"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090420

SEMINARIO II, CLASE 16: EL TRATAMIENTO PRELIMINAR EN ANOREXIA

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Matisse: "Flores"






















CLASE 13/06/06

Distintas lógicas de la cura
El síntoma significante y el sujeto dividido
El fenómeno signo y el sujeto de la certeza
Tratamiento preliminar de la demanda
Tratamiento preliminar del goce
Operación de rectificación subjetiva

Hoy vamos a abordar el aspecto del tratamiento, del abordaje clínico del sujeto anoréxico-bulímico. ¿Es analizable el sujeto anoréxico-bulímico? veremos que para que esto sea posible es necesario un tratamiento preliminar.

Hay distintas lógicas de la cura que intervienen en este abordaje. El más corriente es el de “la intervención integrada”: médicos, nutricionistas, terapias cognitivas de comportamiento y de aprendizaje. Lo que buscan es curar a partir de readaptar. Es una intervención que intenta una corrección progresiva, una reeducación de hábitos. Pero, desde nuestra perspectiva, lo que llamamos el sujeto lo dejan en la oscuridad.
Hay que tener en cuenta que lo que mueve a este modelo es la búsqueda de la eficacia. Tiene una urgencia médica y a partir de allí hay que ser eficaz, es decir, evitar que el paciente se muera. Es por ello que tampoco tenemos que caer en la posición de desconocer la necesaria intervención del equipo interdisciplinario en las situaciones de emergencia vital.
Desde la perspectiva psicoanalítica hay una cierta tradición que tiene que ver con la línea post-kleiniana que define la dirección de la cura bajo lo que llaman “la intervención desde la contra-transferencia”. Se trata de ofrecer una especie de maternaje en el sentido de Winnicott, una especie de sostén, “holding”, de contención afectiva, cognitiva, comportamental, de alguna manera es dar respuestas desde un maternaje positivo, proteccionista, en oposición a lo que sería un maternaje devorador.

El abordaje del psicoanálisis clásico en base a interpretación-regresión es insuficiente para abordar estos casos. Intentemos redefinir el problema: ¿porqué decimos que el sujeto anoréxico-bulímico no es analizable desde los supuestos del análisis clásico dirigido a neuróticos?

Un sujeto neurótico es aquel que trae un síntoma. Caracterizamos al sujeto neurótico como sujeto dividido , sujeto que se encuentra ante la falta de certeza acerca de lo que es su deseo.Y frente a su división intenta aliviarla a través de una identificación. Y el síntoma es inevitablemente el fracaso de la identificación, en tanto lo que la identificación intenta es soldar la división. El síntoma muestra el retorno de lo reprimido, es decir, muestra al sujeto del inconsciente.
Cuando decimos sujeto dividido nos referimos al sujeto que, por una cuestión estructural de estar inserto en el lenguaje no es dueño de lo que dice, se ve sorprendido por la irrupción del inconsciente, se ve desorientado por la aparición de algo que no controla. Sujeto dividido es sujeto interrogante, en duda, fuera de certeza.

