David del Real, Globos de gas
CLASE 8: LOS TICS DE EMMY ¿SÍNTOMA O FPS?
Emma Von N y los fenómenos vocales
¡Estese quieto, no me hable, no me toque!
Los detractores de Freud
Éxito, transferencia negativa, recaída en la enfermedad
Fórmula protectora y representación contrastante
Fobia a animales mefistofélicos
La vigencia de la pregunta por el deseo insatisfecho
Vamos a trabajar hoy un caso de Freud, el caso de
Emma von N, el primer caso clínico de Freud publicado en los “Estudios sobre la
histeria”[1].
Ustedes se preguntarán qué tiene que ver un caso de hace 130 años con los
síntomas del malestar contemporáneo. Justamente de lo que se trata es de
mostrar que la clínica freudiana supo mostrar desde sus comienzos la presencia
de casos cuyos síntomas no se ajustaban exactamente al carácter de retorno
metafórico, simbólico, de lo reprimido, como en las neurosis histéricas
clásicas. Y que la clínica de la metáfora débil, que sistematizamos con
Recalcati como la clínica contemporánea, no era extraña en la clínica
psicoanalítica clásica.
Entonces, este historial nos servirá para
ejemplificar el trabajo que estamos haciendo en relación a cómo hacer inteligible ciertos fenómenos o
síntomas cuya estructura es dudosa. En este caso vamos a ver una manifestación,
la de los fenómenos vocales, que Freud encuadra como síntoma histérico. Vamos
intentar seguir el procedimiento que Freud lleva a cabo en la búsqueda de la
curación de Emmy. Y he rescatado este caso porque en una referencia bibliográfica
leo que los historiadores del psicoanálisis han ido rescatando los viejos casos
de Freud, y hay un interrogante puesto sobre este diagnóstico de histeria.
Dos
trabajos recientes cuestionan los diferentes diagnósticos de histeria o melancolía
formulados por Freud y sus sucesores; se sostiene que Fanny Moser (Emmy von N)
padecía en realidad la enfermedad de tics convulsivos descrita por Georges
Gilles de La Tourette (1857-1904). Con este debate se ha reactivado la antigua
disputa que opuso siempre a los partidarios de la psicogénesis y los defensores
de la organogénesis.[2]
Entonces, dejaremos abierta la cuestión de si estos
fenómenos vocales que Freud considera falsos tics, se confirman como síntomas
histéricos, o es necesario hacerlos inteligibles a la luz del llamado
holofrásico.
1
Es un caso extenso pero sustancioso. Llama la
atención como un caso muy florido, donde hay un estado confusional muy
llamativo, en donde Freud no se corta un pelo en referirlo todo el tiempo bajo
el nombre de delirios. Y recalca que entra y sale sin solución de continuidad
de un estado de alteración de la conciencia a un estado de absoluta normalidad
de la conciencia, donde ella es una mujer que dirige una empresa, en donde
ninguna de sus relaciones sabe de su enfermedad. Esta es la doble cara que no
tenemos que perder; por momentos es una loca de atar, generalmente en
situaciones de transferencia; y por momentos es una mujer triunfadora de fuerte
carácter. Podríamos decir que la locura la hace para su médico.
Esta mujer viene con 40 años a empezar su análisis
con Freud. Sabemos de ella que pertenece a una acaudalada familia de origen
alemán pero que vive en Rusia. Que a los 23 años se casó con un más acaudalado
hombre de finanzas, 40 años mayor que ella que al morir le deja toda su
fortuna. Tiene dos hijas y a los 5 años de casarse un buen día el marido se
desploma muerto. Este es para Freud el acontecimiento traumático, a partir del
cual aparecen sus síntomas. No nos olvidemos que estamos en 1889, Freud hace
poco que ha vuelto de Paris, y de su
importante experiencia con Charcot. Está en los orígenes. Este es el primer
caso en donde el devela con absoluta claridad cómo es la aplicación del método
catártico. Freud trabaja con el método hipnótico, pero con la variación original
de Breuer. No usan la hipnosis solamente para hacer sugestiones y órdenes, sino
que la usan para que la paciente descargue, haga catarsis, esto es, hable.
