"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090419

SEMINARIO I, CLASE 14:FREUD SUEÑA CON IRMA: UN SUEÑO QUE MUEVE A RISA


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David del Real: Cabeza de mujer


CLASE 26/10/06:

El mecanismo lenguajero de los sueños
¿A quién va dirigido el mensaje?
Represión primordial y represión secundaria
Contratransferencia y deseo de analista
Censura y resistencia
El ombligo del sueño, lo real y la angustia

Este sueño que Freud desarrolla en este texto ya veremos que ha sido retomado por Lacan. Ahora vamos leerlo y después iremos viendo una serie de líneas de análisis que intentaremos responder siguiendo el trabajo de Freud.

Antes de pasar al análisis que consiste como vosotros recordaréis en dividir ese texto, que es el contenido manifiesto, en fragmentos o elementos y a partir de c/u el soñante trae asociaciones, antes de pasar a ese tema quería hacer una breve introducción para ubicar este sueño dentro de un contexto, que es el contexto temporal en cuanto a las cosas que están pasando en ese momento que Freud sueña esto, y específicamente las cuestiones profesionales. Porque lo que vamos a ver es que en este sueño se juegan cuestiones profesionales para Freud.
Para ubicar este primer nivel me gustaría recordarles lo que vimos la clase pasada en relación a la frase que abre el texto: Freud escribe la interpretación de los sueños en el año 1900 y en el prefacio coloca la siguiente frase de Virgilio: “Si no puedo conciliar a los dioses celestiales moveré a los del infierno”.
¿Por qué recojo esta frase? Porque tenemos que tener en cuenta que Freud está llegando al momento cúlmine del principal descubrimiento de su búsqueda científica. Tal es así que este texto “La interpretación de los sueños” lo considera una obra clave. El considera que ese secreto que se le revela, el de los sueños, es el gran descubrimiento de su vida, el que siempre ansió conseguir. Porque junto al secreto de los sueños lo que se le revela es mucho más grandioso, son los mecanismos del inconsciente.
Y es un descubrimiento que el vive como algo que lo coloca en una posición de zozobra, como si hubiera destapado algo infernal. Y así es en efecto, porque el inconsciente remite nada menos que a la sexualidad infantil, postulado inaudito e inaceptable para la sociedad de la época.
En ese sentido este texto es un texto fundamental, dado que a posteriori nosotros podemos decir que el inconsciente se manifiesta a través de diferentes formaciones clínicas que son las que nos permiten leerlo, pesquisarlo, y el sueño es una de ellos, no cualquiera de ellos sino “ la vía regia” dice Freud, de acceso al inconsciente.
Si hacemos un corto repaso del recorrido hecho hasta ahora, nuestro primer punto de investigación fué en torno a lo que es la histeria, el análisis de una de las manifestaciones del inconsciente que son los síntomas. Después hicimos un breve paréntesis con un tipo especial de recuerdos, que son los recuerdos nimios, en donde también Freud acentuó su carácter de encubridor de lo inconsciente. Y ahora estamos con los sueños.
Y todas estas formaciones coinciden con una estructura fundamental que es la estructura significante. Es decir, el mecanismo para elaborar un sueño y el mecanismo para elaborar un síntoma son mecanismos, en términos de Lacan, lenguajeros, tienen que ver con el lenguaje. Esta es la enunciación clave de la ley del inconsciente, que está estructurado como un lenguaje. Que Lacan haya podido decir eso es gracias a Freud. Y lo interesante es que Freud no sabía que estaba enunciando esto.
En todos sus textos, y más en sus propias experiencias clínicas como son sus sueños, Freud dice mucho más de lo que él sabe que está diciendo. Nos tenemos que sentir muy agradecidos de que, en una visión absolutamente generosa, está dándonos material que aún es vigente de análisis.

Entonces, retomo. Cuando un paciente trae un sueño, lo primero que tenemos que hacer es localizar el contexto en que se ubica ese sueño, el momento de ese paciente, en relación a su análisis, en relación a los avatares de su vida. En el caso de Freud estamos en un momento en el que él está colocando la piedra fundamental de su edificio teórico. Y está en una relación de diálogo analítico con otro profesional, el Dr. Fliess, que aparece mencionado en las asociaciones del sueño como un escucha y un dialogante muy especial. Es alguien con el que podemos decir, se plantea la posibilidad de que Freud, gracias a ese diálogo, está haciendo su propio análisis.

