"A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas de la pulsión de agresión y de auto destrucción. (...) Sólo nos queda esperar que la otra de ambas potencias celestes, el eterno Eros, despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario. Mas, ¿quién podría augurar el desenlace final? Freud, Malestar en la Cultura
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20121025

SEMINARIO III, Clase 6: EL FENÓMENO PSICOSOMÁTICO



David del Real: Carta a Marie
 
 
CLASE 6: CAUSACIÓN DEL SUJETO Y HOLOFRASE
 
Falta-en-ser, el ser-para-la-muerte
La disyuntiva letal: el ser o el sentido
Alienación - separación
El Otro completo o el Otro en falta
El sin sentido, la contingencia
Ni S1 ni S2: el intervalo significante
El congelamiento del intervalo u holofrase
 
 
Vamos a intentar profundizar el tema de la causación del sujeto, que es donde Lacan localiza esa operación llamada holofrase, que es el concepto que estamos manejando para entender la etiología del fenómeno psicosomático. La holofrase actúa a nivel de la estructura significante, en el momento lógico de causación del sujeto, del sujeto del inconciente, no el yo, causados a partir del lenguaje, a partir de la articulación de dos significantes, S1 y S2. 
La clase anterior hicimos una puntuación fundamental sobre la relación entre el padre del Edipo, la castración y las estructuras clínicas. Y decíamos que desde Lacan se hace un esfuerzo considerable para intentar des-imaginarizar el tema de la falta, para lo cual elabora el concepto de significante Nombre-del Padre para elevar esa falta a nivel de lo simbólico. Y lo que queda planteada, entonces, es la cuestión de las estructuras clínicas en función de cómo se posiciona el sujeto ante esa falta.                                                                              
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Se trata de pensar la falta del ser hablante como una falta-en-ser, recurriendo a la tríada real, simbólico, imaginario.
 