Estamos en los albores de un método que todavía no es propiamente
psicoanalítico.
La paciente viene a Viena y se interna en una
clínica y Freud va dos veces por día a la clínica a hacer el tratamiento. Este
consistía en los siguientes pasos: primero hablaba con ella, después la
hipnotizaba y la hacía hablar bajo trance, por último venían las sesiones de
baños aplicados por la enfermera y a continuación masajes de los que se
encargaba el propio Freud. La paciente se dormía, Freud se sentaba un rato a su
lado leyendo el periódico y después, mientras ella permanecía durmiendo, se
marchaba. Emmy estuvo siete semanas en tratamiento.
La primera descripción que Freud hace de ella en su
primera visita a la clínica es la siguiente: “Tendida en un diván con un almohadón bajo la nuca. El rostro presenta
una expresión contraída y doliente. Tiene los ojos entornados, la mirada baja,
fruncido el entrecejo, habla trabajosamente y en voz muy baja, a veces
tartamudea. Sus dedos entrelazados muestran una constante agitación, frecuentes
contracciones, a manera de tics, recorren los músculos de su cara y cuello… Con
frecuencia se interrumpe al hablar para producir un particular sonido
inarticulado, una especie de chasquido de la lengua de un sonido similar al
canto del gallo silvestre (!)….Su conversación es perfectamente coherente y
testimonia una inteligencia y cultura nada común. De este modo me resulta más
extraño aún ver que cada dos minutos se interrumpe de repente, contrae su
rostro en una expresión de horror y repugnancia, extiende una mano crispada
hacia mí y exclama con voz llena de espanto: ¡Estese quieto, no me hable, no me
toque!”.[3]
Así, nos preguntamos con Lacan ¿A dónde se han ido las histéricas de antaño?[4]
Freud dice que comparando este caso con los otros de histeria que él veía
cotidianamente, no le queda ninguna duda acerca del diagnóstico, y enumera por
qué va a decir que es una histeria:
-
“La frecuencia de los delirios y las alucinaciones en medio de una absoluta
normalidad de la función anímica.
-
La transformación de su personalidad y de su memoria durante el
sonambulismo artificial
-
La anestesia de la extremidad dolorosa
-
Ciertos datos de la anamnesis”[5]
Apoyándose en estos datos Freud diagnostica histeria. Ahora bien, nos
dice que esta histeria tiene una peculiaridad; y es que a diferencia del
síntoma de conversión que vemos normalmente, en Emmy la característica es que
la mayoría de sus síntomas son psíquicos. Así vemos como matiza el caso más
adelante:
“Ahora, cuando reviso mis notas de entonces sobre
esta enferma, me veo obligado a reconocer que se trataba de un grave caso de
neurosis de angustia con expectación angustiosa y fobia, originado por la
abstinencia sexual, y combinado con una histeria.”[6]
Una aclaración, el concepto de neurosis de angustia
es un concepto que ya no se utiliza, que Freud rescató en ese momento para
oponer a las neurosis que son referidas
a un trauma pasado. Va a hablar de las neurosis de angustia, como de las
neurosis actuales, intentando especificar aquellos cuadros donde el síntoma más
evidente es la angustia, y cuya referencia está puesta en el tema de
abstinencia sexual.
Vemos entonces que lo que primero cataloga como un
caso de histeria después lo va a matizar diciendo que es un caso combinado de
neurosis de angustia con histeria. Sin embargo, a partir de que se construye
con más precisión lo que son las estructuras clínicas freudianas se impone la
estructura histérica sobre todas las otra neurosis solapadas en este cuadro.
