"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090420

SEMINARIO I, CLASE 19:EL OLVIDO DE SIGNORELLI: TRAS LAS HUELLAS DEL SIGNIFICANTE PERDIDO


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David del Real: Trapecista

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CLASE 11/01/07

Nombre olvidado y significante sustitutivo
Las leyes del significante en acción
El tema perturbador y la represión
Las ruinas metonímicas
Signorelli: metáfora y metonimia de la muerte

Anexo: Fragmentos de Pascal Quignard

Hoy abordaremos el texto de Freud “Psicopatología de la vida cotidiana” analizando el tema de los olvidos.
Estamos embarcados en una disciplina que lo que intenta es crear un método con una coherencia lógica, está Freud intentando elaborar leyes del funcionamiento psíquico con el rigor lógico de su formación científica. Hasta ahora, 1900, lo que tenemos, en el terreno de las manifestaciones psicológicas, son visiones muy pegadas a lo neurológico. Entonces, Freud está intentando explicar estas cuestiones del funcionamiento anímico en los sueños y los olvidos que son consideradas como funciones secundarias. Pero Freud los rescata porque a partir de ellos podrá deducir el mecanismo básico de funcionamiento de la instancia por él descubierta, pilar de toda su teoria: el inconciente.

Para la Psicología hablar de los olvidos es hacer referencia a la función de la memoria. Y claro, Freud para sostener su concepción tiene que ir en contra de todo ese aparato conceptual.
Este tema de los olvidos tenemos que encuadrarlo con los dos grandes temas que hemos desarrollado hasta ahora: los síntomas y los sueños. Con sus escritos sobre lo que llama psicopatología de la vida cotidiana Freud pone el acento en procesos anímicos que le ocurren al común de la gente, a los llamados “normales”. Esto le da la oportunidad de probar como funciona su concepción dinámica, elaborada para explicar los síntomas neurróticos, es decir, que en el origen de todos estos fenómenos encontramos un conflicto entre instancias psíquicas. Y la revolución que está gestando al hacer inteligibles estos procesos, es señalar que no responden al azar, a lo arbitrario, a la casualidad, sino que tienen un sentido, esto es, que están gobernados por una lógica, que es la lógica del deseo inconciente.

Freud intentará en este escrito demostrar que no es arbitrario que se produzca el olvido de un nombre. El ejemplo que trae es sobre un olvido en cuyo lugar lo que aparecen son recuerdos erróneos. Veremos como construye un esquema del motivo del olvido y cual es el mecanismo del recuerdo sustitutivo.
El está conversando con alguien en un viaje y sale el tema de Italia. Freud comenta que ha estado en Italia viendo los frescos de la catedral de Orvieto…y no consigue recordar quien es el autor de los frescos. En su lugar le aparecen los nombres de Boticelli y Boltraffio.
Aquí tenemos los dos recuerdos erroneos que surgen en el lugar en el que se ha olvidado otro nombre. Entonces Freud va a reconstruir un viaje tras las huellas del significante perdido Signorelli.
Así, nos cuenta que tenía muy presentes las imágenes pintadas en los frescos, tituladas “Las cuatro últimas cosas”: La Muerte, El Juicio Final, El Cielo y El Infierno.



Hasta ahora lo que tenemos es un nombre que se ha escapado y en su lugar han venido
dos sustitutos. La hipótesis de Freud es que estos sustitutos no vienen graciosamente porque sí, vienen porque están asociados o ligados de alguna manera con el significante olvidado. Lo que tenemos que descubrir es cual es el mecanismo que los vincula, y cual es el motivo del olvido.

Freud abre la obra “Psicopatología de la vida cotidiana” con una cita de Goethe que dice lo siguiente: “…ahora el aire está tan lleno de elementos de cacería que uno no sabe muy bien como escapar”. ¿Por qué esta cita? En ella podemos subrayar “cacería” y “escapar” como elementos significativos. Freud va tras las huellas del significante perdido, como los cazadores tras el zorro, y es tal el olor a la presa, que el rastro que está dejando este significante en su huida, Boltraffio y Boticelli, no le deja escapatoria. El mecanismo y el motivo del olvido Freud ya lo está oliendo. Su capacidad de atrapar la lógica del olvido está a punto.

“El proceso que había de conducir a la reproducción del nombre buscado se ha desplazado y nos ha llevado al nombre sustituto”
Ese desplazamiento obedece a ciertas leyes. Lacan nos dirá que éste es el ejemplo más acabado y completo en el que podemos ver como Freud, anticipándose 50 años a lo que Lacan propondrá, nos demuestra cuales son las leyes del significante que están operando en este mecanismo de sustitución del nombre olvidado.

