bulímico como un acto, como un pasaje al acto.

Tenemos que diferenciar los actos que podríamos decir logrados de los actos patológicos. Los actos patológicos son el pasaje al acto y el acting-out. Y el acto logrado es el acto fallido, porque es un acto que pone en evidencia el sujeto del inconsciente, pone en evidencia al sujeto con su falta, esto es, ante su deseo. En ese sentido el acto fallido es un síntoma.
El acting-out podemos entenderlo también como un acto significante aunque malogrado, pues en lugar de ponerlo en palabras, lo ejecuta en conducta. Siempre hay un mensaje dirigido a alguien, en este sentido es un acto transferencial.
Mientras que el pasaje al acto es un acto malogrado de extremo riesgo, porque conlleva el enfrentarse a lo real, esto es, la angustia, con el riesgo de lo irreversible; la deja sin escenario, la hace caer del fantasma, la escena construida de su deseo. En el pasaje al acto el sujeto se cae del escenario y se enfrenta a una falta absoluta de elementos con los que vestir su deseo, vestir su objeto.
Recuerden el matema lacaniano del fantasma : $ <> a , el sujeto en relación de “extimidad” con su objeto; el sujeto enfrentado a su división, en tanto sujeto del lenguaje pierde por estructura el objeto supuesto natural, la Cosa. Y se ve obligado a construir su fantasma, esto es, a vestir la falta de objeto.
El concepto de “extimidad” remite a una topología en la que el objeto está colocado con respecto al sujeto en una relación que no es ni interior ni exterior, sino más bien una exterioridad íntima.
Entonces, el pasaje al acto es la caída de este escenario, no tiene como aferrarse a su posición de sujeto, no tiene como vestir ese vacío causa de deseo que llamamos petit a.
El pasaje al acto es la imposibilidad de constituir este escenario, el sujeto cae de este escenario y se enfrenta a la condición de objeto que él es para el Otro.
Nosotros decimos que esta paciente es “pasto” para el Otro, aquello que llena, que calma, que obtura, que completa; está colocada como objeto oral para el Otro. Esto es lo que lleva a la angustia.
En este sentido decimos que en el caso de esta analizante su ataque de bulimia es un pasaje al acto, un actuar impulsivo inconsciente.
Otro término que se utiliza para referirnos a estos casos y en particular a las adicciones, es el de “impulsión”.

Vamos a ver en esta paciente cómo este primer movimiento por el cual el sujeto empieza a manifestarse como interrogante a través de pasajes al acto, de ataques de bulimia, cómo estas demandas mudas van a ceder lugar a otro movimiento donde el sujeto empieza a cuestionarse de una manera significante, simbólica: se trata de un acting-out: se olvida traer el dinero para pagar el mes de tratamiento.
¿ Que hace el analista ante un acting-out? Desde luego abstenerse de interpretarlo. Hay una clara ganancia simbólica en este empezar a despegarse el sujeto, en este movimiento del pasaje al acto al acting-out. Podemos entender el acting-out como una demanda de simbolización, pero cualquier intento de interpretación sólo producirá el reforzamiento del acto. Sólo podemos interpretar las demandas parlantes.
Justamente por eso este olvido no lo leemos como un acto fallido: porque en el acto fallido hay recuperación significante, el analizante puede ubicarse en disposición de reconocerse en su división subjetiva, en su deseo más allá del olvido. Y no es este el caso de esta paciente.
Pero el analista tiene otra modalidad de intervención: ante la demanda actuada él responde con una sanción simbólica: “A partir de la próxima entrevista me pagará Ud. sesión por sesión”.

Del personaje inicial generoso y sin quejas pasó en un primer movimiento a la impulsión bulímica, y en un segundo movimiento al olvido de traer dinero para pagar. Podemos leer un corrimiento en relación a la posición de generosidad oral que parecería indicar que de la ganancia de goce se va progresivamente pasando a una pérdida de goce. En este sentido es un avance dentro de la dirección de la cura.

La sanción del analista en relación al pago se acompaña de otra serie de intervenciones sobre el dinero: reajuste de honorarios, aumento de sesiones, persiguiendo dos vuelcos. Por un lado hay que hacer operar una pérdida de goce: dar el dinero no es signo de su generosidad sino de un pacto. Y por otro lado se trata de introducir una dimensión nueva en la relación con el analista: este no es Otro completo y desinteresado.

Progresivamente la paciente se va des-adaptando: comienza a adelgazar, a sentirse desilusionada con su marido, a hartarse de sus hijos y de sus parientes; es decir, el Otro comienza a volverse inconsistente. Aparece una leve depresión; deja de trabajar y comienza a pedir dinero a su marido.
Desde el punto de vista de la adaptación las cosas no pueden ir peor. Pero para la dirección de la cura, todos son indicios de pérdida de goce de la situación anterior, de ganancia en el espacio de la falta, de corrimiento de su posición de sostén del Otro, esto es, de aparición del sujeto.

Ahora sí está madura para atravesar la inversión dialéctica que le permitirá preguntarse por lo que habrá tenido que ver ella con esta posición, es decir, podrá colocarse como analizante.



.