"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20121008

SEMINARIO III, Clase 3: EL FENÓMENO PSICOSOMÁTICO



David del Real, Mujer sentada
 
 
CLASE 3: EL RETORNO DEL GOCE AL CUERPO
 
 
Holofrase: falla en la cusación del sujeto
La expulsión del goce y su retorno
El goce mítico y el goce fálico
La operación de alienación-separación
 


 
Seguimos con el fenómeno psicosomático. Tenemos que especificar el mecanismo original del FPS. Y el esfuerzo que está haciendo el psicoanálisis al hablar de la causalidad es hacer entendible desde el concepto de estructura significante todas las manifestaciones que tienen que ver con nuestro cuerpo, un desafío para la búsqueda de conceptualización en su coherencia con el resto de los cuadros clínicos.
Entonces, si decimos que las manifestaciones de la neurosis en el cuerpo tienen que ver con cómo se articula la estructura significante en el cuerpo – en el cuerpo imaginario simbólico- a partir de la represión, en el FPS tenemos que ver como se articula en el cuerpo- en el cuerpo real u organismo viviente – y a través de qué mecanismo, que no es la represión.
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¿Cuál es el mecanismo base que origina el FPS como manifestación en el organismo?    Dijimos que no es la represión, tampoco sería la forclusión como mecanismo específico de la psicosis. ¿Qué falla en relación a la estructura significante conduce al FPS? En la clase anterior dijimos que la falla era en la articulación significante, falla en la causación del sujeto, que Lacan remite a la holofrase.
En la primera parte, cuando estuvimos viendo la anorexia-bulimia, una de las figuras claves del malestar en la modernidad, recogimos la propuesta de un autor, Recalcati[1], que apoyaba la inteligibilidad de los casos más graves en esta figura, la holofrase. A partir de la holofrase, dice Lacan, podemos agrupar en la misma serie los siguientes cuadros clínicos: el FPS, la psicosis y la debilidad mental.
            “…cuando no hay intervalo entre S1 y S2, cuando el primer par de significantes se solidifica, se holofrasea, obtenemos el modelo de toda una serie de casos – si bien hay que advertir que el sujeto no ocupa el mismo lugar en cada caso.”[2]
La holofrase como figura de congelación o solidificación de la articulación significante, de S1 y S2. La holofrase como intento de apresar la significación total del sujeto. En vano pues la representación del sujeto, de carácter significante, queda por definir. Para que haya sujeto son necesarios al menos dos significantes, es necesario una articulación significante. En la holofrase, al congelarse esta articulación en un solo significante, no podemos hablar de sujeto. En todo caso el sujeto está ilocalizable  A lo sumo podríamos hablar de un significante primordial. Si hiciéramos un espectro del registro simbólico, este sería como el punto inicial del registro significante, en el nivel de rasgo unario.
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Vamos a hacer un recorrido sobre esta cuestión tomándolo desde la vertiente del goce, entendiendo el fenómeno psicosomático como el retorno del goce al cuerpo. Si digo retorno del goce al cuerpo estoy suponiendo que en un primer momento el goce habitaba el cuerpo, que en un segundo tiempo fue desalojado del cuerpo. El FPS sería entonces un tercer tiempo, el del retorno del goce.
¿Qué pasó con el goce? El primer tiempo sería mítico, es decir, sin fecha. Para ser entendible la articulación de los conceptos no quiero caer en el error didáctico de que lo entiendan como tiempos cronológicos. Hablamos más bien de tiempos lógicos, estas son operaciones lógicas, son del orden de operaciones del pensamiento. Entonces, en un tiempo mítico en el que el sujeto no había advenido, reinaba el goce pleno. En un segundo tiempo lógico, con la instauración del lenguaje se produce como efecto que el goce queda desalojado del cuerpo. Estamos hablando de la castración simbólica y el paso siguiente que es la significación fálica. Es el tiempo de la represión originaria o primaria, es el momento de la instauración del inconsciente. Es la represión del goce. Lo que pasa a ser reprimido es el significante del goce.
El representante reprimido en la urverdrängung es un significante muy especial que Freud llamará vorstellungsrepräsentant, representante de la representación de la pulsión. ¿De qué estamos hablando? del falo. A partir de allí, todas las otras representaciones que serán objeto de represión estarán en asociación última con la significación fálica. A partir de allí todas las represiones que son motivo de síntomas, de sueños, de lapsus, de todas las formaciones del inconsciente, están enlazadas con esto que va a constituir el núcleo, el ombligo del inconsciente.
Instauración de la castración, represión originaria, advenimiento de lo simbólico, son todos conceptos que se enlazan en este tiempo lógico en el cual el significante se aloja en el ser, se aloja en el cuerpo, y cuya consecuencia es que el goce queda expulsado, en beneficio o en virtud o a cambio del significante.
Dejamos de ser el organismo de la autosatisfacción mítica, del autoerotismo completo, renunciamos no por proposición voluntaria, sino en tanto y en cuanto somos atrapados en la red simbólica, en las leyes del lenguaje. Entonces, renunciamos o perdemos o sacrificamos el goce, reprimimos el falo y damos origen y quedamos bajo la determinación del inconsciente. A partir de allí las leyes del significante regulan, no ya la satisfacción de la necesidad, sino la búsqueda del objeto del deseo.
 