En cambio en la anorexia nos encontramos con un sujeto de certeza. La clase anterior trabajamos el concepto de holofrase para intentar mostrar esa especie de rigidez, de congelación que hay en la identidad anoréxica, por la cual su cuerpo flaco pasa a ser, no una metáfora, como es el dolor en la pierna en la neurosis clásica, como es el síntoma de conversión en la histeria. En la neurosis el síntoma es metáfora del sujeto en tanto dividido por un deseo del que no sabe.
En el caso de la anoréxica lo que tenemos es un sujeto sin división, en el sentido de que la anorexia no es un síntoma sino que es aquello que la representa, la identifica como un signo, como un emblema. En ese sentido decimos que la anorexia no hace síntoma, la histeria hace síntoma, la neurosis hace síntoma. Mientras que en la anorexia no hay una metáfora, lo que hay es un signo. Ahora veremos la diferencia entre metáfora y signo, a partir de lo que sería el análisis lógico-lingüístico que Lacan trabaja.
La anorexia no la podemos leer como un síntoma. La anorexia es un cuerpo lesionado y la anoréxica es ese cuerpo, así como decimos que el drogadicto en su adicción es esa adicción. Hay una identidad cerrada sobre sí misma: “yo soy el que soy”. No hay ninguna posibilidad de metáfora ni deslizamiento, ni representación.
Cuando decimos que en el síntoma hay metáfora decimos que hay posibilidad de que un significante represente por sustitución a otro significante. El dolor en la pierna, dirá Freud, sustituye al dolor moral.
En cambio el signo sólo remite sobre sí mismo, no hay deslizamiento de sentido posible, como ocurre con el significante. En la misma línea decimos del lenguaje de las abejas que no es un lenguaje sino un código, pues se compone de signos que remiten sólo a sí mismos. Mientras que el lenguaje del ser-hablante es mucho más que un código, porque cada término remite a otro término.

Esta aclaración nos sirve entonces para discriminar el carácter de “signo” que tiene la anorexia, en oposición al carácter de “significante” que tiene el síntoma neurótico.
El primer caso compromete al cuerpo real, lo lleva al grado de la momificación; mientras el síntoma sólo compromete al cuerpo en tanto imaginario-simbólico.

Entonces, cuando nos encontramos ante una clínica, no del síntoma, sino del signo, el abordaje clásico del psicoanálisis tiene que ser reconsiderado. Y aquí es donde tenemos que intervenir desde un abordaje previo a la cura psicoanalítica propiamente dicha.
Es interesante la diferenciación desde la lógica lingüística del concepto de signo del concepto de significante. El significante no representa una cosa sino que representa al sujeto para otro significante. El significado no es la cosa, sino el efecto de encadenamiento de significantes.
El significado se precipita a partir de la sustitución significante, metafórica o metonímica. Es el punto en la frase el que abrocha el significado.
El signo es signo de la cosa, está adherido a la cosa. No tenemos posibilidad del juego de sustitución. “Yo soy anoréxica ¿no lo ve, doctor? no hace falta decir más nada”
Esa certeza es la que nos plantea la dificultad de trabajar propiamente en la cura psicoanalítica, de abrir la posibilidad de que se deslice el significado.
La anoréxica lo que trae es una fijación, un congelamiento tan grande en el goce que sólo a partir de que esa fijación se pueda resquebrajar, que se pueda cuestionar la evidencia entrará la vacilación, la duda, la interrogación y a partir de allí habrá posibilidad de empezar a trabajar con la interpretación.

Estamos trabajando con la idea de que la anorexia no toda neurosis es, no se explica solamente desde la neurosis. Si bien podemos ver la maniobra anoréxica como una maniobra histérica, esto no alcanza para definirla, y trabajar el fenómeno anoréxico como un síntoma. En la histeria tenemos posibilidad de traducción, de decir que un significante sustituye a otro significante, que un dolor está representando otro dolor. Esta posibilidad de intervención semántica la tenemos inmovilizada de entrada en la anorexia. Antes habrá que histerificarla progresivamente.

La anorexia es para la anoréxica su carta de presentación, su insignia, su ser. Uno puede decir “yo soy del Atlethic” y pone el ser allí. Hay mucha gente con una pobreza simbólica tal que se tiene que sostener de una bandera. Otros dicen “ yo soy Psicoanalista”, bueno, ahí hay un poco más de elaboración simbólica; “ yo soy padre”, etc. Cada uno se aferra a un significante, pero es que la anoréxica se aferra a un signo, a un escudo, su cuerpo flaco, su ser “momificado”, que la libera de la nada, la libera de la psicosis. Por eso hay que tener precaución con la anoréxica, porque si le rompes el escudo la puedes precipitar en la psicosis.