Veamos como Freud enuncia, entonces, estas leyes del funcionamiento significante, a partir de enumerar previamente algunas conclusiones:
La primera conclusión es que el olvido del nombre Signorelli no debe buscarse en que fuera un nombre particularmente difícil de recordar. Tampoco tiene que ver con la realidad exterior del momento en que se produjo el olvido, algo que lo distrajera.
Pero sí tiene que ver con algo que pasó en el momento inmediatamente anterior, y ahí tenemos una de las primeras reglas: para que un nombre sea olvidado tiene que entrar en relación con un tema anterior perturbador.
Freud señala que el tema anterior perturbador fue la conversación sobre los turcos, sobre Bosnia Herzegovina. Allí un colega médico le comenta que estos pacientes le daban al médico un lugar de mucha consideración. Y ante la muerte inevitable exclamaban con resignación: “Señor (Herr) que le vamos a hacer…”
Freud en aquel momento decidió dejar de lado- reprimir – la deriva a que lo conducía tal tema de conversación. Y era que este mismo médico le había contado que cuando se trata de la impotencia sexual estos mismos pacientes no se resignan tan fácilmente y prefieren la muerte.
Este es entonces el tema perturbador reciente – sexualidad y muerte – que está en la base del mecanismo del olvido ejercido sobre el nombre Signorelli. Este es el tema que el “Herr (Señor)” condensa y que Freud reprime.

Tenemos hasta ahora en el esquema que acompaña al texto de Freud un nombre olvidado (Signorelli), dos nombres sustitutivos (Boltraffio y Boticelli), una serie de nombres asociados (Bosnia-Herzegovina) y Herr que es el que condensa el tema reciente que él quería olvidar. Ya veremos cual es el tema remoto que influyó en este olvido.

En relación a este olvido, Lacan nos hablará de lo que él llama las ruinas metonímicas. ¿Porqué esos elementos fonemáticos aparecen como sustitutivos? Aparecen porque en ellos encontramos las ruinas metonímicas del objeto olvidado. Esas ruinas son los fonemas “bo”, “elli”, “trafio”. Bo conecta metonimicamente con la serie Boltraffio, Boticelli y Bosnia-Herzegovina. La metonimia es una figura de la retórica que consiste en sustituir un significante por otro significante. Pero no por cualquier significante. En una construcción poética uno utiliza la metonímia, cuando un significante es reemplazado por otro en función de la parte por el todo, el continente por el contenido, o por pertenecer al mismo paradigma, a la misma familia. En este caso al paradigma de los significantes que comienzan por “Bo”. Y los términos no se reemplazan por asociación de significados, sino por asociación de significantes.
Son relaciones de forma, no relaciones de contenido. Freud dice, son asociaciones externas no asociaciones de sentido. Son las que tienen relaciones de similicadencia, sílabas o fonemas comunes.

Sigamos con el razonamiento freudiano. Habíamos arribado a que el tema de la impotencia sexual y muerte, a que lo conducía la conversación con ese desconocido, había sido acallado por Freud. ¿Es justificable esta censura? ¿Acaso remitía a un fantasma propio? Lo que nos develará es que ese tema lo enfrentaba al reciente suicidio de un paciente suyo, del que se enteró en la localidad de Trafoi.
Entonces, ¿por qué se olvidó –reprimió- el nombre Signorelli? Porque el fonema “signor” se conectaba directamente con el significante “Herr”(señor) que representa el tema perturbador reciente que a su vez lo enfrenta al tema perturbador pasado.

Pero lo reprimido se cuela a través de varias líneas de asociación significante:
-Boticelli representa a Signorelli que representa a Herr que remite a sexualidad y muerte
-Boltraffio representa a Trafoi que remite a sexualidad y muerte
-Bosnia Herzegovina remite a Herr que remite a sexualidad y muerte

La peculiaridad de este ejemplo de olvido es que afecta a una palabra extranjera. ¿por qué elige una palabra extranjera? Porque con las palabras extranjeras ocurre que es más fácil que se produzcan este tipo de fragmentaciones que Lacan llama ruinas metonímicas. Cuando escuchamos palabras extranjeras somos más sensibles al valor significante en perjuicio del sentido o significado. Nos quedamos más en la forma que en el contenido. La forma “Signorelli” encierra el representante por excelencia de lo reprimido – el significante “signor” “señor” “herr”. Signor es el sustituto heteronómico de “herr”, sustituto por traducción idiomática del alemán al italiano. Y “herr” remite al tema de la conversación censurada.
“…aquello que quería recordar resultó hallarse en conexión asociativa con aquello que quería olvidar.”
Pero además de esta relación formal, relación superficial o externa la llama Freud, relación significante según Lacan, también interviene una inducción metafórica: Herr o Señor, Señor absoluto, simboliza la Muerte. Además, Signorelli tiene el valor propio de una metáfora de la muerte, pues el motivo de su pintura es la muerte.