Hoy, si hablamos de Emmy desde la perspectiva freudiana, hablamos de histeria,
aunque algunos post-freudianos hablan de melancolía: “Fanny Moser(Emmy
von N) era más una víctima de la
melancolía que de la histeria”[7]
Entonces, a esta mujer, con 28 años, se le muere el
marido. Ella está parturienta, hace un par de semanas que acaba de tener a su
hija pequeña que también se llama Emmy.
Y con la muerte del marido llegan los reclamos de los hijastros del
primer matrimonio de aquél, que la acusan de haberlo envenenado. Todo esto
acompañado de una campaña de desprestigio social, con notas en los periódicos,
que le cierran a Emmy las tan anheladas puertas de la aristocracia europea. Y
ella queda, desde ese día, sospechosa del asesinato de su marido. Evidentemente
si ella se había casado con un rico anciano cuarenta años mayor que ella era
con la idea de escalar posición social. Y de pronto lo pierde todo.
Y en este marco empiezan a aparecer todos los
síntomas que se irán agravando progresivamente.
Ese es el trauma central sobre el que Freud va a trabajar.
Emmy tiene entonces 7 semanas de tratamiento con
Freud y vuelve a su residencia. Al año tiene una recaída. Primero se niega a
retomar el tratamiento con Freud, pero, tiene una relación de amistad personal
con Breuer quien la convence. Ella retoma entonces otras 8 semanas, para volver
a interrumpir. Un año más tarde Freud recibe una carta de Emmy, quien, preocupada
por su hija mayor de 17 años, le pide
que la vea. Entonces Freud viaja a la residencia de verano de la familia Von
Moser, verdadero apellido de la paciente.
2
Algunos críticos dicen que Freud no curó a Fanny
Von Moser, porque no era una histérica sino un Síndrome de la Tourette. Es un
nuevo intento de los organicistas de intentar poner en duda la construcción
freudiana. Siendo honestos con Freud, éste
nunca dijo que hubiera curado a Emmy
“El resultado terapéutico fue, en general,
muy considerable, pero poco duradero, pues dejó intacta la capacidad de la
paciente para volver a enfermar bajo la acción de nuevos traumas”[8].
También dice que hubo algunos fenómenos en los que
no tuvo tiempo de penetrar. Si leemos todo el caso nos encontramos que Emmy no
trajo ninguna referencia sexual, salvo que ella, si bien no habla de su
sexualidad, habla de su fobia. Pero no es una paciente como las otras
histéricas que le siguieron, en las que Freud sí apuntó a las representaciones
sexuales. No se habla en ningún momento de la sexualidad de Emmy. La única
referencia que ella hace es, cuando al año de haber terminado, le escribe
pidiéndole que venga a ver a su hija, y se encuentra allí que hay un señor
revoloteando alrededor de Emmy, y ésta le dice a Freud: ¿Puede Ud. creer, doctor, que tengo un pretendiente para volver a
casarme? Es la primera vez que ella hace una referencia a lo sexual, a su
deseo por otro hombre.
Freud en este momento, alrededor de 1890, todavía
no ha desarrollado la etiología sexual de la histeria, si bien tiene algunos
indicios, por lo que vio en la Salpetrier, no por lo que se decía oficialmente,
sino por lo que se murmuraba soto voce:
“…esta lo que necesita es un buen polvo”. En sus desarrollos teóricos,
ninguno de estos grandes psiquiatras decían que la histeria tuviera una
etiología sexual. ¡Vade retro! Oficialmente era una etiología orgánica. Cuando
en la psiquiatría se acuñó el término neurosis, no se estaba hablando de una enfermedad de etiología psíquica; se
referían a una enfermedad de los nervios, del sistema nervioso, aposentada en
lo neurológico,
La neurosis histérica, como su nombre “hysterum”
indica, tenía su sede etiológica en una disfunción de los nervios de la zona
uterina. Y se hablaba así también de neurosis cardiaca, neurosis estomacal o
digestiva, etc.