Así, desde el registro de lo real, vamos a abordar la falta primera, la falta primordial, desde el momento mítico del surgimiento del ser-hablante, localizando esta falta en su condición de ser mortal. La muerte como objeto real imposible de conceptualizar, eso que falta. Para poder operar con esa falta como si fuera un objeto, Lacan lo conceptualiza con un matema lógico que llama “petit a” que no es un objeto, sino una falta de objeto.
Desde el registro simbólico se conceptualiza esta falta en el nivel del lenguaje; al ser atrapado por la estructura significante, al ser acogido por la red del lenguaje, queda definida la esencia de ese ser como la de un ser-para-el-lenguaje, un ser-hablante. Y lo que define la falta en ser en el lenguaje es que no todo puede ser dicho acerca de la verdad del deseo, lo que Lacan conceptualiza con el significante de la falta en el Otro,  concepto que permite inscribir la falta sin taponarla. Decir el significante de la falta en el Otro es ponerle nombre a lo que falta en el tesoro de los significantes, el gran Otro queda tachado. Y la otra cara de esa falta es la del sujeto dividido.
Y el tercer nivel desde el que Lacan definirá la falta es el del registro imaginario, y se refiere a la falta en ser de goce, representado por el matema del falo imaginario que se escribe siempre en menos (- φ).
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¿Por qué decimos causación del sujeto? Está hablando de su auto-engendramiento, no es que el sujeto es producido por algo externo, su emergencia, su advenimiento, es causa de sí mismo. Si lo ubicamos en su proceso ontológico, llega al mundo el bebé y es un mundo de palabras. A partir de allí tiene que ir conquistando su lugar en ese mundo; y la única manera es inscribiéndose como ser hablante. Si no habla no se inscribe, como es el caso del autista.
Lacan plantea esta operación de causación del sujeto en dos tiempos, que no son tiempos cronológicos sino tiempos lógicos, y que los podemos entender como si fueran pulsaciones, una que abre y otra que cierra. Que es la manera que también alguna vez vimos que utiliza para hablar de la emergencia de lo inconsciente.
En estos dos tiempos de apertura y de cierre se trata de un mismo círculo que se cierra sobre sí mismo y remite al inicio. Pasamos del primer tiempo de alienación a un segundo tiempo de separación, que remiten a una nueva pulsación. Pasamos del S1 que remite al S2 y que en el momento de la torsión vuelve a remitir a un nuevo S1. Se está causando, está emergiendo el sujeto en la articulación entre dos significantes.
Y el sujeto se ve en el primer tiempo de su emergencia en la disyuntiva alienante de elegir el ser o elegir el sentido. Es una disyuntiva letal, “factor letal”[1] dice Lacan. Letal porque lo condena a ni uno  ni otro; porque si elige el ser, pierde el sentido y si elige el sentido pierde el ser. Y en el centro está el sin sentido.
Podemos pensar la dirección de la cura como apuntando al sin sentido; que lo que nos enferma es: o petrificarnos en el ser, o desvanecer nuestro ser por aferrarnos al  sentido. Así lo expone D. Rabinovich en su libro sobre libertad y determinismo en psicoanálisis: “el fin del análisis es solidario del sin-sentido”[2]. La dirección de la cura no propone dejar el sentido para caer en la petrificación del ser; ni lo opuesto: lo que propone es la contingencia del sentido. Propone desmontar el sentido que nos aprisiona aceptando su contingencia, aceptando que nuestro sentido juega dentro del sin sentido y no     dentro del sentido único absoluto y verdadero, que nos tiene que definir unívocamente.
Hay que haber circunvalado lo suficiente el agujero de la angustia como para poder asumir el sin sentido. En general el neurótico localiza en un significante o en otro su sentido, pero no bloquea la emergencia del sentido inconsciente. En el caso del fenómeno psicosomático lo que emerge es una lesión de órgano inarticulable con el deseo inconsciente.
3
Estamos intentando construir la lógica de la causación del sujeto, el concepto positivo de sujeto, que tenemos que buscarlo en la articulación entre el S1 y el S2. Porque si no  caemos en una especie de especulación metafísica. Nosotros estamos hablando de la articulación del significante en el cuerpo. Siempre. Y la articulación del significante en el cuerpo se va a dar a partir de un agujero, que es la petit a. La articulación del significante en el cuerpo en Dora lo ubicamos en una afonía, o en el caso de Isabel, en una parálisis.
Lo que nos estamos preguntando a esta altura del curso es: en el fenómeno psicosomático, que pasa con la articulación del significante en el cuerpo. Pues que no hay tal articulación, y en su lugar se ha montado la holofrase. Para llegar a eso estoy pasando por ese momento primordial que es el de la causación del sujeto. Decimos que el primer momento de dicha causación pasa por la operación de alienación en donde nos vemos constreñidos a elegir entre el ser o el sentido: si elijo el ser me quedo sin sentido, si elijo el sentido, me quedo sin el ser, ahí está la alienación. La resolución de esa alienación es una torsión; a partir de esa torsión las proporciones se invierten. Cuando uno eligió el ser en lugar del sentido, en la segunda pulsación del movimiento circular, a partir de la torsión se invierte la proporción. Y la proporción de ser pasa a ser la de sentido y viceversa.
En esa torsión lo que se está jugando es la cuestión de la falta en ser,  la cuestión de qué es lo que define nuestro ser. El sujeto se constituye a partir de que acepta e inscribe la falta en ser en el Otro, quedando entonces el gran Otro tachado, y el sujeto renuncia a ser el objeto del deseo del Otro. Se precipita así el segundo tiempo lógico de la causación del sujeto, que es el de la separación.
Estamos hablando de cómo nos posicionamos ante el deseo del Otro, lo que en definitiva definirá nada menos que nuestra condición neurótica, perversa o psicótica.
Entonces en el primer tiempo de la torsión tiene que elegir entre el ser o el sentido: el ser en tanto sujeto de un deseo en falta; o el sentido en tanto objeto del deseo del Otro. Y  declina del lado del sentido.