Lacan será más explicito y nos dirá que además de la muerte y sexualidad de los turcos, que además de la muerte y sexualidad de su paciente, en este olvido está también interrogado el fantasma de sexualidad y muerte del propio Freud. No es sólo lo profesional sino también lo personal lo que está en juego y lo compromete en este olvido.

Estas son, entonces, las condiciones que resume Freud para que se de el olvido de un nombre y se produzca a cambio un recuerdo sustituto, o de un recuerdo transaccional. Porque aquí volvemos a ver lo que vimos en oportunidad de trabajar el mecanismo del síntoma, como un resultado transaccional entre lo que surge y lo que queda reprimido.
Síntoma , sueño y olvido como resultados transaccionales.
Fíjense como Freud va haciendo coherente sus enunciados.
En resumen, para que se produzca este mecanismo se requieren tres condiciones:
1- Una determinada disposición para el olvido del nombre
2- Un proceso represivo llevado a cabo poco tiempo antes
3- La posibilidad de una asociación externa o significante entre el nombre que se olvida y el elemento sustituto.

Los primeros seminarios de Lacan están centrados en subrayar y destacar lo que es el mecanismo significante que opera en todas las formaciones del inconciente freudiano. Y elige el chiste o ingenio, el witz, para mostrar cómo se pone de manifiesto el juego de combinación significante que esta en la base del mecanismo del chiste. De cómo el chiste despierta la risa porque hay una asociación significante que sorpresivamente se devela, poniendo en relación un significante con otro significante que precipita un sentido inesperado. Y también se valdrá de los lapsus y olvidos de la “Psicopatología de la vida cotidiana” y en especial este texto de Signorelli para confirmarnos que Freud ya nos está brindando una gráfica de combinación significante, en torno a lo que Lacan llama ruinas metonímicas. Son fragmentos que representan al significante huido.

El mecanismo significante tiene dos niveles, el nivel combinatorio y el nivel sustitutivo.
El nivel combinatorio lo podemos ver, por ejemplo entre Boticelli y Bosnia y entre Boticelli y Signorelli. Y el nivel sustitutivo lo podemos ver en el caso de “Herr” sustituyendo al “Signor” de Signorelli, por traducción o sustitución heteronómica.
Pero entre “Herr” y “Signor” existe, además, inducción metafórica, en tanto representación de la muerte.
Entonces, en el lugar donde no se encuentra el nombre Signorelli, se encuentra un sustituto transaccional – “Herr” - que metaforiza aquello que no puede ser nombrado, esto es, la muerte.

Lacan nos dirá que hay una imposibilidad total de decir sobre la muerte. En la muerte es donde terminan las palabras; e inclusive, podríamos pensarlo, el lugar donde comienzan.
La muerte como imposible de definir, coincide con la imposibilidad de definir lo viviente. Esta es la dimensión de lo real. El biólogo intentará explicar lo viviente por leyes físico-químicas. Pero sus intentos sólo consiguen agrandar cada vez más el espacio del agujero de lo que quiere dar respuesta. Lo viviente está más allá de la máquina físico-química. El sueño de la ciencia es el de Frankenstein, a partir de materia inorgánica, de un cuerpo sin vida, crear un organismo vivo.
La muerte como el final de las palabras y de donde vienen las palabras. El ser humano empezó a hablar para poder explicarse la muerte. Empezó a crear conceptos de los dioses celestiales, las grandes religiones, para explicar de donde venimos, a donde vamos, para que estamos. La muerte como el gran concepto inherente a la cultura humana. Somos él único animal que tiene cementerio, a pesar de los intentos de ciertos etólogos de hablarnos de cementerios de elefantes.



Cuando hablamos de lo reprimido primordial estamos hablando de esto, de sexualidad y muerte. El tema de la mortalidad es la otra cara de la sexualidad. En la historia de la evolución de la vida, la condición de acceso de los organismos primordiales a la reproducción sexuada fue el advenimiento de la condición mortal de dicho organismo.

