"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090420

SEMINARIO I, CLASE 20:ACTOS FALLIDOS VS. ILUSIÓN DE LIBERTAD PSÍQUICA


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David del Real: La partida


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CLASE 18/01/07

Perturbaciones del discurso conciente
El mecanismo del olvido y la contradicción
El lapsus de Zapatero

Seguimos con el tema de libertad o determinismo psíquico.
¿De qué manera vemos en la realidad práctica cómo todos, desde el campesino más rústico hasta el intelectual más elitista, se creen poseedores de libertad psíquica?
Pues en la creencia de que los accidentes se deben a la fatalidad, o que los olvidos son casuales, o que los sueños son ocurrencias insensatas de la mente. Esa es la creencia en la libertad psíquica. Cuando uno reflexiona en todos estos tropiezos que escapan del gobierno de la conciencia y se empieza a plantear que lo accidental, o la casualidad no es tal, está poniendo en duda la pretendida libertad psíquica de nuestros pensamientos, palabras y actos. Y el psicoanálisis se hizo cargo de sistematizar una teoría que explicara esto que los poetas y literatos de todos los tiempos nunca dudaron.

Cuando decimos que no hay libertad psíquica decimos algo muy concreto, nos referimos a que los productos psíquicos que un paciente trae a análisis -sueños, síntomas, lapsus, fallidos- no son fruto de una producción libre y azarosa, sino que responden a un determinismo, a un mecanismo gobernado por leyes, que son las que en este curso, siguiendo los escritos de Freud, estamos intentando comprender y enunciar.
Conflicto, represión, inconsciente, son algunos de los conceptos fundamentales que vamos encontrando en este recorrido.

Estamos trabajando los olvidos, producciones psíquicas aparentemente insignificantes, porque desde ellas Freud puede hacer extensiva su teoría más allá del campo de la llamada enfermedad mental, incluyendo también sus principios en el funcionamiento del llamado individuo normal. Por eso necesito que le prestéis toda la atención que se merece, pues nos sirve para poder subrayar una pieza fundamental, que es el inconsciente, de cómo opera el inconciente.

El mecanismo que vimos la vez pasada con respecto al olvido del nombre “Signorelli”, y el que veremos hoy con respecto al olvido del término “aliquis” es el mismo, de cómo algo del orden de un pensamiento perturbador se mete en el discurso conciente y lo perturba.
En el caso de Signorelli aparecen dos términos en lugar del olvidado, que tienen el valor de transacción. Esto que se presenta como transacción es lo que llamamos recuerdo sustitutivo. Hoy veremos un ejemplo de olvido que se presenta sin recuerdo sustitutivo.
La otra cuestión de Signorelli es que el desplazamiento de un elemento a otro, la posibilidad de que un elemento olvidado aparezca representado por un elemento sustitutivo, el mecanismo de desplazamiento se produce a través de conexiones asociativas externas, dice Freud.
En el caso que vamos a ver hoy la conexión asociativa será interna. Freud llama asociación externa las que responden al significante, y asociación interna las que son alimentadas por el significado.

El caso es como un pequeño cuento. Es en otro viaje de vacaciones, con otro joven viajero conocedor de sus publicaciones, y llegan a tratar el tema del antisemitismo. Este joven se quejaba de que su generación estaba destinada a la atrofia, porque los judíos no tenían posibilidades de acceder a puestos importantes. El joven, exaltado por este tema, quiso cerrar su exposición con una frase en latín: “Exoriare….” pero no consigue recordar como sigue: “Exoriare aliquiss nostris ex ossibus ultor!” El sentido de la frase en castellano es: “Deja que alguien surja de mis huesos como vengador!”.
Están hablando de que los judíos están siendo dominados y el orador invoca una frase de un clásico clamando la venganza de los hijos.
¿Porqué esta frase fue perturbada al punto tal que no pudo ser pronunciada? ¿Qué elementos reprimidos fueron puestos en asociación con dicha frase? Freud nos mostrará cómo el elemento perdido “aliquis”roza un complejo personal.
La primera ocurrencia que trae el orador es “a-liquis”. A continuación se e ocurren una serie de palabras por asociación externa o de significante: “reliquias” y “licuefacción”.
A partir de allí prosigue riendo con burla: “Pienso en Simon de Trento”
Freud nos cuenta la historia de este personaje: lo mataron de niño y se culpó a los judios de utilizarlo para un sacrificio. Tipicas persecuciones inquisitoriales, acusación que motivó la expulsión de los judíos de Francia. En Trento, donde están las reliquias de San Simón. Y la serie de asociaciones a partir de “reliquias” conduce a San Genaro. Este santo es más conocido por el milagro de la licuefacción de su sangre todos los años. Una vez se atrasó la licuefacción cuando estaban los franceses ocupando la ciudad. Entonces entró en escena Garibaldi ordenando que la sangre se tenía que licuar. Y la sangre se licuó. Y cuando está refiriendo el retraso de la licuefacción se interrumpe.
Instado por Freud a que diga que nuevas ideas interrumpieron el curso de sus pensamientos, se resiste a hacerlo por ser cuestiones íntimas. Por fin cuenta que está saliendo con una señora de la que podría recibir una noticia preocupante. Y Freud se le anticipa: “…que se le habría retrasado la menstruación”