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Volviendo a la articulación significante. S1 o significante maestro o amo, es el significante que en un determinado momento representa al sujeto pero siempre para otro significante S2 o significante binario. S2 en última instancia remite al falo inconsciente, ese ombligo al que nunca llegaremos. Lo real del inconsciente.
¿Aquí la mecánica cuál es? El S1 nos representa como sujeto para otro significante que no agota nuestra representatividad, la respuesta última a la pregunta ¿qué soy para el Otro? sería la respuesta por el falo.  ¿Qué quiero, cuál es mi deseo? ¿Qué quiere el Otro de mí? En la búsqueda de esas respuestas es en donde un significante S1 de pronto nos responde pero siempre en articulación con S2. Nunca nos representa del todo.
Es la misma mecánica que la del deseo. En la búsqueda es donde encontraremos la posibilidad de realización, pero siempre parcial. Y aquí volvemos al goce, porque lo que encontramos en la intricación del lenguaje y del deseo es el goce. Aquí es donde reaparecen los restos del goce expulsado del  cuerpo. Porque ese goce mítico pre-subjetivo, a partir de que adviene el significante es expulsado y queda el significante como lugar de goce.
Imaginemos un organismo puro goce, es decir, en inmediatez con el objeto que satisface su necesidad. Llega el orden significante, llegan las reglas, llega la represión, se pierde esa inmediatez, se pierde el goce y nos queda la posibilidad del goce fálico, del goce del síntoma neurótico. El goce fálico limita ese goce total, ese goce incestuoso.  Podemos pensar, entonces, que bajo la figura de la holofrase, se abre la compuerta de retorno de este goce fuera del significante, de este goce de órgano del FPS.
Miller[3] utiliza varias expresiones para referirse a este significante holofraseado que marca el cuerpo en este intento de consolidar una representación unívoca: lo comparará con el orden del trazo unario, esto es rasgo significante elemental que sirve de soporte identificatorio; o con un sello, o con un nombre propio. Mientras un nombre común, el sustantivo “mesa”, por ejemplo, remite a cualquier mesa que se la quiera aplicar, en cambio el nombre propio, si yo digo Jorge Hernández, remite nada más que a sí mismo. También compara el FPS al jeroglífico, un escrito figurativo que al mismo tiempo que tiene valor de escritura pertenece al orden imaginario.
Con la neurosis estamos acostumbrados a considerar la marca en el cuerpo como un síntoma traducible en mensaje, es decir, el lugar donde se ha encarnado un significante reprimido. Pero en el fenómeno psicosomático la marca no es en el cuerpo significante, sino en el órgano. Y lo que se ha encarnado, incorporado, es una falla en la estructura límite del lenguaje que llamamos holofrase.
Esta falla tiene que ver con la operación de causación del sujeto. Tenemos que suponer un tiempo mítico en donde A, el gran Otro, y la S del sujeto están sin tachar, son un solo conjunto. La causación del sujeto es a partir de la represión original, y advienen simultáneamente el gran Otro barrado y el sujeto dividido. El sujeto en tanto queda marcado irremediablemente con la pérdida de su objeto, “a”, que cae. El objeto inmediato, el de la necesidad, a partir de allí está mediatizado por lo simbólico, por la demanda.
Lacan va a hablar de dos tiempos lógicos en la operación de causación del sujeto, un tiempo de apertura o alienación y un tiempo de cierre o separación. La apertura coincide con la represión originaria. A partir de que adviene la represión originaria, el goce es excluido, el sujeto queda dividido por la pérdida de su objeto, y pasa a ser representado por un significante S1 para otro significante S2. Pero como S2 está bajo la represión originaria, que es ilevantable, por un efecto de cierrre o torsión revierte en un nuevo S1.