Hemos hecho una aproximación a las leyes generales de funcionamiento del mecanismo significante, no solamente para el recuerdo de un nombre olvidado, sino para todas las asociaciones de la vida cotidiana del ser hablante. En el discurso en general estamos todo el tiempo con el Otro alerta para colarnos aquello que está en la máquina o montaje surrealista del inconciente dando vueltas a la espera de su oportunidad. Y se cuela bajo la forma de un olvido, de un lapsus, de un chiste o de un decir que no escuchamos; pero el inconciente insiste.
De lo que se trata es que lo reprimido siempre va a intentar retornar.

Para terminar, les dejo una frase de Lacan de su Seminario V, para que la dejéis resonar:
“Buscando el nombre, Signorelli, encontramos la falta en el lugar donde aquel debería ejercer su función y donde ya no puede seguir ejerciéndola porque se reclama un nuevo sentido que exige una nueva creación metafórica. Por esta razón no se encuentra Signorelli, sino que por el contrario se encuentran sus fragmentos, allí donde han ser encontrados en el análisis, donde desempeñan la función del término en ella elidido.”


ANEXO A LA CLASE 11/01/07
FRAGMENTOS DE PASCAL QUIGNARD: "EL NOMBRE EN LA PUNTA DE LA LENGUA"


I

La falla en el lenguaje
¿Cuál no es el hombre que no tiene la falla del lenguaje por destino y el silencio como último rostro?

Todos los nombres están en la punta de la lengua. El arte consiste en saber convocarlos.

La mano que escribe es más bien una mano que hurga en el lenguaje que falta.

En la punta de la lengua algo germina sin florecer. Algo brota sin llegar a los labios de quien espía en el silencio


II


Bruscamente, mi madre nos mandaba callar. Su rostro se alzaba. Su mirada se alejaba de nosotros, se perdía en el vacío. Su mano se extendía por encima de nosotros en medio del silencio. Mamá buscaba una palabra.

Toda palabra recuperada es una maravilla.

Del mismo modo que quien cae bajo la mirada de Medusa se convierte en piedra, quien cae bajo la mirada de la palabra que falta tiene el aspecto de una estatua.

Esta experiencia de la palabra que se sabe y de la que se está privado es una experiencia
en donde la naturaleza frágil de nuestra identidad, en donde la materia involuntaria de nuestra memoria y su enjundia exclusivamente lingüística se tocan con el dedo.

El nombre en la punta de la lengua nos recuerda que el lenguaje no es en nosotros un acto reflejo. Que no somos bestias que hablan igual que ven.

Que una palabra puede perderse quiere decir: la lengua no es nosotros mismos.

Tengo memoria de aquello de lo que no me acuerdo.



III

A los 18 meses me callé.
Yo era aquel niño a quien apasionó el silencio
Me identificaba por completo con el movimiento de pensar de mi madre recorriendo con desamparo los canales y los caminos donde una palabra se había despistado.

Nuestras vidas son súbditas de extrañas tiranías que son errores.

Yo era aquel niño precipitado en la forma de ese intercambio silencioso con el lenguaje que falta.

Porque me separaban de una muchacha alemana que me cuidaba, a la que yo llamaba Mutti, me convertí en mútico. Llegué a sepultarme en ese nombre, más querido aún que el de mi madre, y que por desgracia era una conminación.

He escrito para sobrevivir….porque era la única manera de permanecer al abrigo en ese nombre sin exiliarme por completo del lenguaje.


IV

La falla
Experiencia concreta de lo indecible en nosotros
Dificultad de afirmar la adquisición del lenguaje y la muerte como destinos

El olvido es un rechazo del regreso del bloque del pasado al alma
El enterramiento de lo que es insoportable

Las palabras que no quieren regresar a nuestros labios ejercen sobre nosotros un poder no proporcionado a su carencia.
Veneran una emoción o un miedo que no podemos dominar porque las palabras se nos escapan con el propósito de que éstos se nos escapen.

Es el desamparo de lo que está falto de ser, de lo que ha nacido, que se disimula detrás del desamparo de la palabra adquirida que no comparece.



V

Dos amnesias andan errantes en nosotros: el origen y la infancia
Lo que concierne a nuestra concepción en el juntarse de los dos cuerpos…
Lo que concierne al retraso de su funcionamiento…los primeros recuerdos emergen hacia los 3 o 4 años.
Hasta ese momento uno vive, no se mira vivir.