Y cuando va a ver a la hija, manifiesta su
preocupación porque la ve siguiendo los pasos de la madre. Nosotros ahora
podemos pensar aquellas cosas que Freud no dice, o no ve, o no escucha, pero
que Freud escribe, lo deja para que nosotros lo rescatemos. Y es que se
encuentra a Emmy, con un candidato a volver a casarse, y la hija que entra en
crisis.
Freud no vuelve a saber más nada de esta familia,
hasta 4 o 5 años después, en que se encuentra con un colega que vive en esa
ciudad, y se entera que Emmy había
estado también bajo su tratamiento. “Me
entero- dice Freud- que con muchos
otros médicos había llegado a la misma situación que conmigo: éxito,
transferencia negativa, recaída en la enfermedad.”
Porque Emmy culpa a Freud y a otro psiquiatra por
el agravamiento de su hija. Y lo que Freud dice es algo que nos hace pensar el
punto por donde este análisis no podía avanzar, porque Freud en aquel momento
inicial no sabía operar con ese emergente: nos referimos al fenómeno de la
transferencia.
La dos referencia finales que tenemos de Emmy son
que, treinta años después, en 1920, Freud recibe una carta de la hija mayor en
la que le solicita un informe con el diagnóstico de su madre, porque ella en
este momento quiere hacerle un juicio a la madre porque ésta no suelta el
dinero. Lo que también sabemos por algunos historiadores que se dedicaron a
descifrar sus casos clínicos, es que después de ser acusada de haber envenenado
a su marido, llevó una vida errática, tomó amantes entre sus médicos y terminó
por enamorarse de un joven que le robó una parte de su dinero.
Los affaires
amorosos con los distintos médicos que la trataron pueden hacernos sospechar
que con Freud algo también habrá intentado. Pero Freud no la dejó entrar, no se
percató, lo negó, seguramente no quería caer en el mismo enredo de Breuer con
Anna O.
Freud en esa época se centraba en los síntomas y la
búsqueda de los traumas infantiles, sin percatarse de la transferencia.
3
Volviendo a ese tic, ese fenómeno vocal que los médicos
traducirían a posteriori como un síndrome de la Tourette, tenemos que escucharlo
al pié de la letra: “¡No me toque!”. Es
que él le daba masajes. “¡No me hable!”
Es que él le preguntaba y hablaba demasiado. “¡Déjeme hablar!” Es que él la interrumpía. Y a los pocos años se
confirma cómo su método se asienta en la medida en que deja de tocar, de
interrumpir, de hablar.
¡Estese
quieto, no me hable, no me toque!
parece como mandado a hacer para mostrarle a Freud la dirección por la que
tiene que avanzar su método.
Pero desde la perspectiva de lo que es el análisis
del síntoma Freud va a señalar algo muy interesante, lo que llamará las
fórmulas protectoras, aquellas frases que se le imponen al paciente como manera
de proteger otra representación que es la que intenta surgir y pasa a ser
desviada. Fórmulas protectoras ¿ante qué? ante su deseo. Freud está hablando
del deseo inconsciente, y en este caso, la fórmula protectora enunciaría el
deseo inconsciente en forma denegada “¡No
me toque!”.
En relación a otro síntoma de Emmy, es muy
interesante cómo Freud rastrea el chasquido de la lengua, lo va a llamar
representación contrastante. Veamos cómo es la construcción que hace:
“…le pregunto si ha hablado siempre con ese
tartamudeo, y desde que tiempo padece ese singular chasquido de la lengua. El
tartamudeo lo ha padecido a partir de la aparición de su enfermedad después de
la muerte de su marido; y en relación al chasquido recuerda que apareció hace
cinco años, en ocasión de hallarse velando a su hija enferma, y cuando se
propuso guardar el más absoluto silencio.”[9]
Ante una situación de especial carga emocional,
como es la enfermedad de la hija, la idea de que tiene que evitar a toda costa
hacer un ruido que perturbe su sueño se convierte en una especie de orden
obsesiva, que, a lo que la conduce es a hacer exactamente lo opuesto de lo que
se proponía hacer. El guardar silencio
se ve roto por la emergencia de una representación contrastante, en este caso,
el chasquido de la lengua; en otros casos será el tartamudeo.