En cada emergencia del deseo inconciente en un decir no sabido se reactiva la operación de división subjetiva. El destino alienante del sujeto del inconciente, es decir del deseo inconciente, es el de estar entre-dos-significantes, es decir, sólo puede ser dicho a medias, ningún representante lo representa plenamente.
Con el congelamiento S1-S2, con el intento de solidificación en un significante único, es decir, con la holofrase, se trata de cerrar un sentido unívoco, de evitar la división del sujeto. Pero el FPS, la marca o sello en el organismo a que da lugar este cortocircuito, es sin sujeto, es a-simbólica, no hay representación, porque es una marca en la juntura del cuerpo imaginario y el cuerpo real. En tanto real está desnudo de significación, es el organismo en tanto viviente, es un cuerpo sin semblante, en tanto el semblante es lo que tiene la función de velar lo real desde un anudamiento imaginario-simbólico.
Si fuera un cortocircuito histérico, la parte afectada del cuerpo, al estar en el registro del significante, tendría posibilidad de desplazamiento. El destino del significante es ser remplazado por otro significante. Mientras que el cortocircuito del FPS afecta una holofrase, algo del orden de un significante congelado, no habría posibilidad de desplazamiento. Y entonces ¿qué puede hacer el dispositivo analítico ante esa situación? Porque con la histeria podemos aplicar la asociación libre, y a partir de la asociación podrá desplazar significantes y mover el síntoma.
Hay un comentario de Eric Laurent sobre el pintor Francis Bacon, que arrastra un asma a lo largo de su vida y que Laurent interpreta como un “rasgo único”, a modo de firma del sujeto, y analizando su obra pictórica, los críticos constatan que sus múltiples retratos son variaciones, sucesivas deformaciones de un mismo modelo. Pero con la peculiaridad que en todas las deformaciones reconocemos el rasgo originario de ese modelo, por ejemplo la nariz o la oreja. El analista nos dirá que pintando no se curó de su asma, pero esa actividad artística le dio la fuerza moral que le permitió, a modo de sublimación, construir las mil variaciones de ese rasgo único, de su asma torturante. Y a partir de allí construirse lo que es un camino de búsqueda, de realización.
Tomando esto como paradigma, podemos pensar, y Lacan nos lo dice reiteradamente, más que la desaparición del FPS, lo que la cura psicoanalítica persigue, es que el analizante encuentre, instale, a pesar o a favor de su asma, una causa para su deseo.
Si retomamos el caso que vimos la clase anterior, nos planteaba un cuestionamiento, y es que el analista trabajaba la interpretación del asma como un síntoma dentro de una estructura neurótica. El intentaba traducirlo a partir del efecto de la represión, como un discurso desplazado. En todo caso, la juntura imaginaria comprometida en el FPS a veces pude autorizar un intento de desciframiento.
Es allí donde tenemos que intentar precisar: el asma en algunos casos puede ser un síntoma derivado de la represión, en otros casos es un PFS derivado de una falla holofrásica en la articulación significante. No es solamente ver el asma en una u otra estructura neurótica o psicótica, sino el asma como síntoma o como FPS.
 



[1] Recalcatti, La última cena: anorexia y bulimia, Ed. del Cifrado, Buenos Aires


[2] Lacan, Seminario 11, Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, pág.245


[3] Miller, Jacques-Alain, Extimidad del Goce (en Estudios de Psicosomática,vol.4, V.V.A.A., Atuel)