"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090419

SEMINARIO I, CLASE 16:EL MECANISMO DE LOS SUEÑOS O EL INCONSCIENTE ESTÁ ESTRUCTURADO COMO UN LENGUAJE


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David del Real: Barriendo el agua


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CLASE 23/11/06

Los sueños infantiles
Organismo real y cuerpo imaginario-simbólico
La censura onírica: el sueño como transacción
Condensación metafórica y desplazamiento metonímico
El ombligo del sueño, lo real y la angustia

Lo que estamos trabajando es cómo elabora el inconsciente, como el contenido manifiesto es el resultado de una elaboración, de una deformación, de un disfraz en donde lo que está deformado es un contenido inconsciente que es un deseo. En el contenido manifiesto no está el deseo, lo que está es la deformación del deseo.
Para mostrar en que apoya su teoría de que esto es así Freud se vale de un producto muy específico que son los sueños infantiles, porque su característica es que la deformación es prácticamente inexistente. Los niños sueñan con lo que desean y en el contenido manifiesto su deseo aparece prácticamente sin ningún disfraz. Si a eso le agregamos que cualquiera de nosotros ha tenido en más de una oportunidad un sueño optativo en el que el contenido manifiesto, lejos de ser intraducible, nos muestra con bastante claridad una satisfacción de deseo, tenemos pruebas para pensar que, esto que es común en los niños y que es también legible en algunos sueños de los adultos, no se puede reducir a una pura arbitrariedad. Todo lo contrario, es el resultado de un mecanismo muy determinado.
Freud está enfrentándose a la teoría médica que dice que el contenido del sueño es un resultado caprichoso, azaroso, nunca un resultado determinado. Para la medicina el sueño es el resultado de una perturbación del reposo proveniente de un estímulo externo. Se produciría entonces una reacción del organismo, de contenido caprichoso.
Freud dice, sí, lo del estímulo está muy bien, pero no nos engañemos, la mayoría de los sueños no provienen de estímulos externos, provienen de estímulos internos. ¿Y qué son los estímulos internos sino ni más ni menos que los deseos que tenemos reprimidos?
En general, con lo sueños infantiles descubrimos rápidamente el disparador en un suceso ocurrido el día anterior.
“Soñé que me comía un plato lleno de cerezas” El día anterior hubo cerezas de postre y este soñante se distrajo y el hermano se las comió todas y él se quedó con ganas de comer cerezas. Entonces sueña que se desquita comiendo él sólo un plato lleno de cerezas. Además el sueño infantil pone claramente de manifiesto que no son actos psíquicos desprovistos de sentido sino que tienen un sentido inteligible, es decir, que no son meras reacciones convulsiformes, como cree el planteo médico.

El enfoque científico del llamado ser humano se empeña en dejar afuera al ser hablante
Por ejemplo, la Biología, nadie duda el carácter científico de esa disciplina. La Biología ha construido un gran edificio científico intentando explicar las leyes de la vida ¿y ha conseguido explicar que es la vida, el concepto de lo viviente? La Biología Molecular llega a altos grados de conceptualización pero lo viviente se le escapa. Y por más que lo sigan intentando con todos los aparatos que provee la alta tecnología lo único que consiguen es hacer cada vez más grande el agujero del no-saber.
Lacan hablará del organismo, de lo viviente, adscribiéndolo al registro de lo Real, lo imposible de conocer, de imaginar, de simbolizar. Y lo opone al registro del cuerpo Imaginario- Simbólico, al cuerpo como soporte específico del ser hablante. Los animales no tienen cuerpo, los animales sólo tienen organismo.
Los seres hablantes también tenemos organismo, es lo Real del cuerpo, lo que se escapa a la posibilidad de medición científica, lo viviente. El cuerpo sede de los síntomas es por excelencia el cuerpo imaginario-simbólico. Lo Imaginario es lo que tiene que ver con la unidad corporal, con la imagen del cuerpo, y lo Símbólico es lo que tiene que ver con la pertenencia a un mundo de lenguaje. Todo lo que sea lenguaje, nivel simbólico, está haciendo mella en el cuerpo. El síntoma se lee como un mensaje, el síntoma es un significante inscripto en el cuerpo. No en el cuerpo real, no en el organismo, en el cuerpo imaginario-simbólico, que es aquello que podemos interpretar. No podemos interpretar el cuerpo real, no podemos interpretar una enfermedad orgánica, eso es cuestión de la medicina. Pero sí vamos a interpretar aquella localizaciones que toman como soporte el cuerpo inscribiendo allí un significante. Esa es la manera de interpretar la conversión histérica. El mecanismo de conversión es la genialidad de Freud para decir que el cuerpo de la medicina es otro diferente al cuerpo que el psicoanálisis trabaja, que es un cuerpo donde, algo del orden del pensamiento, del significante, se ha inscripto dejándonos un mensaje. Así interpretará Freud la tos y la afonía en Dora.
En cambio, hay algunas enfermedades que la medicina trata porque está comprometido el organismo, como pueden ser las enfermedades de la piel, que desde el psicoanálisis se piensan como fenómenos psicosomáticos. No es el cuerpo imaginario-simbólico el comprometido, no es un síntoma traducible, no es metáfora significante. Lo que llamamos fenómeno psicosomático es más severo ya que está comprometido el otro cuerpo, el cuerpo real.