Freud le pide que le explique la significación de
la frase “estese quieto”, y Emmy le cuenta que cuando tiene ideas
angustiosas, teme ver interrumpido su curso, entonces se embrolla aún más su
pensamiento y crece su malestar. Y explica el “estese quieto” por las figuras de animales que se le aparecen
arrojándose sobre ella. Tenía constantes escenas de zoofobia con animales que
la aterrorizaban: sapos, culebras, murciélagos - todos animales mefistofélicos-
en donde, ya desde la teoría de la fobia que Freud va a desarrollar después,
dará como explicación que todos esos animales tienen carácter de bestialismo en
el sentido de animales que representan lo bestial de la sexualidad. Es decir,
Emmy no habla de su sexualidad, pero habla de sus miedos. Y Freud dirá después
que en estas zoofobias tenemos la manifestación de una sexualidad imaginarizada
como bestial.
Otra asociación acerca del ¡No me toque! lo refiere a sus hermanos, ella era la número trece
de catorce hermanos. Y de catorce hermanos diez habían muerto, sólo habían
sobrevivido cuatro. Uno de ellos, un morfinómano que padecía terribles ataques
teniendo la paciente 19 años, el hermano, en medio de un ataque la había
abrazado fuertemente. Aquí tenemos otra pista de las emociones sexuales reprimidas
de Emmy.
Otras imágenes son de la locura de la madre, cuando
la internan en un psiquiátrico. Primas, tíos, hermanos, está rodeada de locos.
La fórmula protectora tiene diversas connotaciones. Ella la va usando en
función de todos estos miedos, el miedo a sus emociones sexuales, o a ser
agredida por un loco. Trae también escenas de su pasado donde ella es objeto de
juegos sádicos.
Otra manera de leer el origen del tartamudeo es una
escena en la que está en un coche, cae un rayo delante de los caballos, los caballos
se espantan. En ese instante ella pensó que no tenía que gritar porque los
caballos se asustarían más, pero contra su voluntad se puso a gritar. Freud ve
que cada vez que ella se reprime en decir algo, en contraposición aparece un
tic de estos: el tartamudeo, el chasquido o el grito.
4
En todos estos ejemplos de tics, Freud va a hablar
de falsos tics. Porque el concepto tic, médicamente es considerado producto de
una convulsión involuntaria sin sentido. Mientras que para Freud en cada una de
estas manifestaciones es posible desentrañar un sentido. Estamos entonces en
presencia de un síntoma tal como Freud elaborará progresivamente el concepto,
como formación de compromiso ante el retorno de un deseo reprimido. Los
fenómenos vocales de Emy están más allá de un simple fenómeno motor, y deben
ser entonces considerados como síntomas histéricos, y diferenciados de otros
tics, como los llamados Síndrome de la Tourette, que tendrían que ser pensados
desde el psicoanálisis como respuesta a otro tipo de llamado, no en relación al
sujeto del inconsciente, sino dentro de lo que venimos estudiando este año,
bajo el concepto de formación holofrásica. Tendríamos entonces que diferenciar
cuándo un tic es un problema neurológico, de cuándo un tic es inteligible como
síntoma histérico, y de cuándo un tic puede ser entendido desde el llamado
holofrásico como un fenómeno psicosomático. El indicador clínico por excelencia
de que estaríamos en presencia de una holofrase - esto es, la solidificación
significante que impide que un significante remita a otro significante – se
manifestaría como la incapacidad del analizante de asociar nada en relación con
sus manifestaciones somáticas. No es el caso de Emma von N.