La segunda torsión es la que le permite jugar con que su falta se articula con la falta del Otro: el Otro en tanto desea es colocado como Otro en falta. Y escapa de la elección alienante que le había colocado como objeto, cae como objeto. Esa es la falta primera, caigo como objeto y me constituyo como sujeto. Cuando decimos que el objeto cae, ¿Cuál es el objeto que cae? Es ni más ni menos que el sujeto puesto en el lugar de objeto. Esto se repite cada vez que se produce la irrupción del sujeto del inconsciente, como por ejemplo en un lapsus donde irrumpe el deseo. Allí se está reactualizando la causación del sujeto. Y en ese lugar de , en la medida que el instante de objeto se ha fijado, el instante en el que somos el objeto del deseo del Otro y perdemos nuestra condición de sujetos, en la medida que eso se fija, se empieza a producir un goce del orden de un síntoma, por ejemplo.
Entonces, estamos en un movimiento circular entre el S1 y el S2, que es lo mismo que decir, entre el significante que representa al sujeto y todos los otros significantes que representan al Otro, entre el S1 que representa al ser del sujeto y el S2 que representa el sentido, el significado, todos los significados posibles. Cada vez que fijamos una torsión de un S1 que representa al sujeto ante un S2 estamos precipitando un sentido. Pero como ese sentido no completa el sentido del sujeto, reenvía a otro S1 que va a intentar representar nuevamente a ese sujeto ante todos los significados, rescatando a uno que nunca terminará de completar ese sentido. Y así se inscriben las sucesivas operaciones de alienación-separación en la búsqueda del corte. En un momento dado hay que poner un punto, porque si no estaríamos hablando de la angustia. En este devenir hay que poner puntos, para producir cortes, para precipitar un sentido. Claro que tenemos un sentido, somos seres de sentido: padre de, hijo de, trabajador de, es decir, vamos definiendo, vamos precipitando, vamos produciendo cortes, que es lo que nos permite articularnos en el orden simbólico. Asumiendo la falta. Que de lo que se trata es que podamos aceptar vivir con la falta y no seguir insistiendo en encontrar el significante que me represente por entero ante otro significante que me dé el sentido absoluto de mi ser. Por eso decimos que en la cura se trata de cambiar esa búsqueda y aceptar que nuestro sentido es contingente y que nuestro ser es una falta en ser; que es lo que nos hace seres de deseo. Cada vez que nos empecinamos con la inmediatez del objeto que supuestamente colmaría la necesidad, renegamos del deseo, de nuestra condición de seres simbólicos.
A partir de que el sujeto asume su falta, a partir de asumir que no puede ser el puro sentido del objeto que completa al Otro, asume que la caída de ese ser sujeto lo deja  con una falta, asume la posibilidad de que esa falta, de que ese objeto que ha caído, se convierta en el objeto causa de su deseo. Decimos que la petit a marca el lugar vacío del objeto causa del deseo. En esa articulación significante por la cual el sujeto enfrenta “la disyunción del ser o el sentido”, la posibilidad de advenimiento del sujeto se precipita cuando asume que ni en uno ni en otro, ni en S1 ni en S2, sino en el intervalo.
El sujeto adviene cuando su mismidad, su reconocimiento identificatorio, su unaridad, se articula en el intervalo significante, en el entredicho. Su deseo, su ser sujeto, sólo puede ser dicho a medias.
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Este concepto de intervalo lo introdujimos hace dos clases cuando, para entender la holofrase, planteamos una nueva forma de ver las estructuras clínicas. Cuando planteamos dónde colocamos la holofrase y recurrimos a las referencias de Lacan, vimos que nos decía en el Seminario 11 que hay una serie de casos que los podemos ordenar en función de esta operación, de esta figura que es la holofrase. Y, nos decía, el fenómeno psicosomático, la psicosis y la debilidad mental tienen en común la holofrase. Y vimos la holofrase como esa especie de engendro resultado de congelar el intervalo para intentar de esa manera precipitar el ser del sujeto. ¿Pero dónde lo precipita?  No en una articulación significante, sino en una lesión de órgano, en un delirio, en un déficit “mental”.
El concepto de intervalo nos es útil para entender que, mientras en la neurosis y en la perversión Lacan explicita que ambos dos responden  a la articulación significante, que allí hay sujeto que surge en la articulación S1-S2 – en términos freudianos, allí hay tránsito Edípico– hay otra serie de manifestaciones psicopatológicas, en cambio, donde no hay articulación significante, no hay intervalo significante, y lo que hay es holofrase.  Fenómeno psicosomático, psicosis y debilidad mental tienen en común que los tres se sirven de un engendro, la holofrase, para saltarse la falta, congelando el intervalo entre S1 y S2.
5
Hay tres cuestiones que no tenemos que perder de vista a la hora de diagnosticar un fenómeno psicosomático. Es muy importante para el analista tener en cuenta aquellos casos que en transferencia, es decir, en pacientes que ya están en tratamiento, se produce la aparición de un fenómeno que tenemos que precisar si es psicosomático. Las tres condiciones básicas a tener en cuenta son: la primera y fundamental que el diagnóstico médico previo descarte la causa orgánica; la segunda es rastrear un hecho de la biografía que tenga que ver con su desencadenamiento; y la tercera es la característica de la lesión corporal, que tiene que ver con un corte anómalo en la superficie del cuerpo. Una úlcera es un corte anómalo, un eccema es un corte anómalo, pero un asma también es un corte anómalo a nivel respiratorio.
En la clase pasada surgió un ejemplo, el de los tics, que nos hicieron interrogar sobre si podíamos entenderlos como fenómeno psicosomático, que no tenían la característica de una herida en un órgano, pero sí la de un corte motor. Tendremos que pensar en ello.
Y otra cuestión de la clínica del fenómeno psicosomático sobre la que nos cuestionaremos la próxima vez, dado que no hay articulación con el deseo, cómo hacemos para que se empiece a abrir eso que cerró, a derretir ese congelamiento y permitir que articule su lesión con algo de su deseo.
 