Sigamos con los sueños infantiles. A Freud le sirven para ver donde se asienta su hipótesis, que es que el sueño es una realización de deseo. Y al mismo tiempo le sirve para mostrar que el sueño tiene una coherencia interna, no es un producto arbitrario.
El otro punto que va a trabajar es el de la deformación. ¿porqué la deformación? Por la censura; para poder pasar la censura el contenido inconsciente tiene que aparecer deformado. Si Uds. recuerdan Freud empieza a desarrollar su teoría a partir de los síntomas de la histeria. Pués este trabajo de los sueños tiene importancia, además de por hacerlos inteligibles desde la interpretación, porque le sirve para constatar que el mecanismo de la producción de los sueños coincide con el mecanismo de la producción de los síntomas. Es como una piedra más que el va a poner en la fundamentación de su teoría del funcionamiento psíquico.

Entonces decíamos que la censura onírica viene a jugar en los sueños el mismo papel que jugaba la represión en los síntomas. Es decir, hay un contenido que quiere manifestarse, que es del orden del deseo en tanto reprimido y que entra en conflicto con los intereses del yo, de la realidad, el sentido moral. El síntoma es el resultado de que lo reprimido retorna y el yo tiene que negociar. En el caso del dormir, la censura permite que lo reprimido retorne bajo la forma de un sueño. El síntoma y el sueño como transacciones: “Yo te permito que aparezcas pero a condición de que lo hagas disfrazado”.

La tendencia obligada de lo reprimido es retornar. El deseo inconsciente, como motor último tiende a su realización. Si alguien se planteara desde una perspectiva escéptica extrema excluir el deseo del ámbito de su existencia, sería un muerto en vida, como vemos en la clínica de algunos obsesivos muy severos.
No se olviden que esto da a un ombligo. ¿Porqué la censura? Porque detrás de esto reprimido se va querer colar aquel otro y cuando no me dé cuenta se me viene encima el ombligo también. Y si eso ocurre me expongo a verle la cara a lo real, a lo imposible de simbolizar, cuya proximidad siempre despierta la señal de alarma de la angustia. Este objeto primero causa del deseo imposible de representar Lacan lo llamará objeto a.
Es lo mismo que cuando en algunas religiones se nos dice que a Dios no se le puede representar en imagen, no se le puede poner rostro.

Cuando Freud habla del ombligo del inconsciente ¿de qué está hablando? de lo reprimido originario. La represión originaria o urvendrängung es aquella que llama al sacrificio del goce. ¿Y cuál es este goce originario? el goce incestuoso, es decir, el de ser lo que completa a la madre, es decir, el de ser su falo.
El Todo no puede ser. Ese es el principio que rige nuestro equilibrio psíquico, esa es la función de la castración, asumir que con el deseo todo no lo podemos. Entonces claro, el yo, la censura dice: nada pasará. Y cuando se da cuenta que no puede tiene que negociar.
El Todo lo podemos asimilar al incesto. Y el incesto es la clausura, la falta de deseo, la muerte del individuo, la psicosis.
La paradoja del concepto de deseo, es que, en tanto se persiga su realización simbólica es motor de vida del sujeto; pero cualquier intento de clausura imaginaria desembocará en el goce neurótico o perverso.
Si el niño no adquiere el sentido de la prohibición, de la ley, queda en un campo en donde su realización está en peligro inminente, porque, vivimos en un mundo en donde para poder acceder a algo tienes que pagar algo. Para poder acceder al amor, para poder acceder a la realización en el orden simbólico, algo pierdes.

