"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20090420

SEMINARIO II, CLASE 7: EL REENCUENTRO IMPOSIBLE


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Matisse: La Música

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CLASE DEL 6/12/05

La pulsión y su fiasco
El nivel fálico: la imposibilidad extrema
La mirada ciega a la castración
La mirada sobre la diferencia sexual
La mirada y los fantasmas originarios
La voz y la seducción: la voz de la sirena
La afonía de Dora

Desde lo oral y lo anal hay una cierta consistencia en relación al objeto, al objeto de la pulsion. Nosotros decimos que la pulsión es una búsqueda de satisfacción. La pulsión como esa búsqueda que en lo oral y lo anal enfoca, apunta, rodea un objeto y una zona, un orificio y un objeto que colma ese orificio; lo oral y lo anal tienen cierta consistencia como objeto y como zona en función de esa búsqueda de satisfacción. En nuestra construcción mental podemos pensar suponer un proceso por el cuaL ese motor fundamental que llamamos deseo se va constituyendo y ese lugar trascendente que llamamos sujeto va emergiendo en función de estos recorridos pulsionales por determinados objetos y determinadas zonas. Insisto, referidos a lo oral y a lo anal nos ofrece una cierta consistencia imaginaria. Pero con lo escópico y con lo invocante, que pasa?
En la dialéctica entre el sujeto que emerge y ese Otro con mayúsculas como lugar de los significantes del que el sujeto emerge, esta dialéctica en el nivel anal es en torno a la demanda. La emergencia del sujeto se construye en relación a la dialéctica con el Otro y de la demanda desde el Otro....”¿Cuándo el nene va a dar a mamá su linda caquita?”. Esa demanda hace de motor en ese advenimiento de lo que podríamos llamar el sujeto anal, como ese estamento de construcción que a ese nivel se da en torno a la demanda.
El objetivo último es la construcción del deseo. El deseo como tal se va construyendo en cada uno de estos niveles, desde el oral al invocante. En cada uno de estos niveles, la pulsión, como ese empuje hacia la satisfacción, apunta a que emerja el sujeto del deseo.

Lo que vamos a ver hoy son las peculiaridades del objeto y la zona pulsional en relación a la mirada y a la voz.

Recordemos una condición esencial, y es que la pulsión no se satisface, la pulsión conduce al fiasco, al fracaso, al desengaño, no llega, no da la talla...en que? en el rencuentro imposible con la petit a. La pulsión es poner una libra de carne, poner un fragmento del cuerpo, una esquirla, dice Lacan, como un pedazo brillante; ese objeto que el cuerpo ofrece como soporte de la petit a, porque la petit a es un puro vacío, aquello de lo real que no a podido ser apresado por lo simbólico, aquello del cuerpo que el significante no ha podido sujetar. Al sujeto le falta un pedazo para ser sujetado por el significante, y eso es la petit a. Entonces, la pulsión es un intento condenado al fracaso de poner un pedazo del cuerpo en lugar de eso que falta, en el intento de reencontrarlo.
¿Cuáles son los vaivenes de los distintos objetos pulsionales en cada uno de los niveles?
Antes de entrar en lo escópico y en lo invocante una nueva aclaración indispensable es en relación al nivel fálico. Porque tengamos en cuenta una cuestión que ofrece una cierta complejidad, y es que Lacan habla de cuatro objetos pulsionales, de cuatro lugares; pero el cuenta cinco. El nivel central, el fálico, es la condición de los otros cuatro, porque cada uno de los otros objetos son a imagen del falo. Tanto el pezón, como el escíbalo, la mirada y la voz, tienen valor como objeto para cubrir a la petit a porque son equivalentes al falo. Pero el nivel fálico tiene la característica de que su objeto está en menos: menos phi ( - ) El pezón está, pero no cualquier pezón, sino el pezón del destete, es decir, el pezón que falta. El escíbalo está y cae. Con la voz y la mirada pasa lo mismo, la voz desprendida y la mirada en su contorsión de ceguera.
¿Cuál es el objeto del nivel fálico? La falta. Menos phi es una imagen faltante, lo que de la sexualidad del sujeto no se deja integrar en la imagen, por efecto de la captura de la sexualidad en el lenguaje.