Ante el fenómeno anoréxico no es tan fácil definir sobre qué estructura se apoya. Se trata de admitir la posibilidad de un espacio que, sin adscribirlo a la estructura neurótica ni a la estructura psicótica, responda sin embargo a ese otro criterio que vimos la clase pasada, que es el de la inclinación holofrásica, del discurso construido como signo.

Volviendo a la dirección de la cura, vamos a ver la estrategia de rectificación del sujeto previa a la cura.
Además de reconocer los poderes de la palabra el Psicoanalista está también obligado a reconocer sus límites. Toda esta estrategia de rectificación que veremos a continuación sólo es posible si el sujeto no está en peligro de muerte, pues en este caso el tratamiento por la palabra queda supeditado a la intervención médica.
Vamos a resumir tres momentos en este tratamiento preliminar y explicitar algunas líneas en la dirección de la cura.


1) TRATAMIENTO PRELIMINAR DE LA DEMANDA


RECTIFICACIÓN DE LA OFERTA
Rectificar la ilusión del especialista en patologías alimenticias y ofrecer un experto en el inconsciente (rectificación del saber)

EMERGENCIA DEL SUJETO ANALIZANTE
Propiciar la emergencia de un sujeto comprometido activamente en el trabajo de análisis, en vez de esperar que le digan lo que tiene que hacer (rectificación de la verdad).
Dejar la demanda insatisfecha, no dar respuestas, poner a trabajar al sujeto
Propiciar que la demanda se articule dialécticamente en la transferencia


2) TRATAMIENTO PRELIMINAR DEL GOCE

Hacer visible el riesgo mortal del cuerpo
Hacer posible una atenuación del goce, introduciendo un elemento de vacío
Agujerear un poco la identificación idealizada.



3) OPERACIÓN DE RECTIFICACIÓN SUBJETIVA

Desplazar al sujeto respecto de la causa de su sufrimiento que ha colocado en el otro, que empiece a interrogarse por la parte que le toca en dichos sufrimientos.
Traducir el sufrimiento del que se queja en los términos de un goce del cual es promotor
Introducir un hiato entre el yo y el síntoma con el que tiende a confundirse, una des-identidad
Reemplazar la certeza de su verdad por el enigma, la vacilación, el desconcierto


El tratamiento preliminar de la demanda y del goce van simultáneamente, y en un segundo momento la operación de rectificación subjetiva le permitirá al paciente atravesar la puerta de entrada al análisis propiamente dicho. Todo lo anterior son entrevistas preliminares sobre cuya duración no hay medición previa.
Este modelo de tratamiento preliminar nos sirve también para otras intervenciones en las cuales lo que tenemos enfrente no es un síntoma en donde ya viene la dialéctica de la demanda y el deseo, sino que lo que tenemos enfrente es un fenómeno que ha congelado esa dialéctica, y sólo presenta una certeza sin preguntas. El primer paso es abrir la pregunta. La certeza es una defensa. Si le quitamos la certeza la enfrentamos a su división. Esto es lo que buscamos con el proceso de rectificación subjetiva
Hay dos niveles para la rectificación, por un lado reconocer su parte en lo que le pasa, y por otro lado, reconocer el goce que está en juego.

Lacan va a hablar de la rectificación subjetiva muy influenciado por la Fenomenología del Espíritu de Hegel, quien trabaja el recorrido de la conciencia en torno a la búsqueda de su verdad. Este filósofo propone que la conciencia en su recorrido tiene que pasar por la posición del “alma bella”, que podemos asimilar al concepto de discurso holofrásico, del que tiene la certeza absoluta. Y a través de la inversión dialéctica se produce el acercamiento de la conciencia a su verdad. Tiene que haber una inversión dialéctica en el sentido de pasar de la absoluta certeza a la falta de certeza.
Y eso es lo que propone Lacan con el concepto de rectificación subjetiva.


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