Resumen de la clase: LA FALTA-EN-SER
Falta real:               Ser-para-la-muerte     “petit a”                              
Falta simbólica:     Ser-para-el-lenguaje      S(A/)                                       
Falta imaginaria:   Ser-para-el-goce           
OPERATORIA LÓGICA CAUSACIÓN SUJETO  INCONSCIENTE
1º Tiempo lógico o pulsación de abertura: operación de alienación Nace dividido entre dos significantes:                                                                
-  ó  como sujeto petrificado en S1 del ser                                                  
-  ó como sujeto desvanecido en S2 del sentido. 
El efecto letal del sentido: El efecto de la alienación: Pérdida del ser, sujeto como pura falta                                                   
2º Tiempo lógico o pulsación de cierre:   operación de separación
La superposición de dos faltas: momento de la pérdida del sujeto como “a”, como objeto causa del deseo  del Otro y su velamiento por el fantasma
El efecto de la separación : Inscripción de la falta que habilita al sujeto deseante
Relación de circularidad:
-  de S1 a S2, del Sujeto al Otro                                           
-  de $ al “a”, del Sujeto al objeto
El sujeto define su ser como la falta-en-ser   y define su sentido como el sin-sentido contingente.                                                                       
Lo que encuentra nunca será  idéntico a lo que perdió
El sujeto del inconsciente se escabulle en el intervalo S1…S2                                                    
Allí está la guarida metonímica del deseo
 


[1] Lacan, El Seminario, Libro 11, Clase 16
[2] Rabinovich D., El deseo del psicoanalista, pág.116,  Manantial,