"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20121126

SEMINARIO III, CLASE 9, EL SUJETO EN ESTADO LÍMITE


 
DAVID DEL REAL: "El final del verano"
 
 
CLASE 9: ESTADO LÍMITE, TIEMPO LÓGICO DEL SUJETO
 
Crítica al concepto de caso límite o "bordeline"
Inscripción o forclusión nombre-del-padre
Adolescencia: estado de suspensión de su validación
Obstáculos en la cura: reacción terapéutica negativa
Symptôme o sinthome
 
 
Bueno, vamos a destapar la caja de los truenos acerca de las estructuras clínicas. Estamos en este curso trabajando esos casos en donde el diagnóstico a partir de las estructuras clínicas esenciales, neurosis, psicosis y perversión, no es fácil .Y hay voces disidentes que propugnan rescatar un diagnóstico, que surge después de la segunda guerra, que es el de los casos boderline, que en castellano traducimos como casos borde o límite. En el psicoanálisis inglés fue muy usado en la década de los cincuenta, pero es un concepto que no se sustenta con la teoría de las estructuras freudianas.
Es un diagnóstico del que se echa mano, por ejemplo, cuando ante un caso que tiene todos los signos de una psicosis, no presenta delirios, o le falta la alucinación. Pero, al mismo tiempo, para ser una neurosis, manifiesta imposibilidad transferencial. Y para ser una perversión hay algo en el libreto de su objeto que no está definido. Estamos ante un caso que limita la capacidad de diagnóstico. O a la inversa, en un caso que parecía encuadrado como neurosis, de pronto irrumpe un pasaje al acto o un delirio
Desde otra perspectiva se abusó del concepto de “psicosis histérica”
Este diagnóstico es rechazado por la ortodoxia lacaniana. La coherencia teórica es muy clara al respecto, las estructuras no se superponen ni se solapan en localizaciones limítrofes, ni mutan de una estructura a otra; o estamos ante una neurosis, o una psicosis, o una perversión. Lo que Lacan dice es que todo intento de diagnóstico “boderline” responde a una imposibilidad del analista ante un caso de difícil diagnóstico.
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Hace unos diez años, el psicoanalista  Jean Jacques Rassial propone una revisión de este tema de los casos de difícil diagnóstico a partir de su experiencia, sobre todo con la clínica de adolescentes. Vamos a seguir los pasos del razonamiento que va a hacer en su libro “El sujeto en estado límite”[1],  intentando ver como concilia el concepto de sujeto en estado límite con las estructuras clínicas freudianas.  Se trata de hacer inteligibles esos estados límite que irrumpen en la clínica, manteniendo la fidelidad a la teoría psicoanalítica. Veremos cómo se apoya en conceptos lacanianos, como el de forclusión del nombre del padre, para intentar hacer congruente el diagnóstico de sujeto en estado límite.
En las últimas clases, a raíz del trabajo que hicimos sobre el fenómeno psicosomático, vimos el intento de David Nasio de sistematizar lo que sería el mecanismo de este fenómeno. Nasio propone que para el caso del fenómeno psicosomático tenemos que tener en cuenta una forclusión local, diferente a la forclusión de la psicosis, que él considera una forclusión generalizada.
Rassial apoya su propuesta de sujeto en estado límite en la clínica de pacientes jóvenes y adolescentes. Y considera a la adolescencia como un estado del sujeto en donde se dificulta  el diagnóstico de neurosis, psicosis o perversión.  Porque el estado adolescente se caracterizaría por una suspensión de la validación de esa operación primordial consistente en la inscripción del nombre del padre. Lo que Rassial propone, y empiezo por el final, es que la operación primaria, fundamental de inscripción del nombre del padre que se realiza en la infancia es convalidada en la adolescencia. Y que en la adolescencia actual se estaría viviendo un proceso que llamamos de suspensión de la validación, y a eso lo podemos homologar como un estado límite.
Esta propuesta nos enfrenta a un replanteo muy profundo a nivel epistemológico y a nivel de la teoría. Despejemos de entrada cualquier malentendido. Rassial, con su propuesta de sujeto en estado límite no agrega una nueva estructura a la serie freudiana. El estado límite sería un estado del sujeto, como decimos del estado adolescente que es un estado del sujeto.