Veamos como relata Freud la primera mirada del niño al cuerpo desnudo de la niña.
Uno de los pilares teóricos freudianos es el concepto de libido, y dice Freud tanto para el hombre como para la mujer la libido es una, no hay una libido masculina y una libido femenina. Porqué? Porque su objeto es el mismo, su objeto es el falo. Sigamos con la teoría sexual de Freud. Imaginemos al niño enfrentado ante la primera mirada al cuerpo de la niña ¿qué ve? Cree ver una colita. El niño niega la falta en la niña. El niño mira y no puede creer lo que ve. Entonces queda como que no vió. Freud nos dirá, claro que vió, esa primera negación después de un tiempo caerá y accederá a la angustia de castración. Es decir que la falta la ha registrado, lo que pasa es que la ha negado. Esa es una de las opciones. La otra opción es la de ...”¡Ah, ya le crecerá!”
La teoría infantil es: todos los niños, todos los adultos, todas las cosas, tienen falo.
¿Qué pasa con la niña cuando enfrenta su primera mirada al cuerpo desnudo del niño?
Mientras el niño no reconoce ni quiere enterarse, la niña automáticamente reconoce, y no solo reconoce sino que inmediatamente sella su destino ambicionando poseer algo que suture su falta, compense su falta. Es decir, la niña cree tan firmemente en lo que ve que le da a esa cosita el carácter de aquello que le falta a ella. Cuando lo que a ella le falta no es esa cosita. Lo que a ella le falta es lo mismo que le falta al niño. Lo que pasa es que la niña es muy crédula- y ahí está la visión histérica- cree que lo que le falta es esa cosita. Y entonces llena toda su existencia en pos de ambicionar aquello que llena esa carencia, que es lo que Freud traduce como envidia del pene.
El psicoanalista Assosun plantea que esta diferencia en la mirada y en el reconocimiento de la falta podría marcar una diferencia entre lo masculino y lo femenino. Es decir, una via, un acceso posible para entender esta diferencia serían los avatares de la mirada: la mirada masculina es una mirada de no querer creer lo que ve; la mirada femenina es la de tener una certeza absoluta de lo que ve hasta sellar un destino a partir de esta mirada, mirada que resulta engañosa. La pequeña mujer cae en su propia trampa. Lo que ella no sabe es que el pequeño hombre, a pesar de su miembro en más, también está en falta.

Volviendo al nivel fálico....¿cuál es el objeto, el cacho de carne? El pene detumescente, el pene flácido, de tal manera que la mujer se somete a la servidumbre de convertirse en falo para el hombre. Para poder suplir esa falta ella se coloca como falo para el hombre,
mujer-falo que suple ese miembro que se desinfla siempre antes de que ella alcance su goce; se convierte así en falo en erección permanente.
El nivel de la pulsión fálica tiene un objeto que no llena lo esperado, el pene no llena para nada el falo.

En relación a lo escópico, nosotros decíamos que es el nivel en el que el deseo encuentra su soporte más idóneo, más engañoso. La mirada es el soporte por excelencia en la construcción del deseo. El fantasma como escena donde se construye el deseo, es una escena escópica, tiene que ver con una contemplación. El deseo tiene naturaleza contemplativa, tiene naturaleza de imagen, tiene naturaleza escópica. Por eso llamamos al fantasma la escena del deseo..
Vamos a hacer una puntuación específica a los fantasmas originarios con los que Freud trabajó. En especial dos fantasmas originarios que tienen que ver con la mirada: el de la escena primaria y el de seducción. La escena primaria es la contemplación del acto sexual de los padres o la escucha de ese acto. Lo que entra en juego en estos dos fantasmas es el tema de la seducción, ya sea el de la pareja, escena de seducción entre mamá y papá y el niño está como testigo, espiando. O escena de seducción en donde el niño está siendo seducido, en posición de objeto de seducción. Y la peculiaridad de estas escenas originarias está en que la mirada bajo la cual el niño es seducido es la mirada de un adulto.
Y esto es sumamente delicado. Las escenas originarias son estructurales, son tránsitos edípicos obligados. Como tal, no tienen que ver necesariamente con una realidad histórica, sino con una realidad psíquica fantasmática. Pero los psiquiatras anglosajones están detectando estas escenas en sus pacientes infantiles y concluyen – ignorando a Freud- que todos los niños que refieren estas escenas están siendo seducidos por sus papás. Ojo, no estamos negando que existan padres abusadores, lo que reclamamos es que se considere además la perspectiva fantasmática.
Lo importante de estas escenas originarias, lo importante de este enfrentamiento del niño a la seducción, es que lo pone en órbita en relación al deseo. Lo que pasa es que una cosa es la seducción que dispara el deseo que es una seducción encausada en la ley, y otra cosa es la seducción perversa del abusador de menores. Eso ya no es seducción, es perversión.
En la relación amorosa la seducción es en espejo: la mirada del otro que me seduce tiene que ver con que soy , es mi imagen la que me seduce: es el narcisismo haciendo obstáculo. Es la imagen especular que se mete en el medio y entonces es como Narciso. Narciso es seducido por esa imagen que lo mira. Esa imagen que mira al niño y que despierta la seducción de alguna manera lo que pone en marcha es su narcisismo.
Toda seducción por el otro es también seducción por si mismo por intermedio del otro.