Hay que hablar al menos de tres memorias:
La memoria de lo que nunca ha sido ( fantasía)
La memoria de lo que ha sido (la verdad)
La memoria de lo que no se ha podido admitir (la realidad).

Un recuerdo es cada vez algo distinto a una huella mnésica inerte devuelta a la luz tras la mirada de una cabeza que se gira atrás hacia el infierno.
Para que esa traza regrese es necesario que la alucinación que niega la pérdida haya sufrido una carencia tan terrible, una separación tan dolorosa, un hambre tan intolerable, que llegue a ver la cosa que no está y vuelva a trazarla…Eso se llama soñar.

Todo sueño es un pecho materno que hacemos venir cuando nos falta su leche.
Es una mamada de lo irreal.

La memoria del triple pasado: que no haya sido nunca, que haya sido, que se haya rechazado.

Toda habla es incompleta:…porque ella no ha existido siempre…porque al signo le falta la cosa.

Cualquier habla intenta juntarse con algo que se escapa.

El nombre en la punta de la lengua es la nostalgia de lo que ella no abraza.
Esta nostalgia inventa, con sus palabras siempre retrasadas, la quimera de fusión o la imagen de continuo que la habrían precedido.

La noche está en el origen de las palabras.
La noche inabordable que está en su origen, es también su destino.
Esta noche es la que fija la mirada de quien tiene un nombre en la punta de la lengua.


VI

En 1899, Sigmund Freud escribió de repente, en un libro sobre los sueños, una frase que humilla brutalmente al pensamiento y que de un golpe avergüenza a todo el lenguaje: “el pensamiento no es otra cosa que el sucedáneo del deseo alucinatorio”.
Por una parte, todo pensamiento es originariamente mentiroso.
Por otra parte, toda palabra es una mentira, un sucedáneo.
Sueño y engaño son las materias con las que juega nuestra lengua.
El pensamiento está condenado a la ficción porque está encomendado a negar algo ausente.

Los dos materiales de los que está constituido el pensamiento humano son:
La ausencia, el apartamiento con respecto a lo real
Y la negación, el apartamiento con respecto a la ausencia.

Tenemos un espacio en blanco en nuestro origen.
Hemos venido de una escena en que no estábamos, pero que nuestro deseo representa y nuestros sueños reproducen.

En la alucinación de satisfacción, la vida ha terminado, la búsqueda es recompensada, el tiempo es destruido. Es el nirvana.
En el nirvana, el lenguaje mismo se retira.
Eximirse del lenguaje, no ser ya uno mismo, no pensar, no desear, eso es el nirvana.

Lo que el budismo llama nirvana es la implosión disolvente del sujeto en el no deseo.
Sólo a partir de la felicidad, la muerte puede aparecer entonces a la luz de la infelicidad.


VII

En la lengua, en cuanto aparecen numerosos adjetivos es signo de lo sin lenguaje.
Es el síntoma que descubre la parte materna, que señala la nostalgia de lo real anterior al lenguaje, la escena violenta, lo real anterior a la realidad, el coito, es decir, la hiperestesia.
Es la nostalgia en acto de lo otro del lenguaje, del objeto inencontrable, de la imagen intransmisible y del nombre en la punta de la lengua.

El trastorno del pensamiento es el signo que indica la neurosis.
Miramos fijamente algo que no llegamos a mirar fijamente
Pensamos incesantemente en un tema que no llegamos a tomar en consideración.
Nos encontramos en un estado ante el cual las palabras no llegan a dotarse de sentido.

La identidad personal se construye como una marea de combates contra ese espacio en blanco.
La identidad personal es sólo un nombre presuntuoso para designar ese haz de luchas contra la catástrofe, contra el hundimiento.

Ante la búsqueda de la palabra que nos deja plantados, es del lenguaje mismo del que el locutor se descubre separado súbitamente, separado totalmente.
Y cuando el todo del lenguaje se malogra es cuando la palabra verdadera puede surgir.
Entonces esa palabra dice más de lo que significa, y muestra más de lo que expresa.
La palabra verdadera es la llave…es el ábrete sésamo…que restituye la escena intransmisible, que abre en la punta de la lengua, que introduce en lo real.
Curiosamente, una vez nacidos, cuando los seres-de-lenguaje (los hombres) han pasado a la lengua, el lenguaje es la única neogénesis para la vida con la condición de que desfallezca.



VIII

La máscara de Medusa es la cara humana femenina, vista de frente, con la boca abierta de par en par. Es el rostro de la muerte con el alarido del terror.

