"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090419

SEMINARIO I, CLASE 6: CAUSALIDAD PSÍQUICA Y RECUERDOS ENCUBRIDORES


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David del Real: Excursión por el estanque


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CLASE 8/06/06:

Los recuerdos nimios
La elaboración sustitutiva
La asociación simbólica
Las formaciones del inconsciente


Hoy vamos a trabajar el texto de Freud sobre “Los recuerdos encubridores”.
Pero antes vamos a comentar un artículo de prensa en el que se intenta hacer un análisis comparativo entre el psicoanálisis y las neurociencias, en busca de los enlaces biológicos. ¿Porqué los científicos de las ciencias comportamentales intentan confirmar o descalificar a Freud?
Ya hay un campo definido para ese estudio biológico en relación a lo comportamental, que es el campo de la psiquiatría. Y está muy bien que se profundice, porque los psicofármacos son necesarios.
Pero el campo del psicoanálisis hace ya más de 100 años que Freud lo delimitó, arrancándolo del ámbito neuronal, y habló de un espacio psíquico, de la “otra escena”, del inconsciente. La gran revolución lacaniana es que recoge ese nuevo campo y a la luz de los conocimientos de la lingüística, define el elemento con el que intentaremos conceptuar científicamente nuestro trabajo, que es el elemento significante, que se mueve en un espacio ajeno al neuronal o al químico, que es el espacio del lenguaje.
Y la reafirmación de este campo se resume en esta frase de Lacan: “El inconsciente está estructurado como el lenguaje”
Podemos entender entonces que el psicoanálisis está intentando buscar el apoyo de una ciencia que le permita sistematizar su campo propio, pero no es el de la biología, es el de la lingüística.

Por otro lado, está la pregunta por la causa. La ciencia positivista reduce todo a la química, las conductas serían disparadas por reacciones químicas. Volvemos al campo animal, a la naturaleza animal, al instinto. Nunca nos cansaremos de aclarar que el campo de lo humano se caracteriza por la pérdida de su naturaleza instintual, subvertida, transpuesta, reconvertida a partir de que el antropoide se constituye en ser-hablante. A partir de allí las conductas pasan a ser gobernadas no por el instinto sino por las leyes del inconsciente.

Otra pregunta en relación a este tema es el de lo innato, lo heredado y lo adquirido. ¿Tenemos que pensar la cuestión de lo psíquico a partir de un punto cero, de un inicio igual para todos? No podemos pensar en un punto de inicio cero en el ser-hablante. El niño nace ya marcado, con una carga, que no tiene que ver con lo genético sino con lo simbólico. Lo simbólico recoge al niño desde antes de nacer: desde ser un hijo deseado, desde tener un lugar asignado en la familia con un nombre. Todo eso es lo simbólico que ya le precede. ¿Dónde poner el cero?
El contexto familiar en el que el niño es recibido es fundamental: los avatares de la gestación, el embarazo, el parto, la lactancia, estarán marcando su ingreso al mundo simbólico. ¿Cómo esa madre habrá transmitido su deseo a ese niño? ¿ Cuál es el marco familiar que lo esperaba? Es en este nivel en el que tenemos que pensar la dotación específica que marca desde antes de nacer la realidad psíquica del nuevo ser.

Todas estas preguntas intentaremos ir retomándolas a medida que vayamos incorporando nuevos conceptos en este curso.
Tenemos que ir desmenuzando conceptos claves como, por ejemplo, la causalidad psíquica, que hemos estado viendo en estas últimas clases en relación al síntoma histérico.
El sentido de los síntomas, ese es el gran desafío que propone Freud, decir que el síntoma tiene un sentido y que está relacionado a la historia vivida por el sujeto.

Y este tema de la causalidad psíquica lo veremos ahora en relación a otra formación psíquica, a otro material, que son los recuerdos. Y más adelante lo veremos en relación a otro material que son los sueños, los lapsus, los chistes. Uno no sueña por casualidad ni tiene lapsus u olvidos por error: siempre hay un sentido. Todos estos elementos, que son secundarios en lo que es el arsenal de producciones psíquicas, son los que Freud utiliza para poder construir lo que es su teoría específica, que es la teoría de la represión.