Entonces, este contexto que estoy subrayando ahora me interesa que lo tengan claro, porque hay una manera de definir un sueño en general diciendo que el deseo de base que vehiculiza un sueño es el de transmitir un mensaje. Todo sueño tiene una realización de deseo implícita, una realización específica que habrá que interpretar. Pero hay un sentido que es común a todos y es el de ser un mensaje. En ese sentido decimos, Freud está transmitiendo un mensaje. ¿A quién? Ahora lo veremos.

El inconsciente tiene necesidad de decir algo, algo que fue reprimido. Ahora bien, no todo el inconsciente es decible, nombrable; siempre queda un resto que no cesa de no poder decirse. Freud lo dice en una nota a pie de página: “… todo sueño presenta por lo menos un fragmento inescrutable, como un cordón umbilical por el que se hallase unido a lo incognoscible”. Entonces, el mensaje que quiere transmitir no es lo incognoscible, eso es imposible de transmitir.
La represión como mecanismo está inevitablemente condenada al fracaso; lo reprimido siempre tiende a retornar ¿cómo retorna? a través de los sueños, de los lapsus, de los síntomas, a través de todo lo que llamamos formaciones del inconsciente.
Aquí tenemos que distinguir una represión primordial, original, fundante del inconsciente, cuyo contenido pasará a constituir ese nudo imposible de desatar, y que en la dinámica inconsciente será el material que atrae a lo que será después reprimido. Y todas las otras represiones pasarán a ser secundarias, cuyos contenidos sí son factibles de retorno. La represión original es la que marca la condición humanizante del cachorro humano, inscripto a partir de ella en un mundo simbólico. A partir de que se establece este primer núcleo inconsciente se pone en marcha el wunsch, el anhelo, el deseo. Un motor de empuje al intento de capturar la falta de objeto.
Esta trama la retomaremos constantemente porque está siempre en el fondo de todas las manifestaciones clínicas que iremos estudiando.
Entonces, Freud está en este sueño manifestando la realización de un deseo específico, con un mensaje dirigido en primer lugar a Fliess, que es su analista, podríamos decir, que es aquel que tiene una palabra autorizada que le permite poner palabras a lo que es la búsqueda de su verdad. Y por otro lado hay otro destinatario global, que somos nosotros. Freud este sueño lo transcribió para nosotros.

Veamos como sigue el análisis de los elementos manifiestos. Hay un dato que es colateral pero tiene su importancia: Irma, además de paciente de Freud es una amiga de su familia. Al respecto dirá Freud: “la mezcla de esta relación amistosa con la profesional constituye siempre para el médico, y mucho más para el psicoterapeuta, un inagotable venero de inquietudes. El interés personal aumenta y en cambio disminuye su autoridad. Un fracaso puede dañar la antigua amistad que le une a los familiares del enfermo.”
Muchas veces surgen casos de porqué un analista no coge amigos como pacientes. Porque es más complicado y dificulta la necesaria intervención aséptica. Ya veremos que en este sueño esta cuestión de la amistad está implicando una actitud en Freud que ha condicionado el tratamiento. Es como si Freud estuviera demasiado exigente con Irma. Se siente más implicado. Freud es muy sensible a las inevitables referencias de su mujer y de Otto que le cuentan de Irma, de que no la ven muy bien. Hay un nivel de exigencia que le compromete en el tratamiento, con lo cual crea un obstáculo, obstáculo que en la clínica psicoanalítica se llamó “contratransferencia”: la especial implicación personal que de pronto tiene el analista con sus pacientes.
Ahora no hablamos de contratransferencia, hablamos de una única transferencia, y, todo caso, para a señalar la especificidad del lado del analista hablamos de “deseo de analista”. El deseo de analista pasa exactamente por lo opuesto a lo que sería el deseo de curar. Aquí lo que tenemos que especificar es ¿qué es curar? Por ejemplo, hablemos de un caso: es una mujer excelente profesional, excelente madre y esposa, excelente hija, etc. ¿Perfecta no? Y en el transcurso del análisis la mujer empieza a quejarse del trabajo, del marido, de su familia. ¿Qué ha pasado? Que ella ha podido descubrir que su excelencia era un sobreesfuerzo adaptativo que iba en contra de su deseo.
Entonces, desde la psicología curar sería adaptar. En el psicoanálisis la dirección de la cura va en dirección de su deseo.
Entonces, las cuestiones que el analista pone en juego en cada paciente tienen que estar apartadas de cualquier interés de “hacer el bien” del paciente. En ese sentido digo que va en contra de la curación adaptativa. El analista tiene que dejar vacante el lugar de su deseo en relación al deseo del paciente.