Volviendo a los sueños. Freud ha sistematizado lo que serían los mecanismos de deformación, como funciona la elaboración onírica, como funciona el inconsciente. Porque se trata nada menos que de eso, mostrar las leyes del inconsciente en funcionamiento en la elaboración de un sueño. Y lo que es absolutamente revolucionario, y más evidente que cuando lo vimos en los síntomas, es que las leyes de funcionamiento del inconsciente son leyes del lenguaje. El inconsciente está estructurado como un lenguaje.
Si ustedes recuerdan, al sueño lo dividimos en elementos significantes ( fonemas, palabras, frases) y Freud nos dirá que el mecanismo de elaboración onírica lo que hace es sustituir un elemento del contenido latente por otro elemento que será el que emerge en el contenido manifiesto. ¿Cuál es la inteligencia, la lógica de esa sustitución? Nos describirá varios mecanismos: en algunos casos funciona la sustitución por alusión, es decir, referirse a alguien o algo sin nombrarla directamente; en otros casos funciona lo que Freud llama sustitución externa, una palabra sustituye a otra por juegos significantes, se parecen por homofonía; o hace rodeos de palabras, lo que en retórica se llama perífrasis. El sueño tiene otra peculiaridad, y es que transforma ciertas palabras en imágenes, utiliza la técnica del rebus o jeroglífico.
Freud ennumera muchas más, y de hecho los mecanismos de elaboración onírica son tantos como figuras de la retórica.

El proceso de elaboración del sueño, a continuación del mecanismo de deformación, recurre al paso final de elaboración, que consiste en ordenar el material, darle una cierta coherencia; esa es la elaboración secundaria. El resultado de todas estas deformaciones que consisten en que un elemento o significante es sustituido siguiendo distintas figuras de la retórica, Freud los resume en dos mecanismos: condensación y desplazamiento.
Y Lacan las resume en dos figuras: metáfora y metonimia.
Entonces veremos que en la condensación, que Lacan dirá condensación metafórica, se sustituye una palabra por otra por la relación de semejanza de significado que hay entre ambas; y en el desplazamiento, que Lacan llamará desplazamiento metonímico, el significante se sustituye por otro según tengan relación de continuidad, que pertenezcan al mismo paradigma, al mismo conjunto, familia o clase de palabras.

Aclaremos una cuestión. A partir de un sueño y de su interpretación llegamos a un contenido latente. Si nos quedamos trabajando ese contenido latente, las asociaciones nos llevarán por otros mecanismos lógicos de sustitución, sean metafóricos o metonímicos, a otros escenarios del inconsciente, y podríamos continuar hasta que llega un momento en que el analizante se queda sin palabras. Y podemos suponer que nos estamos aproximando a lo que Freud llama el ombligo del sueño, que Lacan llama lo real en tanto inconsciente imposible de decirse, de representarse, que es lo que puede desembocar en la angustia.

Cuando aparece la angustia es signo que se avecina lo real. ¿Y que hacer ante la angustia? Hay que vestirla, hay que ayudarle a que ponga palabras nuevamente. Lacan pone el ejemplo de Juanito, el paciente de Freud, que un día se despertó con angustia y ese día se acostó con una fobia a los caballos. Había podido vestir lo real con un miedo imaginario, una fobia, el miedo a una imagen. Es preferible tener miedo a los caballos y no una angustia difusa e innombrable.
Lo real está vestido por lo imaginario-simbólico. El organismo está vestido por el cuerpo imagen, el cuerpo que vemos en el espejo, el cuerpo del que nos enamoramos, que nos produce celos, envidias. Y este organismo y su vestidura o cuerpo imaginario está organizado, estructurado, por lo simbólico, cuyo representante máximo es el lenguaje. Lo simbólico es lo que nos permite, en vez de liarnos a trompadas, resolver nuestras diferencias a través de la palabra. Cuando nos falla el organizador simbólico, la armazón imaginaria, nuestro cuerpo, se nos desorganiza, se desparrama, perdemos límites y nos quedamos a las puertas de lo real, aparece la angustia. Y aparece la posibilidad del pasaje al acto: destruir al otro o destruirse a sí mismo.


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