Los síntomas no son por casualidad, tienen un sentido. Los recuerdos indiferentes no son por casualidad. Lo lógico es que uno recuerde los hechos importantes. Pero ¿porqué se recuerdan cosas nimias, insignificantes o indiferentes? se trata de ver cual es su mecanismo; una programación psíquica, que no neurológica, que explica el sentido de todas estas formaciones que Freud llamará formaciones del inconsciente.
Freud como neurólogo conoce muy bien los mecanismos neurofisiológicos de la memoria cuando decide estudiar el fenómeno de los recuerdos nimios. El sabe que la psicología y la neurología dicen que algo se memoriza, se graba como recuerdo en la medida en que tienen una carga que se adhiere. Y esa carga tiene que estar en relación a una fuerza de impresión, como es un acontecimiento doloroso, o vergonzoso, o cualquier otro afecto intenso. ¿Y cómo se explican los recuerdos de hechos nimios? ¿Cuál es la carga psíquica que explica que se haya adherido a la memoria un recuerdo indiferente?
El estudio experimental de los hermanos Henri que Freud cita en su texto, explicará este recuerdo nimio diciendo que la escena no se ha conservado sino incompleta, por eso parece nimia. Pero que en los elementos olvidados se hallaría la explicación.
La clave está en la palabra “olvidados”. Freud dirá que no es un olvido casual sino que es consecuencia del mecanismo de la represión: no es olvidado sino reprimido.
Y Freud dirá que ese recuerdo indiferente está encubriendo otro recuerdo, este sí importante. Y describirá el siguiente mecanismo:

CONFLICTOà REPRESIÓNà TRANSACCION: RECUERDO ENCUBRIDOR

Allí habitan dos fuerzas encontradas, opuestas, en conflicto: una que quiere salir, que quiere surgir como recuerdo; y otra que dice, nada, tu eres inaceptable, aquí no pasas ¿porqué? porque me repugnas, porque me das asco, porque me avergüenzas, etc. Nuevamente Freud nos muestra el mecanismo de la represión en acción. Ahora bien, toda represión está condenada al fracaso, si no admite una sustitución transaccional. Es decir: “tu no vas a aparecer, pero vamos a dejar que aparezca otra representación asociada a ti, pero con aspecto insignificante”

Freud va a llamar recuerdos encubridores a estos recuerdos nimios o indiferentes que adquieren su valor por representar pensamientos de épocas posteriores cuyos contenidos se enlazan por relacion simbólica. Si bien se apoyan en escenas reales, el contenido que emerge es una elaboración sustitutiva.


La sustitución de una representación por otra – de un significante por otro- se puede apoyar, por ejemplo en relaciones de contigüidad.
A eso le llamamos desde la lingüística y desde Lacan: desplazamiento metonímico
La metonimia es esa figura de la retórica que nos permite construir una frase reemplazando un significante por otro en función de por ejemplo: la parte por el todo. Por ejemplo decimos: “vemos surcar las velas en el horizonte” la parte –velas- designa al todo –barco-.
Otra manera que la representación intolerable tiene para ser sustituida y entonces poder asomar como recuerdo, es por asociación simbólica, lo que Freud llama también alusión y la lingüística denomina sustitución metafórica
Otro asociación simbólica es la que se vale de la polisemia o el equívoco significante.
Cuando decimos polisemia decimos de un significante (desflorar) que puede remitir a varios significados ( arrebatar flores; desvirgar)

Veamos en el ejemplo de recuerdo nimio que utiliza Freud, y que, según deduce su traductor Strachey, sería autobiográfico, cómo el mecanismo de sustitución de representaciones se vale de asociaciones simbólicas, esto es, alusiones, polisemias y metáforas:
“le arrebato unas flores amarillas a mi primita y después las tiro, a cambio de una sabrosa rebanada de pan”.
- Esta escena se desarrollaría a sus 3 años y se correspondería con su amor infantil por su primita.
- Este recuerdo emerge por primera vez a los 17 años, cuando retorna al país natal, al escenario de dicho recuerdo, del que la familia se había mudado hace mucho. Ahora es un adolescente que se reencuentra con una joven del lugar a la que no veía desde su infancia y de la que se enamora en el acto. Este amor no prospera pues él tiene que volver a la ciudad.
- Surge en ese momento la siguiente fantasía de rectificación del pasado: “si mi padre no se hubiese arruinado seguiría en mis bosques de la infancia sin preocupaciones económicas y podría casarme con mi amor adolescente”
- El recuerdo infantil resurge a los 20 años, al retornar a la casa de su prima – rica heredera -, donde su tío y su padre tenían planes de casamiento para ellos.
- Surge en ese momento otra fantasía: “Mi padre está amañando esta boda como si quisiera compensarme por su ruina”