Sigamos con este sueño. Uno de los sentidos del sueño es que busca realizar un deseo, el de no ser responsable de los dolores de Irma, En este párrafo hay una cuestión técnica muy importante, y es cómo el subraya su creencia primera de que la dirección de la cura llegaba a su fin cuando comunicaba al paciente el origen y el sentido de sus síntomas, pensando que de esa manera su labor terapéutica había terminado, y ya era cuestión de cada paciente que hiciera lo que pudiera con lo que le había revelado.
Es un momento muy importante en la evolución de la técnica poder asumir que no basta con hacer consciente lo inconsciente. Lo que supone esta variación es reconocer que el analizante tiene que poder abandonar el lugar en el que estaba colocado en la estructura de la demanda-deseo. Y ese es el trabajo específico de toda cura psicoanalítica. El analizante tiene que poder descubrir cuál es la ganancia de goce que obtiene de su particular estrategia neurótica ante la demanda del Otro. No son relaciones simples las que tenemos con el deseo. Nunca es tan sencillo como declarar: me gusta esto, lo tengo y ya está. ¿Y porqué esa complicación? Porque estamos atrapados en la estructura lenguajera. El vínculo del sujeto con el objeto de su deseo está enmarañado, y esto es inherente al hecho de que tenemos que pasar por el nivel simbólico, por el sistema de la demanda. Ya no es posible- si es que alguna vez lo fue – agarrar de los pelos a la tía que te gusta y llevártela a la caverna.

El nivel simbólico es inherente a todas las culturas. Parte de una ley común, la ley que marca lo que está prohibido y lo que está permitido. Y la ley básica es la ley del incesto. El primer gran contratiempo que tiene el ser humano es que “mamá está prohibida como objeto sexual”. Y el aprendizaje de esa ley y el posicionamiento ante esa prohibición es lo que lo habilita para la normalidad, que para nosotros es la neurosis pura y dura, o en el peor de los casos lo deja encallado en el autismo, la debilidad mental, la psicosis.
Esto es inherente al hecho de que hemos dejado de ser monitos y nos convertimos en seres de lenguaje.

Sigamos con el sueño. Freud le reprocha a Irma no haber aceptado su solución. ¿Cuál fue la solución que le propuso? Suponemos algo así:
- “Los síntomas que te torturan tiene que ver con que eres una joven viuda, y claro, la abstinencia sexual hay que paliarla…”.
Freud está poniendo el acento en que algo del deseo de Irma está implicado en eso que le aqueja, que el síntoma está representando al sujeto del inconsciente. Pero claro, esta interpretación queda sin poder ser escuchada, pues su consejo no hace sino potenciar la resistencia.
- “Si me estás proponiendo que me acueste con hombres, debes saber que esa solución me parece indecorosa” suponemos que habrá respondido Irma.

Y aquí tenemos que ver el elemento contratransferencial, que de alguna manera Freud se propasa con Irma. Es como si con su afán de curarla ensuciara la transferencia. Por ello es que la jeringuilla del sueño está sucia. Remite a ese apasionamiento de Freud en intentar la curación de su paciente.
Y Freud se da cuenta, y así lo dice, que al aumentar su interés personal disminuyó su autoridad profesional.

En otro párrafo lo que aparece es la coartada para la realización de su deseo, que él no sea responsable de los dolores que Irma sigue sufriendo. ¿De que manera se libra de ese reproche? Haciendo que los dolores sean de origen orgánico.