¿Caso límite o estado límite? Ante un obstáculo en la cura tenemos que intentar diferenciar si lo que tenemos enfrente es, o un sujeto en estado límite, o un caso que limita nuestra particular capacidad como analistas, o una imposibilidad real de intervenir psicoanalíticamente.
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La emergencia de obstáculos durante el análisis forma parte de la cura, que sólo será posible si estos obstáculos emergen. Es gracias a los obstáculos que un análisis avanza; Freud pudo habilitar el método psicoanalítico a partir de que descubrió las resistencias que el trabajo hipnótico mantenía encubierto. El obstáculo más frecuente que hace límite a la cura es en relación a la emergencia de un significante clave, de un significante maître, de un significante amo S1.
Vamos a ejemplificarlo con un fragmento de análisis. Un paciente pasa largo tiempo hablando de un dolor que lo tortura a punto de invalidarlo, sin poder nunca construir asociaciones que permitan abrir la significación. Largas descripciones de su dolor y de su irradiación, y de los más variados tratamientos médicos más o menos infructuosos. Hasta que en una sesión, hablando nuevamente de su dolor, dice: “es como una puñalada”. Ahí emerge un significante que lo representa en su dolor: “puñalada”.  El analista subraya ese significante, y surge una asociación con la muerte de su abuelo, que se llamaba igual que él, y que murió durante la guerra civil española, de una puñalada. A partir de allí rescatará otro significante de identificación con su abuelo, pero ya en un plano simbólico: “dibujante”. La identificación imaginaria invalidante cede protagonismo posibilitando la identificación simbólica vivificante, rescatando el significante “dibujante” para que lo represente. A partir de este rescate “el dolor como una puñalada” desaparece. Y esto lo enfrentará a otro síntoma, el “gatillazo”, que mantenía en segundo plano por el protagonismo del dolor. Y tras él seguirá escudándose largo tiempo sin poder interrogarse verdaderamente sobre su deseo.
Aquí lo que tenemos es que la interpretación sobre la aparición del significante amo produce una emergencia de lo reprimido que permite descongelar el síntoma. Pero el obstáculo es que a veces la interpretación ante la emergencia de un significante clave, lo que produce es el efecto totalmente opuesto, y es que el paciente deja de asociar, y recrudece el síntoma. La interpretación no necesariamente lleva al levantamiento de lo reprimido, sino que puede conducir a lo que Freud llama “reacción terapéutica negativa”.
Lo que nos dice Lacan es que el síntoma en determinados casos, no en todos, tiene el valor del nombre del padre. Que no puedes atacarle ese lugar, porque justamente ese lugar es el que lo ordena. El “symptôme”- síntoma - cumple a veces la función de “sinthome”- neologismo traducible como “santo-hombre”. Estos casos nos enfrentan a una reconsideración de la dirección de la cura. Una cosa es el síntoma de un neurótico que como tal remite al deseo reprimido inscripto y sobre el cual no sabe que sabe; y otra cosa son aquellos otros fenómenos en donde no es la inscripción de lo reprimido, sino de esa operación primera que es la inscripción del nombre del padre. En términos freudianos, la represión originaria o primordial.
Lacan escribe un seminario sobre el sinthome, y pone como ejemplo de sinthome la escritura de Joyce, que es lo que lo habría mantenido ordenado sujetándolo de la fragmentación psicótica. Es un planteo muy interesante para entender la psicosis de otra manera.
Entonces, ante determinado caso cuyo diagnóstico diferencial neurosis-psicosis no es nada claro, tenemos que manejar con prudencia la interpretación de lo que parecería ser un síntoma. Si una interpretación es vivida tan intrusiva que lo lleva a agravar su síntoma tenemos que hablar como mínimo de una cierta inconsistencia narcisista, que sus identificaciones simbólicas no están bien cerradas. Y tenemos que andar con mucho cuidado con nuestras interpretaciones, y ese cuidado puede desembocar transferencialmente, por el lado del analizante, que empobrece sus asociaciones y agrava su síntoma, y del lado del analista, su cuidado interpretante le lleva a cerrar la boca para no decir mal, para no mal-decir, y entonces nos encontramos con esos casos en donde nuestras intervenciones se apoyan casi exclusivamente en construcciones.