La interpretación que dará Freud es la siguiente:
- El recuerdo infantil es una construcción “a posteriori”inconsciente, resultado de la proyección de dos fantasías, una sobre otra: casarse por amor ó casarse por dinero. La escena sería auténtica y ha sido elegida por prestarse a la representación de las dos fantasías.
- La “sabrosa rebanada de pan” del recuerdo infantil representa metafóricamente el texto de la fantasía consciente de vivir “sin preocupaciones económicas”.
- Las “flores amarillas arrebatadas” del recuerdo infantil son una alusión polisémica que remite al significado “desflorar”
- Arrojar las flores para cambiarlas por un pedazo de pan es una alusión metafórica a abandonar la elección por amor a cambio de la elección por dinero.

La escena central del recuerdo, quitar las flores a una niña, es una alusión simbólica o metáfora de desflorar. El carácter sexual de la fantasía le impide su acceso a la conciencia, y por transacción polisémica emerge como recuerdo infantil irrelevante.
Y habría un segundo deseo reprimido que encuentra satisfacción en este recuerdo encubridor o elaboración sustitutiva, que tiene que ver con el bienestar material representado por el pan.
¿Y por qué sería éste un deseo reprimible?. Aquí Freud interrumpe el análisis de esta línea asociativa que por los datos facilitados remite al padre y a sus planes de cambio de carrera y de esposa.
No pensemos que los recuerdos encubridores son un tipo especial de recuerdo. En realidad todo recuerdo es un recuerdo encubridor. Lo que nuestros recuerdos nos muestran son verdaderas formaciones del inconsciente, los hechos revividos sufren una elaboración que obedece a mecanismos que escapan a nuestra conciencia.
Y este es el objetivo final de este pequeño estudio freudiano, mostrarnos que el objeto de estudio que el propone, esto es el inconsciente, no es una elucubración metafísica, sino que posee manifestaciones positivas: los síntomas histéricos y los recuerdos nimios normales, son dos ejemplos. Y está al llegar su interpretación de lo que llamará “la vía regia al inconsciente: los sueños.

El sentido primordial que tiene este desarrollo es demostrar que lo que dice la Psicología no se cumple con los recuerdos indiferentes. La Psicología sólo habla del mecanismo de los recuerdos importantes. Pero la paradoja es que la mayoría de las escenas importantes de nuestra vida en realidad no las recordamos, y sin embargo estamos bombardeados por escenas insignificantes que emergen en nuestra conciencia.
“¿Porqué me acuerdo tanto de esos calcetines blancos que yo tenía a los siete años?”
Ahora, si yo me tumbo en el diván y empiezo a asociar veré que esos calcetines blancos son una sustitución transaccional que por contigüidad asociativa, o por asociación simbólica, o por polisemia, me mostrará cual es esa representación que está reprimida y que emergió disfrazada.

Y ese mecanismo es el mismo que funciona en todas las formaciones del inconsciente.
¿Qué vimos en los síntomas? Pensemos en Isabel de R.
- Isabel sale a divertirse con su novio y el padre que agrava su enfermedad. Surge el conflicto entre su deber filial o su placer amoroso.
- A partir de ese conflicto habrá una represión. Represión de esa representación o idea inaceptable para la burguesía de la época.
- En un segundo momento, ante la reaparición de la idea inaceptable, su represión es al precio de un síntoma, que es el resultado de una transacción: el dolor moral es sustituido por un dolor físico. Y este sí puede manifestarse como síntoma, por conversión somática del afecto incompatible.

CONFLICTO > REPRESIÓN > TRANSACCIÓN : SÍNTOMA


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