La máscara de cara humana aúlla para no unirse a la cabeza hueca - la cabeza de la que ha desertado la mirada – inmóvil, descarnada y silenciosa de las cabezas sin rostro.
Las cabezas sin rostro son los muertos.

La ocupación interior que se apodera intensamente de la mujer a quien se ama más que a uno mismo, inquietante su mirada, suscita siempre un movimiento de retroceso.

Ella era una estatua. Ella era bella. La concentración de su mirada, cuando pasaba de lejos por encima de nosotros, hacía que temblara la luz.
Ella hacía subir las palabras del fondo de los tiempos

Mi madre buscando su palabra se convertía en la apariencia de sí misma, como si la busca impusiera su máscara sobre el rostro.
Yo no podía apartar la mirada de aquella máscara cuya alma había partido al otro mundo en busca de una palabra.
La madre ausente fue el corazón de mi vida. No hice voto de silencio. Estuve encomendado mucho más de lo que yo mismo me he encomendado a este acecho de lengua perdida.


IX

Las Madres tienen hijos para diferir la muerte en la cadena de las generaciones.
Pasan el relevo de lo que las horroriza; pasan la imagen de lo que no puede ser visto de frente; endosan la cara que no tiene rostro. Encomiendan a otros más jóvenes la tarea de dar alaridos.

Los Padres transmiten un nombre que por sí mismo no significa nada.
Endosan el lenguaje.
Los Padres transmiten el nombre.
Las Madres transmiten el alarido.

Las Gorgonas siempre se presentan de frente, como el sexo femenino. Son las que fulminan.
Los Silenos siempre se presentan de perfil, como el sexo masculino. Son los que fascinan.


X

Permanecemos en vela entre el placer y el deseo. Durante esa vela – que es un sueño diurno – escribimos. Buscamos palabras.
Escribir es escuchar la voz perdida. Es tener tiempo para encontrar la palabra del enigma, para preparar la respuesta. Es buscar el lenguaje en el lenguaje perdido.
Es recorrer incesantemente la distancia que media ….entre la discontinuidad del lenguaje…y el contínuo materno, el río, el chorro de orina materna: la cara vista de cara.

Lo que busca el escritor…no es sino ese colapso.
Lo que busco al escribir es la falla.
Se trata de esta posibilidad de ausentarme de cualquier aprehensión reflexiva de mí mismo por mí mismo en el instante en que escribo.
Se trata de ausentarme hasta del tiempo en que yo estaba ausente.
Se trata de ausentarme de donde he llegado.
Se trata del hogar…del enigma…Maya, reflejo de Nirvana.
Se trata de llegar de nuevo, gracias a la falla, hasta la ribera del lenguaje.

En el mismo instante en que descubrí que el lenguaje faltaba, descubrí el sueño de las palabras verdaderas sobre el fondo de silencio – como islas sobre la muerte – que hacen que quien las dice tiemble de deseo o que lo enronquecen absurdamente y hacen que se funda en lágrimas.

Lo que se espera de un escritor no sólo es desconocido para quien lo espera, sino que es desconocido para quien lo redacta.
Quien escribe se sumerge en la palabra ausente para encontrar algo que ignora el lenguaje.


XI

El bien que hemos recibido al nacer es sólo la vida, la avidez de la vida, y nada debe confiscarla a poco que no deseemos morir, por mucho que nos parezca incomprensible y salvaje, reacia al lenguaje y esquiva ante la conciencia, poco humana y peligrosa, o por cruel que esta fuente angustiosa que nunca encontramos del todo en la punta de la lengua nos parezca.

Lo mismo que el yo no es dueño de la humanidad, no puede elevarse por encima de sí para tomar la medida de la identidad acerca de la que se engaña – puesto que esta última no es más que el sempiterno sucedáneo de una noche que él no puede contemplar.
Lo mismo que el hombre no es dueño del lenguaje, la tierra no está en el centro de las galaxias y no gobierna los planetas, los huecos y el resplandor de los astros.

El lenguaje es una pantalla. La voluntad es una mancha sobre la visión. La conciencia, un demonio satélite. Todos procuran el crimen y la muerte.
La lucidez, la razón, el lenguaje vivo son arbustos que requieren cuidados infinitos, que revientan incesantemente porque no encuentran ninguna tierra en nosotros.
Incesantemente nos agarramos al viento.
Incesantemente tanteamos a ciegas raíces en el desierto. Incesantemente desfallecemos.
Incesantemente vamos a dar a la noche y al silencio como el agua a las zanjas.



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