Veamos un par de ejemplos en relación al tema de la voz. El primero de ellos es de
Assoun, quien analiza la voz como emblema de seducción y utiliza un personaje de la mitología, Ulises y el canto de las sirenas. Las sirenas son seres mitad mujeres vírgenes mitad pájaros. Son figuras femeninas inmunes a la relación sexual. Lo que están ofreciendo con su canto es un goce más allá del sexo. Pero un goce mortífero.
Es interesante que Ulises se hace atar, el decide que tiene poder para escuchar, pero a sus marineros les tapa los oídos con cera para que no escuchen.
Más allá del canto lo que importe es la voz de la sirena en cuanto a lo que prometen. Y lo que prometen es el saber absoluto: el saber de la Madre Universal, la negación de la castración, el Otro (A) sin barrar. Es decir, la promesa del goce absoluto incestuoso antes de la ley.
Cuando Lacan habla de la voz en relación al superyo, lo remite a un superyo imperativo que ordena gozar.
Estso nos remite a esa situación mítica en la que el niño recibe de la madre la posibilidad del absoluto, del todo, no hay pérdida, no hay petit a, no hay deseo.
El canto de las sirenas es la voz de una feminidad fuera de la ley que dice que todo está permitido.

Otro ejemplo sobre la voz lo encontramos en Dora.Uno de los tantos síntomas que tenía es justamente el de la afonía. Para averiguar el porqué del síntoma Freud interrogaba acerca del cuando.
¿Cuándo aparecía la afonía de Dora? Cada vez que el Sr.K se iba de viaje.
Recuerden la historia, el cuarteto formado por el Sr.K, la Sra.K, el padre de Dora y Dora. El padre de Dora tenía un affaire con la Sra.K, y Dora sentía que como contrapartida el padre la entregaba a los escarceos amorosos del Sr.K. De esa manera se intercambiaban.
Curiosamente, cuando Dora viene a ver a Freud habla pestes del padre y del Sr. K. No habla del SR. K como enamorada sino con desaire. Es como si no pudiera hablar de su amor sino en falta.
Recuerden el caso de ceguera histérica que trabajamos hace algunas semanas. Allí Freud nos invitaba a diferenciar por lado la función del órgano, en el caso del ojo la visión, y por otro lado la función erótica de la mirada.
En el caso de Dora también diferenciamos por un lado la laringe en su función de emitir la voz y por otro lado su función erótica, el amor sin voz de Dora hacia el Sr. K.
Y Freud hace una especie de regla: cuando la laringe como órgano fonatorio disfunciona, como órgano erótico sobrefunciona.
Freud llegará más lejos, y nos dirá que la afonía de Dora tenía que ver también con lo que Dora suponía que eran las escenas sexuales entre su papá y la Sra.K. Porque Dora sabía que su papá no cumplía como hombre, es decir tenía dificultades de impotencia. Entonces ella suponía escenas de sexo oral en la pareja. La afonía de Dora, concluye Freud tenía que ver con ese lugar de identificación con la Sra. K en relación al goce oral.
Nosotros lo que hacemos es un hincapié , además de la cuestión oral, en la cuestión invocante. Las dos tienen que ver con la boca. Si recuerdan el grafo de los estadios pulsionales, lo oral y lo invocante se relacionan. En la construcción del deseo Lacan señala un recorrido regresivo y un recorrido progresivo de la pulsión. Un recorrido donde el deseo tiene una estación progresiva llamada invocante y una estación regresiva, llamada oral. En los casos de histeria es interesante ver en donde se puede anudar el deseo en relación a la estación regresiva oral y a la estación progresiva invocante.
De igual modo podemos pensar en el obsesivo, los dos niveles regresivo y progresivo en relación al deseo anal y al deseo escópico.



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