En este caso el método freudiano está todavía
pegado a lo orgánico, por influencia de Breuer que insiste en su teoría del
estado hipnoide, de la sumatoria de excitaciones. Pero ya se está empezando a
plantear el divorcio que llevará a Freud a priorizar la teoría dinámica del
conflicto en la base de la histeria. No se trata de una acumulación de la
excitación nerviosa sino de la teoría del conflicto y la represión.
Para Breuer las histéricas tienen una
predisposición a esta acumulación que llama estado hipnoide. Sigue estando
presente allí la teoría de la degeneración nerviosa.
Freud habla muy bien todo el tiempo de Emmy. Está
muy loca pero sale de sus crisis y es una mujer excepcional. ¿Por qué subraya
Freud esto? Porque quiere manifestar que ya basta de hablar de degeneración
nerviosa en la histeria. ¿Quién puede decir que esta aristocrática dama, tan
inteligente, tan segura de sí misma, es una degenerada? El defiende la teoría
de la psicogénesis, el está construyendo la teoría del trauma aún apoyado en el
hecho históricamente acontecido. Aún está lejos del momento en que descubra que
sus histéricas le mienten, que se apoyan en fantasías, y pueda acuñar el
concepto de realidad psíquica y fantasma.
El cuestionamiento de ciertos comentaristas
criticando el diagnóstico de histeria de Emmy von N y apuntando que padecía en
realidad la enfermedad de tics convulsivos descrita por Georges Gilles de La Tourette,
nos parece interesado, un nuevo intento de rescatar la organicidad. Ya Freud en
1896 nos decía, citando explícitamente al tal Guilles de la Tourette:
Me dirijo especialmente a los discípulos de J.-M.
Charcot para proponerles algunas objeciones a la teoría etiológica de las
neurosis que nuestro maestro nos ha trasmitido. Conocemos el papel atribuido a
la herencia nerviosa en esta teoría. Para las afecciones neuróticas, es la
única causa verdadera e indispensable; los otros influjos etiológicos sólo
pueden aspirar al nombre de «agentes provocadores».
Es lo que
han enunciado el propio maestro y sus alumnos, los señores Guinon, Gilles de la
Tourette, Janet y otros, respecto de la gran neurosis, la histeria, y creo que
la misma opinión es sostenida en Francia, y un poco por doquier, respecto de
las otras neurosis, aunque no se la haya formulado de una manera tan solemne y
definida para esos estados análogos a la histeria.
Desde hace
mucho tiempo abrigo sospechas en esta materia, pero me fue preciso esperar para
hallar hechos que las corroboraran en la experiencia cotidiana del médico.
Ahora mis objeciones son de un orden doble: argumentos de hecho y argumentos
derivados de la especulación. Empezaré por los primeros, ordenándolos con
arreglo a la importancia que les concedo.[10]
Para terminar, agregar que para la inteligibilidad
de este caso de histeria no se pueden obviar los avances que Freud fue dando a
partir de este primer historial a lo largo de su carrera, hasta desembocar en
su famoso “Caso de la bella carnicera”, en la que nos mostraría aquella interpretación
que sirvió después a Lacan como punto de apoyo a su lectura de la histeria: «Ella está obligada a crearse en su vida un
deseo insatisfecho».
[1]
Freud, S. Estudios sobre la histeria, pág.55,
Tomo I, Obras Completas, Biblioteca Nueva
[2]
Roudinesco, E. y Plon, M. : Diccionario
de Psicoanálisis,(entrada Moser Fanny), Paidós
[3]
Freud, Idem, pág.55
[4]
Lacan, El Seminario, Libro 24, Clase
8, inédito
[5]
Freud, Idem, pág. 78
[6]
Freud, Idem, pág.141
[7]
Roudinesco, E. y Plon, M.: Idem
[8]
Freud, Idem, pág.87
[9]
Freud, Idem, pág. 58
[10]
Freud, La herencia y la etiología de las
neurosis, Pág. 277, Obras Completas, Biblioteca Nueva