"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090420

SEMINARIO II, CLASE 3: LA EMERGENCIA DEL SUJETO


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Matisse: Rifain assis

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CLASE DEL 11/10/2005

La separación del sujeto del Otro
El sujeto es el efecto del significante
Los circuitos pulsionales y la constitución del sujeto
La falta en ser

Uno de los temas fundamentales sobre el que Lacan trabajó es el del advenimiento del sujeto.
¿Qué es el sujeto para el psicoanálisis?
No confundirlo con el yo, con lo imaginario, del orden de la imagen.
El sujeto es del orden de lo simbólico, directamente relacionado con el significante.
Cuando decimos advenimiento del sujeto, nos referimos al sujeto del inconsciente, el sujeto del deseo, lo que llamamos la subjetividad inconsciente.
El advenimiento del sujeto es abordable desde varios enfoques: desde el síntoma, desde la pulsión, desde el deseo.

La pulsión es uno de los conceptos que nos sirve para intentar ver como va emergiendo, dando a luz el sujeto, es decir la subjetividad inconsciente, es decir, el deseo.
Para ello nos vamos a apoyar en sus circuitos, en los recorridos de la pulsión.

La pulsión es ese empuje, esa insistencia repetitiva que lo que busca es la parte perdida de sí mismo en el Otro, A mayúscula, que es el lugar de lo simbólico.
El advenimiento de lo simbólico en el ser, es decir, el sujeto, se logra en tanto se separa del Otro.
Un significante S1 se separa de A, del tesoro de los significantes, para pasar a representar al sujeto ante otro significante S2. Pero esa representación es incompleta, lo que remite a otro significante y así sucesivamente. Así podemos localizar esa falta en ser del sujeto en el “entre” de los significantes en cadena.
No se trata de una falta de ser, esto es, de una incompletud que sea factible de ser completada. La falta en ser es una falta instalada en el ser y que lo constituye como tal.

Todo esto se apoya en el cuerpo, por eso lo estudiamos desde la pulsión. Todo este proceso lo podemos circunscribir en partes del cuerpo en donde la pulsión habita un orificio y un objeto.

Los circuitos pulsionales trabajados por Lacan son cuatro, a partir de 4 orificios: la boca, el ano, el ojo, el oído; y de cuatro objetos: el pezón, el escíbalo, la mirada y la voz.
La boca como borde del orificio, como zona de la pulsión oral, en ese recorrido primero, el más primordial de todos, la pulsión va constituyendo el sujeto de la oralidad, el deseo oral. Esto se da a través de una dialéctica por la cual hay una parte del cuerpo, el pezón, que está en juego como parte del cuerpo a caer, a desprenderse: el destete.
El niño está constantemente sometido al destete, no solamente cuando se le quita definitivamente la teta, sino en cada sesión de amamantamiento. Cada vez que se le retira el pezón de la boca, el niño está en el corte del destete. En ese momento entonces, la parte perdida del cuerpo, porque no nos olvidemos que el pezón es vivido por el niño como parte de su cuerpo, no diferencia el dedo del pezón. El dedo es lo primero que succiona cuando está en el vientre materno. Y el pezón, que es lo que succiona cuando está afuera, ese adentro-afuera, yo-no yo, no se ha producido aún en el niño.

Esta diferenciación entre el niño y el Otro se inicia en el circuito oral, pero recién se concretará en esa otra estructura pulsional que es la anal. Algo se desprende de él definitivamente, el escíbalo, el mojón, y pasa a ser demandado por el Otro. Es en la educación de esfínteres donde las heces pasan a constituirse como objeto que cae, objeto de la demanda del Otro: “...¿cuándo hace caquita el nene?”
Es la demanda del Otro la que certifica que allí hay un yo y otro, un dentro y un afuera.

Cuando decimos que se ha constituido el sujeto? Cuando adviene el lenguaje, esto es, a nivel de la pulsión invocante. Pero la estructura del lenguaje ya está presente a partir de que hay un par de fonemas en oposición - ejemplo del juego del fort-da - que están representando al Otro en su está – no está, en su presencia – ausencia. La Cosa madre es reemplazada por un objeto imaginario – el carrete- y sobre este juego imaginario se construye el juego simbólico de los dos fonemas en oposición.

El grafo del circuito pulsional:


El recorrido pulsional está graficado por Lacan por esa especie de rizo que partiendo del cuerpo, de los bordes del orificio, contornea el objeto “a” imaginario – pezón- que está ubicado en esa zona extracuerpo, que no es interna ni externa, cubriendo la falta, esto es, el objeto “a” real. La pulsión pone un objeto para contornear. Es como un intento de recuperar esa parte perdida. Que dijimos que remite al resto que cae del proceso simbólico de advenimiento del sujeto al separarse del gran Otro.
Lo que se perdió pasa a ser el motor causa del deseo.

El nacimiento mismo del bebé pone en acto una expulsión, algo que cae. El parto es un dejar caer. La pérdida se va repitiendo constantemente, en el destete, en a educación de esfínteres. La superación de cada pérdida es la emergencia del sujeto deseante que va pudiendo asumirse fuera del goce incestuoso con su madre.

Y el sujeto emerge en tanto un significante lo representa ante otro significante. Y en ese advenimiento cae un resto: ese significante no lo representa totalmente. Queda un resto real que no alcanza a ser recubierto por lo simbólico. Lo que adviene es un sujeto dividido. Siempre queda una parte de su verdad entredicha, a medio decir.
Y también el gran Otro queda barrado por la incompletud.

Otra forma de entender esta dialéctica de la falta es desde el concepto de falo imaginario (menos phi). La articulación entre cuerpo y significante deja un resto del cuerpo que no está representado por lo simbólico, que tiene que ver con la sexualidad, más específicamente con el goce. Ese lugar donde falla la articulación del cuerpo con el significante lo designamos falo imaginario.

El recorrido pulsional es el intento de restituir ese objeto perdido en cada uno de los niveles oral, anal, escópico, invocante, apoyándose en las necesidades o funciones alimenticia, excretora, visual y auditiva.


En la consumación de cada circuito pulsional adviene el sujeto. Así en el circuito oral, el sujeto adviene en torno a la actividad: chupar, chuparse, ser chupado. En el modo activo, al chupar el pecho y en el modo reflexivo, al chuparse el dedo, se identifica como sujeto. En el modo pasivo, al hacerse chupar, se identifica al objeto.

En relación a lo escópico veíamos como Freud, al explicar un trastorno psicógeno de la visión, diferenciaba:
- el ojo puesto al servicio de la función visual, del Yo, de la conservación
- el ojo puesto al servicio de la pulsión sexual, al servicio de la demanda.
Es decir, el ojo no sólo vela para ver donde pongo el pié cuidando de no caerme, sino que el ojo también mira , para gozar con la mirada. Y esto tiene que ver con la demanda significante.

Entonces, cada uno de estos niveles oral, anal, escópico, invocante, son órdenes o niveles donde se va constituyendo el sujeto. Cada uno de ellos estructura una vuelta más de la subjetividad. Así como el adentro-afuera de lo oral-anal es la estructura más primordial, iremos complejizando en torno a lo escópico e invocante, para entender como se va constituyendo el deseo inconsciente.


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