El retraso de la licuefacción aparece, entonces, como metáfora del retraso de la regla. Y aquí es donde Freud va a colocar lo reprimido, rescatando un elemento que en el análisis de las asociaciones había quedado excluido y que el agrega en una adición posterior al texto: el olvido de la palabra aliquis había sido reemplazado por un sustitutivo que en realidad es el elemento primero de la frase,“exoriare”, reiterado. La insistencia de “exoriare” aparece como elemento sustitutivo. Y preguntado el joven en ese momento, que se le ocurría con exoriare: el respondió “exorcismo”. Estamos ante una asociación externa: uno remite al otro por su resonancia fonemática.
A esta altura lo que Freud nos va a empujar es a aceptar que siempre que hay olvido de palabras, siempre hay recuerdo sustitutivo, siempre hay un término transaccional. En algunos casos el paciente no lo dice; en otros casos puede ser la intensificación de un término anterior. Pero tomemos como regla que cuando se olvida una palabra, ante el intento de recordarla, siempre aparecerá un sustitutivo.

Aquí hay una opinión de otro analista que escribe sobre el caso de los olvidos, Wilson, y el dirá que “exorcismo” viene a ser el mejor sustituto simbólico para los pensamientos reprimidos acerca del aborto de un niño no deseado.
Cuando hablamos de lo reprimido tenemos que pensar su derivación en distintas líneas de conexión lógica. En este caso tenemos algo del orden de conflicto moral que se le produce a este señor entre su deseo de tener hijos y su deseo de abortar, ante una posible paternidad ilícita. Otros niveles de conflicto tienen que ver con el hijo como vengador, en relación al antisemitismo.

El esquema es tan diáfano, tan simple, nos muestra cómo la palabra olvidada remite por asociación significante y por asociación simbólica al contenido reprimido, a mostrarnos que el mecanismo del olvido está puesto en acción porque lo que se produce es una contradicción interna entre tener y no tener hijos.

Siguiendo con la Psicopatología de la vida cotidiana, cualquiera de los olvidos, o de las equivocaciones, o las pérdidas de objetos, etc, todos esos pequeños accidentes, Freud los va a llamar actos fallidos. Su característica es que son insignificantes, que ocurren en la vida cotidiana, de corta duración, de escasa importancia.
Lo que decimos del síntoma como fracaso de la represión y triunfo de lo reprimido es aplicable a los actos fallidos. El destino de lo reprimido es retornar. El triunfo del deseo inconciente

Los poetas son los que mejor conocen el mecanismo de las funciones fallidas y su relación con el deseo inconciente, a diferencia de la teoría psicológica que las reducen de modo simplista a perturbaciones de la atención.
La concepción popular es ambigua, porque por un lado lo toma como fenómenos casuales o premonitorios que el sujeto sufre pasivamente; pero al mismo tiempo suelen interpretar dichos fallidos como algo que compromete activamente al sujeto.
Por un lado hay un determinismo reflejado en los dichos populares, que tiene amplia aceptación, y es la referencia al destino o fatalidad. La creencia en lo sobrenatural, en la divinidad, viejas fórmulas para alejar de uno la responsabilidad de lo que le pasa.
Sin embargo, la opinión pública es capaz de denunciar los lapsus u olvidos de los otros, no los suyos, como manifestaciones de un deseo inconciente. Sino, vean lo que le paso al presidente Zapatero con el lapsus “accidente” en lugar de “atentado”. Y tienen razón, ese lapsus está mostrando el lugar de conflicto en relación al uso que la oposición está haciendo de la politica antiterrorista del gobierno: “si hubiera sido un accidente en lugar de un atentado no tendría que sufrir el acoso que estoy sufriendo”.

Freud pone en evidencia el lugar del yo como incapaz de gobernar lo que pasa en su casa, y esto a la gente le irrita. No se quiere saber nada del determinismo más allá de la conciencia.
Cuando veamos casos clínicos veremos cómo, ante el mecanismo del deseo inconciente, estas resistencias son cada vez más feroces, resistencias con las que nos defendemos para seguir ignorando lo que pasa, que no es la casualidad, no es culpa del otro: la dificultad en hacerse cargo que uno es protagonista de las cosas que le pasan.

ACTOS FALLIDOS --------- Equivocaciones (orales, escritas, de lectura, de audición)
. O --------- Olvidos (de nombres, de propósitos)
LAPSUS --------- Pérdidas de objetos

Las funciones fallidas son actos psíquicos poseedores de un sentido; resultan de la interferencia de dos intenciones diferentes; una de estas intenciones fue reprimida antes del discurso.
Su sentido es mostrar un pensamiento oculto y reflejan la contradicción o interferencia de dos propósitos opuestos: una es la tendencia perturbada y otra la tendencia perturbadora.


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