Lo que vamos a ver más adelante es cómo el elemento Irma condensa metafóricamente otra serie de mujeres. Irma va a abrir la puerta a una serie de mujeres, y fundamentalmente con la amiga, de donde parte una vía de análisis que Freud deja en suspenso, o que por lo menos no nos revela, más allá de que le gustaría tenerla como paciente por ser “muy simpática e inteligente”….“es más lista y cedería antes”.
Freud es un apasionado de su profesión, tiene un nivel de compromiso tan apasionante con su carrera intelectual que, de una forma totalmente sublimada, lo que él ve en la amiga de Irma es la paciente ideal. En ese sentido habla de que por fin abre bien la boca, o de que es más dócil, en el sentido de poder asociar venciendo las resistencias.
Aquí se subraya el elemento resistencial, que es una de las caras de la represión puesta en el trabajo analítico. Es decir, la misma fuerza que lleva a que determinadas representaciones o ideas sean inconciliables y entonces pasen a ser reprimidas, esa fuerza es también la que actúa en el momento del trabajo analítico para crear resistencia a la posibilidad de que emerjan asociaciones. Entonces, tener en cuenta que estamos en 1895 y todo lo que es el bagaje de su práctica como psicoanalista esta todavía en vías de conceptualizarse, y la resistencia es un elemento bastante nuevo para el, porque no nos olvidemos que al comienzo de sus investigaciones el trabajó con la hipnosis, y la características de la curación hipnótica era que ocultaba la resistencia. Cuando empieza a trabajar con el paciente no en estado de sonambulismo hipnótico sino en estado consciente descubre lo que será el gran paso adelante para poder elaborar de pleno lo que es el método analítico.
Y en relación a este tema de la resistencia Lacan dirá que la dificultad última está del lado del analista, que es algo de su inconsciente lo que hace traba para que la asociación no fluya, que su inconsciente esta colaborando en el trabajo de la resistencia, impidiéndole pautar, marcar señalar, guiar la emergencia del discurso.

Volviendo al sueño y al elemento Irma como condensación metafórica de varias figuras femeninas, la escena del reconocimiento de la garganta despierta en Freud el recuerdo de “juvenil belleza” de una institutriz. Este recuerdo tiene el sentido de velar la imagen de la angustia que es la que aparece con el carácter mortífero de la mancha en la garganta. Es un velo que cubre lo que está a punto de desenmascararse, allí es donde aparece lo innombrable, lo que Lacan llama lo real, lo imposible de nombrar y de ponerle imagen. Una de las vías de asociación de la mancha en la garganta es el peligro de muerte que corrió su hija Matilde. Otra de las vertientes es la muerte de una paciente también llamada Matilde.
Esa imagen de la garganta con manchas blancas y escaras sobre la que superpone la imagen de la juvenil belleza de la otra, Lacan la va a dar la siguiente interpretación: lo remite por un lado al agujero donde va a parar todo lo que se engulle y por otro al agujero primario del órgano femenino de donde sale todo lo que vive. Ese punto incognoscible que está en el fondo de todo sueño, que está en el fondo de toda formación del inconsciente remite a un objeto indescriptible cuya cara es como mínimo angustiante, tiene que ver con la muerte pero también tiene que ver con la vida.

Aquí nos ubicamos en una especie de antropología, por la cual decimos: en el comienzo es un campo cerrado y completo que es imposible de registrar, de imaginar, de nombrar: es lo que Lacan llama lo Real. Progresivamente a ese Real se tienen que ir acotando los elementos Imaginarios y Simbólicos que le permitirán organizarse y constituirse como una mismidad, como un sujeto diferenciado, separado de ese origen cerrado y completo.
Ese real, ese punto incognoscible, es conceptualizado por la teoría como un objeto que es un vacío de objeto, como un objeto que falta pero que nunca existió. Y Lacan le pondrá nombre: lo llamará “objeto a” minúscula o “petit a”
Otra manera de entenderlo es: en el principio era la naturaleza, lo animal; a partir de que adviene pensamiento-lenguaje desembocamos en la cultura, en lo humano. La humanización implica la pérdida de lo natural, de la satisfacción directa e inmediata de la necesidad pasamos a la compleja relación con la demanda y el deseo.