El otro efecto que produce en el analista es colocarlo en una posición de apoyo, cosa que tenemos que tener muy claro para no caer en la trampa. No convertirnos en Otro protector.
Otra situación problemática en la cura que nos lleva a plantearnos si estamos ante un estado límite, es la manifestación reactiva en la transferencia, que Rassial llama “psicosis de transferencia” para oponerla a lo que Freud llama “neurosis de transferencia”. Neurosis de transferencia, histeria y obsesión, en oposición a las otras neurosis que él llama narcisistas. El otro sentido que Freud le da al concepto neurosis de transferencia, es el referido a la neurosis que se impulsa desde la transferencia, en tanto la posibilidad de histerificación, como un factor de desbloqueo.
Rassial llama psicosis de transferencia a esas situaciones que se producen ante determinada evolución de la transferencia, y que hacen que el paciente entre, por ejemplo, en erotomanía.
Ante la emergencia de un delirio erotomaníaco en una paciente que entendemos histérica, estos casos Rassial propone pensarlos desde el sujeto en estado límite.
Otra situación paradigmática de lo que son los obstáculos en la cura, sería lo que llamamos detención en el análisis: o bien abruptamente o bien progresivamente se detiene exclusivamente en sus conductas presentes, contando lo que hizo en el día, un discurso vacío, un discurso que aburre. O también aquellos pacientes que toman la interpretación del analista como una orden.
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Después de la segunda guerra mundial, coincide el auge de los casos bordeline con una perspectiva sociológica que ubica el declive de la función paterna en el horizonte de lo que es el malestar en la cultura. Rassial va a llamar la atención sobre el fenómeno del Holocausto, “a la supresión radical de los judíos siguió la orden de olvidar el exterminio”. Y en la misma línea tenemos lo que pasó aquí en España con los perdedores de la Guerra Civil. El movimiento de la memoria histórica intentando reivindicar a sus muertos, renegados por la apisonadora franquista, sigue encontrando hoy en día la resistencia de la otra mitad que se sigue proclamando dueña de la verdad. Y algo parecido pasó en Argentina con los desaparecidos en la represión militar.
Con el Holocausto judío se hace por primera vez denuncia de ese doble exterminio. Porque no es sólo la muerte física, sino que después son víctimas de una segunda muerte, la de la memoria, renegando que haya ocurrido. Dice Rassial “a los psicoanalistas se nos tendría que plantear el reflexionar un nuevo pensamiento en torno al concepto de la culpa”[2] tomando como disparador de esa reflexión el doble exterminio del holocausto.
¿Y qué tiene que ver esto con el sujeto en estado límite? El dirá que el sujeto en estado límite también nos plantea esta cuestión: una nueva forma de posicionarse ante la culpa declarando que él no es responsable de nada. La no culpa, el hombre sin gravedad de Melman[3] que trabajábamos hace unos meses. Allí Melman nos hablaba de una perversión generalizada, y Rassial nos va a hablar de una adolescencia generalizada. El sujeto posmoderno en la acepción sociológica que todos conocéis es otra forma de hablar de lo mismo.
Y tenemos que centrarnos en el tema de la forclusión del nombre del padre, no necesariamente en el registro de la psicosis. Rassial planteará diferentes órdenes de forclusión para diferentes estados, uno de ellos la psicosis, otro, el estado límite. Y veremos las diferentes opciones de la negación: denegación (verneinung), represión (verdrängung), desmentida (verleugnung), forclusión ( verwerfung).
El tema del sujeto en estado límite nos plantea repercusiones epistemológicas como son que la metapsicología y psicopatología freudiana se estremecen, porque, y esto es lo que Lacan fija con contundencia: neurosis, psicosis y perversión, las estructuras clínicas esenciales, se relacionan con solución de continuidad. Esto quiere decir que hay un límite preciso entre cada una de ellas.
 
 


[1] Rassial, J. J., El sujeto en estado límite, Nueva Visión, 2001
[2]Idem, pág. 27
[3] Melman, Ch., El hombre sin gravedad, UNR Editora