Volviendo entonces al sueño, esa garganta enferma con manchas y escaras es la antesala a lo incognoscible, a eso que llamamos “objeto a”. Y la señal inequívoca de su proximidad es la aparición de la angustia. Uno tiene un ataque de angustia cuando hay algo que lo deja sin palabras, anonadado, ante lo cual no puede armarse. La salida de la angustia es vestir eso innombrable con una imagen nombrable. Esta garganta con esas placas diftéricas es lo que Freud apresa para vestir la cara de la muerte y al mismo tiempo la del origen de la vida.

El nivel Imaginario es el nivel de la imagen, la imagen como aquello que viste lo real. Y el nivel Simbólico es la armazón significante que nos permite coordinar lo imaginario. Nuestra realidad está construida con relaciones imaginario-simbólicas. El amor o el odio son relaciones imaginarias por excelencia. El campo de los sentimientos es un campo imaginario: tu sientes enojo contra alguien y hasta que no le pones palabras no descubres que ese enojo es una reacción desplazada, alienada.
Un famoso trabajo de Lacan acerca del “estadio del espejo” constata que cuando el bebé a partir de los 6 meses se enfrenta al espejo tiene allí la primera confirmación de la constitución de su cuerpo como unidad, en oposición a su existencia de cuerpo fragmentado. Es como que el otro del espejo le anticipa una unidad que él aún no considera propia. El tema de la inmadurez neurológica de los cachorros humanos los hace imposible de coordinación, a diferencia del monito que nace y ya sale caminando.
El mamífero humano tiene un nacimiento prematuro desde el punto de vista neurológico, no ha constituido la mielinización de sus fibras nerviosas. Es un cuerpo despedazado, dice Lacan. Y en la imagen ve por primera vez el cuerpo unificado, y reacciona con júbilo.
Pasamos a ser cautivos de la imagen. Vosotros os preguntáis que pasa con los ciegos. Y aquí es importante incluir la mirada del Otro. Porque por muy importante o prevalente que sea la imagen especular, es la mirada del Otro la que va a sancionar, a confirmar el “eres tu”, iniciando así el camino de la matriz identificatoria que le permitirá concluir en un “soy yo”. En el caso del niño sostenido en brazos por su madre ante el espejo vemos cómo se vuelve hacia la mirada de la madre en busca de dicho reconocimiento.
El niño no se ve nunca con sus propios ojos sino a través de los ojos de la persona que lo ama (o que lo odia). Por esto – decimos con Lacan – “incluso el ciego está ahí sujeto a saberse objeto de la mirada”.

Para terminar con la referencia al sueño sobre Irma resumamos las líneas de análisis que Freud deja abiertas, apoyándonos en los hincapiés que hace Lacan en el Seminario 2
- Es como un chiste-venganza: Freud pone en boca de sus colegas apreciaciones médicas que dan risa.
- Es un sueño de defensa: como en el ejemplo que da Freud del caldero prestado, nos muestra que en los sueños no rige el principio de no contradicción:
“No soy yo sino Irma la responsable de sus dolores por no aceptar mi solución”
“Además, no soy yo sino Otto y su inyección el responsable de dichos dolores”
“Y por último, no soy yo el responsable sino la enfermedad orgánica.”
- Es una imagen de angustia: la garganta enferma como antesala de lo innombrable
- Es una vía de sustituciones hacia otra serie de mujeres, condensadas en Irma, que conduce a lo incognoscible: sexualidad y muerte
- Es una realización de deseo: quedar libre de los reproches que cree no haber merecido
- Es un mensaje dirigido a Fliess y a nosotros, sus seguidores
- Es una revelación: desvelar el secreto de los sueños y la vía de acceso al inconsciente. La imagen bufonesca de un sujeto policéfalo constituido por una multitud: Freud, Otto, el DR.M, Leopoldo pero al mismo tiempo acéfala, ejemplifica el sujeto del inconsciente. Y con las letras finales que coronan el sueño, las de la fórmula de la trimetilamina pareciera que se intenta apresar el significante último que representa al sujeto.

Freud esta dejando constancia de lo que definirá más adelante como los mecanismos de elaboración onírica: condensación metafórica y desplazamiento metonímico, que se corresponden con los mecanismos de formación de síntomas. Pero mucho más allá, está definiendo el funcionamiento del aparato psíquico con lo que Lacan llamará las leyes de la estructura lenguajera.



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